historia, memoria,  leer,  mirar

en la tierra como en el cielo

Había aceptado la visión de la guerra que cantaban los juglares. Cada uno de los versos, desde la noble muerte hasta la gloria y las miradas puras, sin culpa ni rencor justo al final.

La guerra vivía lejos, aún no conocía su verdadero rostro.

Era su último hijo, los demás se habían ido por culpa de enfermedades que en última instancia remitían a la miseria que poblaba sus vidas. El más pequeño, una hembra diminuta y amoratada que nunca lloraba se había llevado también a su mujer al nacer. Un mes después, como abrumada por la culpa, la niña había seguido en silencio a su madre.

Su último hijo era fuerte y grande y estaba cansado de aquella vida entre el barro que los convertía en animales pataleando para sobrevivir. En cuanto pudo se hizo con una alabarda y una cota de cuero y se unió a los ejércitos del rey. Pronto expulsaremos a los invasores de nuestras tierras, dijo con orgullo antes de partir.

Los invasores habían vivido en aquellas tierras mucho antes de que alguien dibujase un mapa de ellas, pero era demasiado viejo para discutir con su hijo. Sus palabras eran palabras cansadas, eran un eco y nadie lo escuchaba.

La guerra se acercaba, pero aún no conocía su verdadero rostro.

Fue a buscarlo al campo de batalla. Estuvo dos días junto a otros muchos fantasmas, casi todo mujeres, que giraban cadáveres destrozados en busca de un rostro conocido y después lloraban. Todos lloraban, no importaba si encontraban o no lo que buscaban.

Había sido torturado, lo supo enseguida. Desnudo, una mancha oscura, inabarcable, en lugar de los genitales, los dientes desperdigados por el suelo y colgado de un árbol con los intestinos, azulados y pútridos colgando a sus pies. Levantó la cabeza, no estaba sólo en aquel horror. Más cadáveres, más miembros cercenados que aún sujetaban el arma y el olor inconfundible que siempre llevaría consigo de la sangre, la mierda y el barro. El barro bitumitoso que amenazaba con ahogarlos a todos.

También vio a los vivos. Un grupo de soldados, sanos, fuertes y vencedores. Apoyados presuntuosos junto a un carro. Se reían, eran capaces de reírse en medio de todo aquello. Desde ese día esos rostros serían los que aparecerían en sus pesadillas torturando a su hijo.

Levantaremos una gran catedral en honor a nuestra victoria. Clamaba el obispo. Se lo debemos, Dios ha luchado con nosotros. En ningún momento quiso mirar a los muertos que aún sembraban el campo de batalla. Pero los muertos imponían su presencia, el Obispo llevaba un pañuelo perfumado pegado a la boca.

Recogió sus herramientas, se presento en la ciudad y rebajo el precio hasta lograr hacerse cargo de las figuras inferiores del pórtico. Retrató a su hijo en cada una de ellas, en un grito mudo que no llegaba a producirse y torturado por Diablos sin rostro que no eran humanos. Las figurabas que plagaban sus pesadillas. Los miedos de los que ya nunca podría desprenderse.

Trabajo sin descanso, puso en ellas hasta el último gramo de lo poco que le quedaba. Apenas comió, casi no durmió, cuando termino bajo los brazos y supo que sólo quedaba esperar la muerte.

El obispo contemplo el resultado y dio un paso hacia atrás santiguándose y lanzando sortilegios en latín. Al día siguiente le pagaron lo acordado sin escatimar una moneda, nada de regateos, nada de intentar pagarle con rezos o comida.

El ayudante del obispo se lo explicó. Nunca habían visto nada así, era pura bujería lo que vivía en aquellas piedras, habían sentido miedo. Esas piedras bajo su cincel gritaban, supuraban dolor. Eran más reales en su agonía que la figura crucificada que coronaba el arco.

¿Cómo has logrado representar así el infierno?, le preguntaron. ¿Acaso has leído las escrituras?, añadieron con desconfianza.

Estuvo así de cerca de sonreír al contestar, me he limitado a reflejar lo que he visto en la tierra.

20 Comments

  • Myriam

    Crudísimo texto que hiela la sangre por lo verídico que puede llegar a ser, es o ha sido, sin embargo y a pessr de todo, creo que la humanidad tiene espetanza.

    Un abrazo

  • .+**+.Kadannek.+**+.

    Pese a lo doloroso y desgarrador que me parece este relato, me produce placer leerlo. No por morbo, no por menospreciar al dolor mismo, sino por la calidad precisa con la que cada línea logra dibujarse en mi cabeza, como fragmentos de otra vida o de una película. Sin duda, el escritor hace historias y las historias cobran vida en el lector. Gracias por eso.
    La idea de infierno que muestra este texto la comparto, todo es cosa de vivencias, de experiencias y perspectivas. Cielo e infiero podemos atravesarlos aquí mismo.

  • Krudo

    Me encantó, casi casi pude sentir el hedor de la sangre la mierda y el barro, ¿cuántas veces pensamos que las cosas pasaron por algo? Pero en verdad fueron por otra cosa…

    Te dejo un abrazo de esos crudos, con sentimientos azulado, así como los intestinos…

  • Beauséant

    Si aún no hemos desaparecido, **MYRIAM**, es porque tienes razón, el problema es que la balanza parece que cada vez la inclinamos más y más.

    Muchas gracias, **.+**+.KADANNEK.+**+.**, por calificarme como escritor 🙂 quise buscar esa línea entre lo literario y lo desagradable, me alegro haberla encontrado, no quería quedarme sólo en la descripción… Mi idea del cielo y del infierno es muy parecida, también creo que muchas veces lo construimos aquí en la tierra sin apenas darnos cuenta.

    Es un mecanismo de supervivencia, **KRUDO**, cuando las cosas ocurren por un motivo entonces pueden evitarse o replicarse. Por eso construimos pequeños rituales, apelamos a los dioses con rezos repetitivos como una conjura contra las cosas malas… cómo si en verdad eso sirviese de algo.

  • Paloma

    Al obispo y a otros tantos los mandaba yo a la guerra.
    El texto es tan bueno como terrorífico.
    Y las imágenes supongo que serán de alguna catedral católica. Dan bastante miedo.
    Yo también creo que el infierno está aquí. A veces también el cielo y la mayor parte de las veces, un intermedio entre ambos.

  • Mento

    Interesante relato…
    Hace que me reitere en aquello que pienso… que los humanos tenemos mucha suerte de tener un Dios al que cargar todos nuestros muertos.
    Me gusta como lo cuentas ¿lo sabes verdad? Cuando daba catequesis me servía de historias muy parecidas para mayor inri del párroco con quien nunca compartía el mismo ángulo de visión.
    Abrazo.

  • Toro Salvaje

    Buenísimo.
    Tan crudo y tan genial que hiela la sangre.
    Muy bueno, de verdad.

    Estoy releyendo estas días un libro sobre la segunda guerra mundial y he sentido aquí lo mismo… el dolor y la crueldad como currículum de la humanidad.

    Saludos.

  • Ángeles

    Las imágenes son impresionantes y sobrecogedoras, y el relato les hace justicia.
    Me encanta el detalle de que le pagaran sin regateos. Sin rechistar, por si acaso.

    Un saludo.

  • Beauséant

    La guerra es un negocio, efectivamene **PALOMA*, y ya sabemos que si reunimos mucho dinero las pistolas acaban por disparse solas. Las fotos, la verdad, no tengo muy claro el lugar, pero sí, era una iglesia del norte de España que, asumí, era de estilo románico, cualquiera sabe 😉
    También he llegado a una conclusión parecida, estamos a la vez en el cielo y en el infierno. Por suerte, como dice **MENTO**, hemos creado un montón de dioses para no ser responsables de nuestras decisiones ni de la mierda de decisiones que a veces tomamos. ¿sabes?, yo tenía mucho cariño a mi catequista, me hubiese encantado ver el mundo cómo ella lo veía, no pude, claro.

    Es extraño que digas eso, **CARMEN TRONCOSO BAEZA**, cuando estaba escribiendo el relato leí un artículo sobre Miguel Ángel, su vida y sus avatares.. quizás algo se quedo pegado en las líneas. Has despertado mi curiosidad, tengo que buscarlo 😉

    Me produce mucha desazón, **TORO SALVAJE**, ver como parecemos empeñados en recorrer los caminos llenos de mierda y sangre de nuestra historia como si fuesen nuevas. Cambian las armas y el número de víctimas, pero el fondo es el mismo… Al terminar de escribirlo estuve leyendo sobre la desbandada en Málaga y tuve ese mismo pico al fondo del cráneo, supongo que lo conoces 😉

  • Beauséant

    Se coló tu comentario con el mío, **ANGELES** (cosa del diablo, seguro).. Yo también habría pagado sin rechistar. Con alguien que lleva el infierno dentro es mejor no andar discutiendo por unas monedas arriba o abajo.
    Las fotos, sí, cuando vi esas figuras en piedra fue lo primero que pensé, “qué tendría en la cabeza la personas que hizo la talla…”

  • Frodo

    Necesitaba levantar el ánimo en este domingo gris y frío, luego de 140 días de encierro… ¡y veo que vine al lugar indicado! No puede ser tan oscuro, tan tétrico ese texto. Y el acompañamiento de las imágenes lo hace aún más.

    Abrazos

  • Mucha

    Te leo en silencio
    silencios de la mente
    y sigo leyéndote hasta que me quedo dormida…
    La vida ha cambiado tanto
    que te dejo abrazos grandes
    cerca
    de
    tu
    vida

  • Beauséant

    Tienes razón, **FRODO**, deberíamos poner un disclaimer enorme al inicio de la página 🙂 En cierto modo la escritura es una especie de terapia, una forma de gritar sin que nadie te oiga…

    La vida ha cambiado, **MUCHA**, por suerte seguimos aquí, escribiendo, escuchando… soñando.

  • Nuria Ruesta Zapata

    ¡Hola, Beaúseant!
    Qué alegría pasar de nuevo por aquí y leer tu inspirador relato. Aplaudo tu talentosa pluma. 👏👏👏 Una dura realidad que cada día nos hunde en el abismo del estrés.
    Cuídate mucho.
    Un fuerte abrazo desde Perú. 🇵🇪😉

  • Anonymous

    Hola primera vez en tu blog; que buen relato en cada oracion y palabra no podia sacar de mi mente el horror que deben sentir esas personas asesinadas en la guerra saber que en cualquier momento pueden morir por un disparo o torturados en manos enemigas; eso debe ser el infierno en la tierra.
    Esas esculturas talladas representan bien tu texto.
    Un placer conocerte y con tu permiso te sigo.
    Saludos.

  • Beauséant

    La época del relato viene situada por las fotos, **MARIA DORADA**, pero como bien dices, es una realidad que puede extrapolarse a cualquier tiempo… cuando vi esas estatuas pensé que algo había pasado en ellas, que no había sido un simple artesano haciendo un encargo para una catedral, las veo ahora otra vez y sigo pensando lo mismo.

    Me encanta internet, **NURIA RUESTA ZAPATA**, porque permite charlar con gente que vive en la otra esquina del mundo, espero que nunca perdamos ese idioma común que nos une. Por cierto, me has descubierto, soy de esas personas que sigue escribiendo con pluma 🙂 lo hago hasta con un poco de vergüenza, pero me resulta tan cómoda…

    Es un placer, **ANONYMOUS**, lo he dicho algunas veces por aquí, pero a veces el texto aparece y luego buscas las fotos y otras veces, como este caso, te encuentras con una foto, la haces y luego intentas componer la historia detrás de ella, con mejor o peor suerte, claro. Muchas gracias…

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