un peral feliz

El invierno se ha comportado como una fiera de ojos rasgados agazapada en una esquina de un cuadro de Goya. Una criatura huraña que ha tardado demasiado en marcharse, parecía no querer hacerlo nunca, pero que ha terminado por izar la bandera de rendición dejando en su lugar una primavera apresurada como un bonito lienzo de Turner rebosante de tonos dorados.
Con los años me he dado cuenta de que siempre estoy hablando de las mismas cosas. Regreso a ellas como el perro viejo, cansado y casi ciego que vuelve una y otra vez a la misma farola buscando algo diferente. O, quizás, algo que tuvo pero ha olvidado y en cuyo lugar sólo queda el hueco con una forma muy precisa que no logra definir.
Además de los temas, mis líneas se pueblan de personajes recurrentes: la vieja adivina que me lee el futuro en las tacitas de porcelana, los anuncios de la primavera y, claro, las flores del peral.
Donde el año pasado apenas había nada sobre las ramas de ese peral, este año hay una vorágine de brotes, flores, insectos… una energía pura y furiosa. Me fascina ese empeño casi suicida de la naturaleza por mantener su ritmo, por inundarlo todo de vida, mientras un puñado de primates engreídos y obstinados parecen decididos a hacerlo saltar todo por los aires.

A veces escribo sobre temas recurrentes, y otras veces lo hace la vida en mi lugar. Uno de los habituales es la mirada condescendiente de mi vecino, quien, con ojos de experto inspecciona el peral y concluye, como todos los años, que debí haberlo podado en invierno. Las ramas crecen sin orden, asegura obstinado como un felino, y será complicado recoger el fruto. Lo hacen, además, demasiado altas, a merced de mirlos y las urracas, que nos observan desde las alturas como miembros del tribunal donde se decide mi incompetencia.
Mi respuesta, predecible también, es una mirada que pretende ser beatifica y un ligero asentimiento. Me gustaría explicar a mi vecino que yo quiero un árbol, su sombra, sus flores e insectos furiosos, no sus frutos. Que no envidio las cuatro ramas peladas que tiene él en su jardín, por mucha fruta que den. Pero lo único que digo a modo de justificación es que el peral me parece “más feliz así, sin podar“.
¿Un peral feliz?, mi vecino casi parece santiguarse ante la ocurrencia y me mira como si hubiese visto a un pobre demente intentando atrapar su reflejo en el agua.
No se quién puede tener razón en una pelea tan absurda, y en el fondo ya no importa. Los dos hemos fijado nuestras posiciones en el campo de batalla, izado la santa bandera de la determinación, y de ahí no nos moveremos. Pero, os lo aseguro, el peral me parece mucho más feliz así.
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el inicio del mundo

26 Comments
Joiel
En las batallas pacientes rara vez no resulta victoriosa tu propia mirada.
cmmiera
Seguro que lo es: un peral punki y feliz 😉
Te dejo por aquí un poema en el que me has hecho pensar:
TEMPORADA DE DESCUIDOS
Bastó una temporada de descuidos
para que la maleza se adueñara
del pequeño jardín.
Con qué velocidad creció la zarza,
cómo la mala hierba fue ganando terreno
a aquello que plantamos buscando la armonía.
¿Existe la armonía?
Pregunto porque dudo que la armonía exista,
porque miro el jardín tomado por las cosas
que tú y yo despreciábamos y encuentro que es hermosa
la vida desatada, que hay luz en el desorden,
que existe una belleza sin nosotros.
(De Belleza sin Nosotros – Marcos Díez)
Karen M. Paramio
Qué empeño humano en dirigir/obligar a la naturaleza a hacer cosas que ya hacía ella sola millones de años antes de que apareciéramos.
Me parece bien pensar más en la felicidad que en la productividad.
Buen domingo.
Beauséant
Muy cierto, Joiel, con el tiempo la mirada se asienta, es una batalla lenta y silenciosa, las miradas rara vez buscan un enfrentamiento directo, al menos la mía.
Ni más ni menos, cmmiera, -voy a respetar tu identidad secreta ;)- he tenido alguna discusiones de ese tipo sobre el “jardín”*, nunca he tenido claro el concepto de mala hierba, si ha nacido ahí, si ha encontrado su hueco, no puede ser una mala hierba, ¿no? En cambio, te toca adaptar la tierra, poner productos de todo tipo para que pueda acoger a otras especies que no pintaban nada ahí. Es un concepto muy humano, ¿verdad? Ver algo que lleva siglos en marcha y decir, no, eso así no funciona.
Un abrazo
*Lo llamo jardín pero es un cuadrado pequeño, lleno de vida, eso sí.
He escrito el comentario de arriba, Karen M. Paramio, sin haber leído el tuyo y, justo, eso es lo que quería decir. En cuanto empezamos a sacar la productividad la felicidad sale por la ventana, eso seguro.
Un abrazo
BDEB
Quizás tu vecino no tenga la misma sensibilidad que tú. Dicen que a las plantas hay que hablarles y cuidarlas con cariño (a pesar que las mías se marchiten igual, debo ser mala conversadora), si tú lo ves feliz, déjalo así de feliz y no hagas caso a tu vecino, estoy contigo y con Karen, mejor felicidad que productividad.
Y de las imágenes ¿qué te puedo decir que no sepas ya? Fascinada como siempre.
Un abrazo Beauseant.
José A. García
Dicen que así comienzan las guerras de nervios, pero sobre cómo acaban estas nadie ha dicho nunca nada.
Saludos,
J.
Mónica Frau
Bendita sea esa feliz locura.
=)
Frodo
El peral como símbolo de nuestra felicidad así, con algún grado de libertad, pacientes, primaverales.
Sigo tus fotos en IG y me parecen todas geniales. Donde pones el ojo pones el arte fotográfico
Abrazos
Jo
No lo sé, yo me iria por preguntarme la felicidad de el bichito o la abeja… es que seguro esa flor es enorme felicidad para ella. a veces damos hecho algo y de pronto hay algo mas ahi a simple vista, mas alla de lo obvio y pretendemos conformarnos o no asombrarnos… tus escritos siempre me hacen reflexionar y cuestionarme tanto.
Citu
Es lindo ver un árbol floreciendo y es regalo sus frutos pero es más importante verlo sano y la paz junto a los pajaritos y e insectos que protege. . Te mando un beso
María
Qué empiece tan poético y pictórico! y …No sabes cómo te comprendo!
A tu peral feliz , suma mi haya encantada con sus greñas arrastrando por el suelo. Tb me tienen frita con q debo podar sus ramas bajas , q así crece a lo alto y no a lo ancho, pero es q este haya es metalera jaja le gusta llevar su melena pelirroja larga hasta los pies y ¿quién soy yo para impedírselo ? por qué imponerle gusto de jardineros q sólo son felices como los peluqueros, metiendo en danza a sus tijeras… Nadie tocará su preciosa melena ¿ has visto cómo nacen las hojas de un haya? Todo un espectáculo! enroscadas sobre sí mismas, se van abriendo despacito hasta desplegarse del todo como minúsculas banderitas , pura magia! Qué bonitos están ahora los frutales cuajados de flores ! los de tronco y copa de toda la vida, porque las plantaciones de manzanos y perales son paredes de ramas, como si crucificaram a los pobres árboles, si es q donde se mete el ser humano a zascandilear no hay más q sufrimiento ! La productividad va a terminar por desnaturalizarlo todo …Tu peral está a salvo contigo , se ve en las fotografías q sonríe gracias a ti y a las cosquillas q le hacen las abejas ; ) Estoy segurísima q las peras de tu vecino son insípidas y depresivas…las tuyas será chiquitinas , pero jugosas y risueñas : ) Un beso BEAU !
Miquel Cartisano
Los perales tienen pocas referencias, BEAU, no son como las manzanas: Newton, Robin Hood, Blancanieves, quizá con esta historia se reivindique la existencia de tan magnífico fruto.
Salut
Beauséant
Soy terrible con las plantas, BDEB, creo que mi problema es que me preocupo demasiado, al final debo agobiarlas con tantas atenciones. Por eso al peral le he dejado un poco a su aire, no me meto en su vida y él va haciendo lo que quiere, algunos años da peras, otros ni flores… Pero brota, tiene un verdor muy bonito y sigue creciendo… con eso me vale.
Me alegra mucho que te gusten las fotos, los bichos siempre muy tímidos.
Las guerras siempre tienen un detonante absurdo, José A. García, así es, el típico suceso que figura en los libros de historia y que dices, “pues vaya tontería, montar un una guerra por esto”, pero claro, las guerras empezaron mucho antes del primer disparo.
La locura, Mónica Frau, una pequeña dosis, es el secreto de una vida feliz, más o menos feliz, sin grandes estridencias, pero feliz.
Muchas gracias, Frodo, la palabra arte queda muy grande en unas fotos tan pequeñas, pero te lo agradezco. Me alegra asomarme y ver el peral, sí, aporta felicidad, qué curioso, ¿verdad?
Escribo para reflexionar, Jo, y para aprender con los comentarios. El tuyo, por ejemplo, no había pensado en los bichos, parecen felices, claro, pero lo mismo están sepultados tras tremendas dudas existenciales o se agobian porque no logran recoger todo el polen que querrían.. en el fondo conozco muy poco de la vida como para opinar.
Un árbol, Citu, nunca es un árbol, siempre forma parte de algo más grande, como dices. Un árbol, son sus raíces que nutren la tierra, los insectos que alimenta, las hojas que dan sombra…
Hace muchos años vi un olivo que había sido “abandonado”, María, era un árbol enorme. Luego comprendí que los olivos que había visto siempre estaban enjaulados, crecían en unos metros determinados para permitir el paso de la maquinaria, y eran podados y constreñidos para sacar el máximo provecho de ellos… ¿qué sentido tiene hacer eso con un único y pobre peral?
Me encantan las hayas, tan enredadas, una sombra tan tupida.. los bosques ordenados, limpios y alineados siempre me producen incomodidad. Un bosque es un ecosistema complejo en el que todo, el árbol caído, las especies que crecen juntas, tienen un sentido. Deberíamos ver un bosque como un organismo vivo, no como un conjunto de árboles separados.
Gracias por tus palabras, me alegra el día pensar lo estoy haciendo bien 🙂
La manzana de Adan y Eva, la de Newton, sí, es verdad, no lo había pensado, Miquel Cartisano, pobres perales, entiendo que hacer puntería sobre una pera es más complicado, pero en el resto, ¿por qué no pusieron una pera?, ¿tanto les costaba? Yo aquí veo una conspiración al nivel de Dan Brown 🙂
Maria
Yo soy un caso con las plantas. Se me olvida regarlas jajaja, así que el día de la madre mi hija me regaló unas flores de construcción de lego jajajaja. Pues chulis quedaron en el jarrón.
La verdad es que me gusta disfrutar de las plantas, pero solo cuando voy al campo y observo, ya te digo, en casa soy un desastre. Me olvido de ellas.
Me encantan las fotos.
Un abrazo.
Neuriwoman
Fíjate que tú escrito me ha parecido casi un haiku pero en versión extendida por como se adentra en la contemplación de lo cíclico y lo permanente: el paso de las estaciones, la repetición de temas, la naturaleza que insiste en florecer. Y prefiero ese modo tuyo de mirar el mundo de quien acepta lo imperfecto, lo libre y salvaje. Te aseguro que a mi también me gusta ver a ese peral feliz.
kasioles
La Naturaleza también es caprichosa, ondea la bandera de la libertad y agradece que la dejen vivir a su aire.
De siempre es un placer visitar tu espacio y enriquecerme con tus escritos.
Cariños y buena semana de mayo.
Kasioles
Toro Salvaje
No sé si el peral es feliz pero tu vecino yo diría que no mucho…
Esa gente que todo lo sabe y da lecciones a los demás, seguramente con buena intención pero aún así molestan, me resultan insoportables.
En cuanto a la recurrencia a mí me ocurre lo mismo… existencialismo puro… intento escribir sobre otras cosas pero lo que sale de dentro es siempre lo mismo y ahí vuelvo una y otra vez.
Saludos.
Beauséant
Yo no me olvido de ellas, Maria, pero el resultado es parecido, no tengo mano con ellas, sospecho que debo agobiarlas. A veces veo un mata de romero en el campo creciendo entre las piedras y las mías, en un maceta, con una luz y una temperatura estupenda parecen enfermas y flácidas. Quizás las flores de lego sean una solución.
Muchas gracias, un abrazo.
Siempre me han gustado mucho los haiku, Neuriwoman, son engañosamente sencillos, ¿verdad? Pero los que son buenos parecen que hacen un click en la cabeza. El mundo es extraño, el mundo es imperfecto, y dentro de esa extrañeza imperfecta hay una belleza pero, como la de los haikus, hay que saber leerla. Gracias!!
Muchas gracias, kasioles, la naturaleza se lleva mal con nuestros laboratorios y probetas, necesita libertad, no explicaciones. Agradezco mucho que encuentres algo en mis palabras.
No había pensado mucho en la vida del vecino, Toro Salvaje, pero es cierto, no debe ser una persona muy feliz intentando constreñir el mundo a su visión. Debe ser una frustración constante, ¿verdad?
A mi me ha dejado de preocupar repetirme, en cada iteración parece que encuentro algo nuevo, un nuevo sitio donde detenerme, un comentario que apunta en otra dirección… movimiento.
Diego Jambrina Merino
La felicidad está en quien mira.
tonYerik
Creo lo mismo que tu. Además lo creo porque despues de ver a los operarios de mi ayuntamiento podar los árboles de la ciudad (más de uno ha muerto en la poda terrible de esos inexpertos o lo que sean) que les dejan pelones hasta más ver.
Claro que yo que sabre, un loco que les habla a las plantas y suele acariciar sus hojas (mirando para atrás para ver que no viene nadie) al pasar.
Salud.
Diego
Por supuesto que tu peral es más feliz así, libre de podas, abonos, riegos programados, insecticidas. Y las abejas seguro que no prefieren libar en sus flores desiguales que en las repeinadas del árbol de tu vecino. Pero ya sabes, en la vida nos enseñan a producir, producir, producir. De no hacerlo nos amenazan con talarnos y plantar en nuestro espacio a alguien domesticado. Defiende del hacha a tu peral, él quiere vivir así, libre.
Cabrónidas
“Producción” es una palabra que me provoca tanto rechazo como “Sistema”. Desde que aparecieron que nunca pasan de moda. Respecto a la Naturaleza, no nos conformaremos nunca con ser espectadores y admirarla, meteremos la mano una y otra vez…
Beauséant
Y, a veces, Diego Jambrina Merino, en quien se esconde tras una cámara 😉
No es de locos hablar con las plantas, tonYerik, de locos es si las plantas te contestan 😉 He observado algunas de esas podas y no acabo de entenderlas. Los árboles, en la ciudad, están fuera de lugar, pero también pienso eso de las personas.
Has resumido muy bien el sistema que hemos montado, Diego, aunque diga hemos no acabo de tener claro si “hemos” participado de verdad. Te exprimen todo lo que pueden y, cuando ya no queda nada que sacar, que pase el siguiente, que el sistema nunca debe detenerse…
Producción, rendimientos, beneficios.. cuando alguien saca esas palabras de su chistera, Cabrónidas, ya sabes que no habrá nada bueno tras ellas. Nunca espectadores, siempre imponiendo, sí.
Carlos Perrotti
Como sea, tu mirada detectó la irrefrenable e inocultable felicidad de ese generoso deslumbrante peral… Por lo que me parece irrefutable tu mirada, además.
Abrazo hasta allá… (recuerda que el 10 te doy la bienvenida en mi rincón gatuno)
evavill
Me gusta más el tuyo porque no se guía por la utilidad, o no lo guía el narrador de este relato.
En cuanto a los temas recurrentes también se repite la Naturaleza y nadie le dice nada, que yo sepa.
Beauséant
El tiempo dirá, Carlos Perrotti, supongo que es complicado saber en la naturaleza si hay un concepto de felicidad. Observo por ejemplo a mis gatas, la forma de moverse, como transmiten su forma de ser y concluyo que sí, que hay algo parecido a la felicidad. Observo al peral, las hojas al viento, y los insectos y pienso que también debe serlo…
El día 10 estaré de viaje, pero haré lo posible por estar pendiente, qué ilusión 🙂
Eso es cierto, evavill, la naturaleza es un ciclo, eventos repetidos sin un inicio ni un final muy definidos… No me gusta que todo se rija por la utilidad, no deja sitio para disfrutar de nada más….