leer,  mirar

los miedos

Casi todos los miedos de mi infancia, y una gran parte de todos los miedos que llegaron después, aguardaban agazapados en el interior de una iglesia. Un aura oscura parecía recubrir esos edificios envolviéndolos con un viento helado que me hacía temblar al cruzar el imponente umbral de esos vetustos edificios que guardaban en su interior el aire viciado de los siglos.

En el camino al altar me vigilaban las hieráticas figuras de los cristos llagados y de los santos que mostraban con una mezcla de lujuria y resignación los elementos de su martirio. Al los pies del altar, bajo el personaje de un cuadro del Greco que era el cristo oscuro y amarillento, aguardaba el guardián, el carcelero, y quién sabe si el torturador, de todas aquellas figuras, representado por el vicario del pueblo vestido de un negro riguroso como una novia de luto prematuro.

¿Cómo se llamaba aquel cura?, doña memoria acude presurosa con un papel en el que ha anotado con una caligrafía infantil un nombre: Vicente, el cura Vicente. Retengo esas letras, las invoco en voz alta, pero no me dicen nada. Tampoco importa su nombre, su nombre como su cuerpo serán olvido. Habrá muerto como han muerto tantas cosas de entonces.

Aquel cura nos odiaba, a todos los niños sin distinción. Nos juzgaba con su ira silenciosa y su sentencia era tan sencilla como su pensamiento: éramos demasiado libres, unas criaturas peligrosas que debían ser reconducidas desde pequeñas para no descarriarse. No lo supe entonces, pero aquel curita quería campesinos quemados por el sol y enrojecidos tras frotarse la piel para aparecer bien presentes en la misa, con las cabezas bajas, sin cuestionar su lugar en el gran engranaje del mundo.

Los niños aún no habíamos quedado atrapados por la trampa que aguarda a cada generación. Correteábamos impacientes, hacíamos preguntas, apuntábamos con el dedo todo lo que no entendíamos. Queríamos hacer nuestro mundo mucho más grande, y aquel cura no lo aceptaba. En cuanto podía nos daba severos cogotazos con sus manos fofas y nos imponía castigos que eran como carreras de resistencia. Horas, lo recuerdo como horas, de rodillas ante una pared, repeticiones interminables frases de sumisión y respeto en la pizarra. Frase a frase, golpe a golpe, hasta doblegar nuestras incipientes voluntades que pugnaban por salir.

Mi madre me hizo libre, eso tampoco lo entendí entonces. Ella impulsó mi huida, estudia, trabaja, lo que sea, cualquier cosa lejos de este pueblo, fueron sus palabras cuando llegó el momento de tirar mis dados. No hagas como yo, era el mensaje implícito, huye de este destino que yo nunca elegí.

Los niños que castigó aquel curita crecimos, los campos siguieron arando sus ciclos de miseria y cosecha, y la iglesia continuó engullendo generaciones. Pero yo escapé. Mi madre me hizo libre.

¿Fui feliz?, esas preguntas nunca tienen respuesta, tendríamos que mirarnos desde muy lejos, o desde muy dentro para responderlas.

¿Volví allí?. Esa pregunta es más sencilla: sí, lo hice, y en el interior de la iglesia el aire seguía viciado, seguía atrapado entre esas paredes. Los mismos santos de mirada lánguida, el mismo Cristo del Greco, con su piel cetrina y su expresión impenetrable. Y, en el altar, otro cura de negro, pero idéntico al que recordaba. En mi memoria se confunden los rostros de los muertos y los vivos. Tras la casulla del cura, entre las tinieblas, creí entrever otros rostros, los de todos los curas que, en una interminable letanía, habían pasado por allí para lanzar los mismos sermones de salvación y condena.

El pueblo se arremolinaba en torno al féretro, con sus caras ajadas, sus manos cruzadas sobre el pecho. Incómodos, con ganas de estar en otro lado. Yo permanecí al margen, observando la escena como si no me perteneciera.

Esperé al final de la ceremonia, me acerqué al ataúd. Apoyé la mano sobre la madera fría, seguí con el dedo las vetas, no encontré respuestas.

Tenías razón, mamá. Dije al final. El mundo es un lugar inmenso. Ojalá hubieses podido verlo.

Y entonces supe que era la última vez que pisaba esa iglesia.


Discover more from El artista del alambre

Subscribe to get the latest posts sent to your email.

35 Comments

  • Fackel

    La historia de la Iglesia es la historia de los miedos, probablementede todos. Sus agentes o intermediarios se encargaron de inocular más miedos a los vecinos de una ciudad o de los pueblos. La propia doctrina y sus mensajes de condena y salvación es una doctrina que exige sumisión. Pero no te sometes a ningún ser extraterrestre, te sometes a hombres, a una élite (a varias),a sus ideas, no a ideas de otros mundos ni de dioses ni de demonios. Así que todo está aquí, elaborado por los de aquí y utilizado para la maniopulación de las conciencias y el beneficio particular de una casta. Gracias por permitir opinar.

  • Mara

    Los miedos de la infancia que los adultos se niegan a confrontar. Un texto que transmite mucha atmósfera, tanta como las fotos. Me encanta.

  • BDEB

    De niños siempre hemos tenido miedos, algunos sin motivo aparente, otros (como en tu caso) creo que habían suficientes motivos para ello.
    Cosas que nunca deberían de pasar en lugares que se supone que hacen una oda a la paz, al amor al prójimo, a no dañar…pero siempre hay excepciones (a veces más de las que deberían).
    Me ha gustado muchísimo (aunque entristecido a la vez)
    Un fuerte abrazo querido Beauseant.

  • Beauséant

    Así funcionan la mayoría de las religiones, Fackel, lo has resumido perfectamente. Son instrumentos de sumisión, el dios elegido, el sistema de creencias, en el fondo no importan, se trata de crear esclavos, criaturas incapaces de quejarse porque les has prometido que todo su sufrimiento será redimido en un supuesto “más allá”. En el caso de la religión católica, además, tenemos su oscuro pasado con todas las dictaduras y su bochornoso silencio.

    Espero nunca cerrar las opiniones aquí, creo que hacen este sitio mucho mejor.

    Una religión que nos haga libres, Joiel, sería un gran avance, con todas las religiones que parecen empeñadas en hacer nuestro mundo mucho más pequeño. La verdad como único Dios, ahí si podría empezar a rezar 😉

    Gracias por el comentario, Mara, me encanta que hagas un hueco para pasarte por aquí y abandones tu pila de libros 🙂 Los miedos de nuestras infancias crean al adulto que seremos pero, como dices, nos cuenta enfrentarnos a ellos.

    Los miedos siempre tienen una razón, BDEB, incluso aquellos que son irracionales, son reales en su contexto, lo son para la persona que fuimos en ese momento. Cuando un niño nos muestra sus miedos no debemos hacerlos pequeños ni ignorarlos, hay que entenderlos, situarlos bajo una luz que nos permita, no se si enfrentarnos a ellos, pero al menos convivir.

    Quizás sea una historia triste, es complicado no hablar de lo que fuimos, de los miedos, del final de todas las cosas, y que el texto no lo sea… Pero también es la historia de los que nos permiten hacer nuestro mundo un poco más grande, aquellos que nos empujaron en el momento justo.

    Un abrazo.

  • Diego

    Yo también recuerdo a un D. Vicente, aunque el mío se llamaba D. Antonio (da igual el nombre, hay tantos curas parecidos…) Nos arengaba desde el púlpito de la iglesia del colegio en las misas a las que era obligatorio asistir. Y se me quedó grabada una frase que nos dijo en una ocasión: ”estoy seguro de que muchos de los que estáis aquí os vais a condenar”. Terrible frase para unos niños de doce años… Mi madre no me dijo “huye”, quizás porque no le comenté nada. Pero, pasado mi miedo inicial, casi insuperable, desde ese momento inicié mi huida, hasta alejarme por completo de las sotanas. No sé lo que dirán los curas hoy desde ese púlpito, no he vuelto a volver a aquella siniestra iglesia por si surgen mis recuerdos.

  • Beauséant

    A ciertas edades es imposible escapar de esas sumisones, Mónica Frau, no tenemos suficientes herramientas para construir un mundo propio y dependemos de todas esas “figuras de autoridad” que no siempre cumplen su labor. Me alegra que te hayan gustado las imágenes, las fui juntando sin tener claro lo que quería hacer con ellas.

    Muchísimas gracias, Pedro M Martínez, me alegra verte por aquí.

    Es increíble el daño que hacen esas frases, ¿verdad?, Diego, te marcan con una culpa que no es tuya, te ahogan en una agonía impropia. Pocas madres impulsan nuestras huidas, forman parte muy intricada de eso de lo que deberíamos huir, pero, a veces, se nos enciende esa luz, se nos pasa el miedo y entendemos que sí, que debemos escapar de ahí. Me alegra que lo lograses.

    Vaya, me alegro mucho de haber sacado el tema, Patricia Plaza, no sabía que acabaríamos compartiendo ese tipo de vivencias, y me alegra haberlo hecho. Nos creemos que, al crecer, nos podremos sacudir esa culpa, esos miedos, que seremos capaces de buscar nuestro lugar en el mundo sin esos lastres, pero es mentira, todo lo que nos dicen y lo que vivimos en nuestra infancia se queda marcado y define el adulto que seremos.

  • t&e

    Ha sido difícil quitarse la losa, hasta llegó a convencerme casi de que nunca caería, pero mira por donde un día maravilloso me parecieron todos esos pecados una fiesta tremenda y de lo más agradable, sobre todo porque los había disfrutado, ¡Oh maravillosa lujuria! aunque me hiciera creer al principio que iba a algún pozo negro sin remisión.
    Además de la comida de coco, este, uno de tantos tenía una especie de batidor de bombo” de madera muy bien torneada con la que nos daba en el coco con la manilla, a parte de los pellizcos en las piernas. Bueno, como dices ya están todos muertos. Lastima que no haya infierno de Dante. Aunque muchas noches cuando me iba a la cama por entonces pensaba que al menos más de uno ya vivía en el infierno que era este mundo real.
    Al menos las ganas.

  • Frodo

    La fecha es la indicada. Aunque con tamaña calidad de foto y relato, pudo haber impacto en cualquier otro día del año, sin dudas.
    Me sentí interpelado, porque de chico me pasaba algo parecido. De adolescente fui más combativo, y ahora con la religión estamos en una tregua estudiándonos. No nos atacamos, pero tampoco nos acercamos a menos de 100 mts

    abrazos

  • POETAS EN LA NOCHE

    Qué relato tan intenso, tan lleno de emoción y de la lucha por la libertad. Esa mezcla de miedo, de opresión y, sobre todo, el amor de una madre que impulsa a huir en busca de algo mejor, es profundamente conmovedora. La memoria de aquellos momentos sigue viva, como las huellas que no se borran, pero el camino hacia la libertad es lo que queda al final. Qué hermoso saber que, al final, has encontrado tu propia verdad.
    Un abrazo 🌷

  • Toro Salvaje

    Hasta los 14 años fui a un colegio religioso.
    Los curas, excepto alguno, eran enajenados peligrosos… gente que debería estar en tratamiento psiquiátrico.
    Una beca me liberó de aquella cárcel peligrosa… algunos de mis compañeros no tuvieron tanta suerte.
    Si hay un infierno espero que aquellos curan perturbados acaben allí.

  • Neuriwoman

    La religión es una perversión de la espiritualidad tan inherente al ser humano. De momento no tenemos constancia de que se haya propagado a ninguna otra especie del reino animal, lo cual es una gran suerte para ellos. Hice una vez un post sobre unos estudios que decían haber localizado la parte del cerebro donde se produce la espiritualidad, según ellos ya venimos tuneados de fábrica y programados para creer. Unas fotos magníficas, me encanta esa Virgen en su hornacina con las flores espontáneas a sus pies. Saludos

  • Beauséant

    No había pensando lo del domingo, José A. García, ahora todo encaja y tiene sentido 🙂

    Es complicado llegar a ese punto, t&e, el punto en el que logras convertir todos tus miedos en algo útil o, al menos, divertido. Hay personas que llevan un infierno en su interior y se empeñan en compartirlo, en lograr que todos vivan en ese mismo infierno. Casi siempre lo pagan los niños, claro, los más débiles. Es terrible como hasta los padres parecen colaborar en ello… El infierno de Dante se les queda pequeño a todos ellos. Quizás su mayor castigo sería que de verdad existiese un Dios que juzgase sus actos, ¿te imaginas?

    Muchas gracias, Frodo, la fecha no estaba planeada.. aunque, claro, lo mismo algo hizo click en mi cabeza y por eso terminé en estas fechas un texto que llevaba un tiempo en los borradores.. Podría ser que tanta noticia sobre cristos paseando por las calles haya influido en mi decisión, sin duda 🙂 A mi las religiones, todas, me despiertan curiosidad, me gusta ver que tienen mitos fundacionales parecidos, que recurren a las mismas historias y castigos.. Es como que distintas razas en puntos alejados del globo se hicieron las mismas preguntas y llegaron a conclusiones parecidas, ¿no te parece?

    La vida es eso, POETAS EN LA NOCHE, encontrar un camino, no importa si es equivocado o no porque, rara vez, hay caminos equivocados. Los que nos ayudan a encontrarlo, los que nos impulsan a no conformarnos, dejan su huella en los que seremos, de alguna forma viven en lo que somos. Muchas gracias por tus amables palabras, has convertido las mias en algo mejor de lo que eran.

    Es un buen resumen, Citu, los miedos que, con suerte, dejamos atrás, y las pérdidas que, de una forma u otra, van llegando a nuestras vidas de manera inexorable.

    No es un ambiente sano, Toro Salvaje, es cierto, no lo digo por resentimiento, lo digo de manera objetiva. Todo lo que se fomenta, la forma en que se hace, es un caldo de cultivo de lo peor del ser humano. Por suerte muchos logran escapar, juntan los trozos rotos y se convierten en algo mejor, pero, como dices, hay demasiados que se quedan atrás.

    Muy buena definición, Neuriwoman, me gusta mucho. Es una forma de pervertir, de convertir en instrumento de poder esa necesidad de creer en algo que llevamos dentro, ¿verdad? Es extraño, parece algo propio de los seres humanos, es verdad. He leído algo de Chomsky sobre esas pistas pregrabadas que tenemos en el cerebro, es un tema muy curioso.. Gracias

    Y, a partir de ahí, los adultos disfuncionales que caminan (caminamos) por el mundo 🙂 अनत्ता 光 心, mi forma de juntar las piezas es escribir, parece que poner los miedos por escrito me los hacen más manejables…

    Te diría, Cabrónidas, que el odio no es el camino, pero, claro, viendo ciertas cosas es complicado no aplicar eso de: la única iglesia que ilumina es la que arde. Mira en España, los niños robados, los abusos, el apoyo a toda dictadura que surgió por el camino… y que sigamos siendo en las estadísticas un país católico…

  • Ses

    En mi casa me educaron de una forma muy libre y pisé muy pocas iglesias, solamente para admirar su arquitectura, así que ese silencio me relaja un poco. Supongo que no puedo asociarlo a nada negativo.

  • carlos

    También recibí esa clase de “educación”… la que finalmente, filtrada por mi rebeldía de los años contraculturales de los 60’s y 70’s traduje como síntesis: “miedo es otorgarle poder sobre uno a algo o a alguien” y ya esos seres siniestros no volvieron a molestarme…
    Gran texto, amigo. Abrazo hasta vos.

  • María

    Me ha puesto triste esta entrada tuya BEAU. Al margen de la impresionante y sobrecogedora fotografía de la portada de la catedral de Tui que la introduce, absolutamente espectacular! Al verla…Sabes lo q me ha parecido entenderte ? algo así como .. mira lo cerca que estoy, pero no pienso verte nunca ; ) y en fin, aunque lo respeto, me da pena, mucha y lo siento. Creo que los miedos que desde siempre ha generado la iglesia en sus fieles, fue, no sé
    si aún es, uno de los instrumentos que ha utilizado para imponer su poder y justamente el que a más gente ha alejado de ella. Pero la Iglesia, como institución es una cosa y más allá de todo, está compuesta de hombres, por eso, individualmente, según la experiencia de cada uno, se percibe esa imagen oscura, perversa y aniquilante que tristemente tú y muchos habéis sufrido o como en mi caso, todo lo contrario. Además de mi familia, tuve la suerte de vivir mi infancia y adolescencia en un colegio de monjas donde fui muy feliz. Casi nadie habla bien de su paso por ellos, pero es que el mío fue muy especial. Ellas, las monjas que lo llevaban, eran casi todas muy especial. Todo lo contrario de estos horrores con patas de sotana oscura y que siento muchísimo hayas vivido – ya, ya sé que hay literatura en tus letras, pero el fondo doloroso y terrible se siente- y desgraciadamente, tantísima gente comparte contigo. Mis monjas no, alimentaban nuestra ingenuidad porque ellas eran como niñas grandes, buenas porque eso era lo natural y eso nos enseñaban. No era un mérito, creo q no sabían ser malas. Cercanas, entrañables y extremadamente humanas, salvo una, que parecía una hitleriana, con ellas aprendías sin enterarte, casi por osmosis jajaja y además lo pasabas de maravilla. Aunque era un colegio alemán, había monjas de todas partes del mundo, imagino que por eso eran muy abiertas, como siempre recuerdo sus puertas. Abiertas a pobres, ricos, blancos, oscuritos, listos, menos listos… cabíamos todos y todos bienvenidos. Siempre ordenado y lleno de flores, allí conocí lo que era el Ikebana, jamás olvidaré lo bien que olía, parecía que en aquel entorno nadie podía ser infeliz, con decirte que hasta los trece pensé ser monja jaja después se me pasó y lo que es la vida, fíjate! Ahora que vivo en este pueblo de muchas iglesias con muros anchos, enormes y oscuros por la humedad, aquí sí que he visto esa cara de la Iglesia que recreas en este texto, nunca la he sufrido en mi misma, pero sí he visto de lo q son capaces algunos personajes, por eso hace tiempo , bastante , vivo muy muy alejada de ella. Esa imagen tocando las vetas del ataúd de tu madre es estremecedora BEAU, qué pena que ella no pudiera ver lo grande que es el mundo y que lista animándote a huir! .. Lástima que ese miedo se te quedara dentro. Todos tenemos miedos, aunque creo q los miedos antiguos son mucho más dañinos que los que nos encontramos en el camino, te hacen creer que son insuperables, aunque no sea verdad. En fin, lo siento mucho, un gran texto BEAU, un beso!

  • beauseant

    Eso es bueno, Ses, muy bueno, las iglesias son maravillosas, por su arquitectura, su tranquilidad, para pensar. Ellas no tienen la culpa de lo que cargaron sobre sus espaldas.

    Hay un momento que ocurre eso, ¿verdad?, carlos, que algo click en la cabeza y dices, a paseo con todo, no tengo porque seguir con miedo, no tengo que obedecer ciertas cosas… Da un poco de miedo, pero es liberador.

    Has dado parte de mi respuesta en la tuya, María, la literatura, así es. El texto es una reunión de historias y de voces a las que sume la propia, al final siempre hablamos de lo que conocemos o, mejor aún, lo que vivimos. Es en ese mundo, el de la literatura, donde me defiendo, donde puedo crear algo y enseñarlo sin miedos, donde tengo la esperanza de poder construir algo que tenga sentido. En la vida real soy una persona bastante poco interesante, anodina, si fuese un color, sería el gris medio, el que se usa para calibrar las cámaras… Por eso me recluyo en la literatura, aunque esa decisión, bueno pueda hacer daño, y es algo que lamento, no soy capaz de unir esas dos piezas sin romper alguna….

    En mi defensa diré que son fotos antiguas, hace un año, estaban en la libretita, necesitaba juntar esas voces, y quería hacerlo con tiempo, es lo bueno de no tener ninguna obligación, que tienes todo el tiempo del mundo. Tengo muchos faros, un par de playas que no recuerdo, vine con mucho trabajo 😉

    Sobre la foto de la catedral, me llamó mucho la atención, esa figurita e la virgen en colores en medio de tanta figura gris de piedra. Parecían estar juzgando a una bruja. Quería acentuar esa sensación, quería meter al observador en la foto, así que recurrí el viejo truco de hacer una foto panorámica, quizás haya ahí unas treinta fotos en total, no lo recuerdo.

    Y, ya que estamos en confianza, una pequeña confesión. He conocido a monjas, sobre todo monjas, que eran unas personas excepcionales, pero siempre me han producido sentimientos ambiguos. Por un lado su fe parecía lo que les obligaba a ello, lo cual me suena extraño, para mi la moralidad no necesita elementos “externos” y, por otro lado, muchas de ellas me parecieron engañadas: llevaban una vida dura en lugares horribles y las medallas se las llevaban otras personas que ni pisaron por allí. Pero, es verdad, hablabas con ellas, y su alegría era luminosa, me habría encantado formar parte de ella. Por desgracia sigo pensando que ellas eran peones en unas manos mucho más siniestras, me cuesta no pensarlo.

    Me alegra mucho que esa sea tu historia, aunque tengo claro que, incluso de no haber sido así, tu verdadera personalidad, tu alegría, tu generosidad, no se habrían marchitado, habría encontrado la forma de salir a flote 🙂 Muchas veces no podemos elegir lo que no pasa, pero si podemos decidir que hacemos con lo que nos pasa. Por desgracia eso lo aprendemos tarde, no siempre tenemos las herramientas necesarias para defender lo que queremos o en lo que creemos.

    Quizás lo mejor que podamos hacer, t&e, el mayor castigo sea ignorarlos, no permitir que hagan mella en lo que somos, como dice Carlos.

  • Laacantha

    Crecí y vivií en el ambiente totalmente atéo , donbde se despreciaba y se burlaba cualquier religión al nivel estatal. Con el transcurso del tiempo, madurando, en los momentos más duros de la vida intentaba buscar el apoyo en la iglesia , no lo encontré . Sin embargo , entendí que la fe y la iglesia no tienen nada en común. En la iglesia ortodoxa no se presta tanto atención a los niños , no los educan, pero las reglas de obedencia todavía más duras que en la iglesia católica. La imagen del Cristo en nuestras iglesias es tan severo y amenazante con el mensaje claro “te veo y te castigo” y nada de amor , compasión , solamente castigando. Pero a pesar de ello a mucha gente la iglesia ayuda sobrevivir , no imaginan la fé sin iglesia. Pues ,eso… “hay gente para todo”.
    Muy buen texto, muchas gracias.

  • Ángeles

    Un texto (otro) excelente, con el que no será difícil para muchos identificarse. Lo cual es, por cierto, otro tanto a favor del texto: la universalidad.

    Saludos!

  • Maria

    Impresionantes las fotografías, te felicito por ellas. A mí no me dan miedo jajaja, (es broma) todo lo contrario, son dignas de admirar.

    Te diré que yo fui a un colegio de monjas, te puedes imaginar, un colegio estricto, y además nos obligaban todos los días a rezar el rosario, y a ir a misa una vez a la semana. Unas ideas retrógradas,
    todo era prohibido, menudas ideas nos inculcaban las monjas, no quiero ni acordarme. Para ellas todo era pecado y así nos lo inculcaban. Me has hecho retroceder aquellos tiempos, Beauséant.

    Me habré perdido unas entradas interesantes, pero bueno, lo importante es que ya voy regresando, y disfrutando de ellas desde ahora.

    Un abrazo.

  • Beauséant

    Gracias a ti, Laacantha, por aportar otro punto de vista. La fe y la iglesia deberían ir de la mano, pero tienes razón, se comportan como entes diferentes. Incluso, la iglesia parece vivir a veces de espaldas a la fe.

    El Dios de la doctrina católica siempre me ha parecido que tenía un poco de chantajista emocional. Muchas pruebas, mucho hacerte sufrir porque te quiere.

    Un poco como en los caballeros de la mesa cuadrada y la dama del lago, ¿no?, Miquel Cartisano
    , o sea que eres el elegido porque una mujer te dió una espada oxidada??

    Hay decisiones que se toman aún antes de saber que las has tomado, Alfred Comerma Prat, tardas un poco en darte cuenta de que lo has hecho y, entonces, te invade una gran paz que te dice que es la decisión correcta.

    Muchas gracias, Ángeles, de corazón. Las personas compartimos muchas cosas, ¿verdad?, casi todas nuestras historias son universales. Tienen un capa de costumbres propias, religiones, comidas… pero, en el fondo, parece que la humanidad siempre anda enredada en las mismas cosas. Es una pena que no comprendamos lo parecidos que somos, nos iría mejor, ¿verdad?

    Me alegra tu vuelta, Maria, aquí siempre ando con las mismas cosas, enseguida te pones al día 🙂 Sospecho que ciertos colegios, ciertas educaciones, son una fábrica de ateos militantes.. espero no haberte causado mucho dolor regresando a esos días.

  • Maman Boheme

    Nunca me han gustado las iglesias. Ni siquiera entro cuando hago de “turista”. Quizás tuve suficiente de pequeña. Y eso que no tengo malos recuerdos del colegio de monjas al que fui. Habían hermanas muy buenas, muy viejitas, muy dulces, a las que queríamos mucho. Sólo recuerdo a una, a la que llamábamos “escarabajo”, tenía muy mala leche y se metía con las niñas que menos tenían. Yo iba a una escuela muy humilde de Girona, todas las niñas éramos parecidas, de padres de clase media trabajadora, pero habían unas niñas que se quedaban en el colegio porque sus familias o bien no tenían dinero o había maltrato.
    Y esas monjas se hacían cargo de ellas. La “hermana escarabajo” siempre las humillaba de alguna manera. Creo que fue por ella que no hice la comunión…me hartó tanto su desdén…

    También tuve la suerte de tener una abuela de “otra religión” (era Evangelista del Séptimo Día) y puede ver la diferencia de iglesias, de manera de enseñar. La iglesia de mi escuela era como todas las iglesias frías, lúgubres y con ese aire tan de dolor…La iglesia de mi abuela no era así. Carecía de imágenes.

    Y eso que te he de confersar…que un día fuimos de visita a un Convento de Clausura y me emocionó…ver a esas monjas en medio de la nada (de la montaña), viviendo con tan poco. Algunas no hablaban…otras tan amorosas…Me fui con la idea que me gustaría vivir ahí,jejeje…Siempre me ha fascinado y me sigue fascinando la Fe. Esa Fe que hace que una persona deje todo para “servir” a alguien a quien no sabes ni si existe. Esa sumisión, esa manera de entregarse…

    Pero de esa Fe se aprovechan muchos. De esa entrega, de ese trabajo que hacen muchas monjas. Y de la manera que el humano hace que la balanza se incline hacia el miedo para poder aprovecharse de la debilidad de la gente.

    Mi madre también me apoyó cuando no quise hacer la comunión. También me dijo que creyera en lo que me hiciera bien. Que ese era el camino. No el que la religión me dictaba.

    Creo que me convertí en atea a los siete u ocho años. Dejé de creer simplemente. Y sigo sin hacerlo y te digo que envidio a todas esas personas con fe…

    Te mando un abrazo gigante Beausèant!!!

  • Maman Boheme

    Nunca me han gustado las iglesias. Ni siquiera entro cuando hago de “turista”. Quizás tuve suficiente de pequeña. Y eso que no tengo malos recuerdos del colegio de monjas al que fui. Habían hermanas muy buenas, muy viejitas, muy dulces, a las que queríamos mucho. Sólo recuerdo a una, a la que llamábamos “escarabajo”, tenía muy mala leche y se metía con las niñas que menos tenían. Yo iba a una escuela muy humilde de Girona, todas las niñas éramos parecidas, de padres de clase media trabajadora, pero habían unas niñas que se quedaban en el colegio porque sus familias o bien no tenían dinero o había maltrato.
    Y esas monjas se hacían cargo de ellas. La “hermana escarabajo” siempre las humillaba de alguna manera. Creo que fue por ella que no hice la comunión…me hartó tanto su desdén…

    También tuve la suerte de tener una abuela de “otra religión” (era Evangelista del Séptimo Día) y puede ver la diferencia de iglesias, de manera de enseñar. La iglesia de mi escuela era como todas las iglesias frías, lúgubres y con ese aire tan de dolor…La iglesia de mi abuela no era así. Carecía de imágenes.

    Y eso que te he de confersar…que un día fuimos de visita a un Convento de Clausura y me emocionó…ver a esas monjas en medio de la nada (de la montaña), viviendo con tan poco. Algunas no hablaban…otras tan amorosas…Me fui con la idea que me gustaría vivir ahí,jejeje…Siempre me ha fascinado y me sigue fascinando la Fe. Esa Fe que hace que una persona deje todo para “servir” a alguien a quien no sabes ni si existe. Esa sumisión, esa manera de entregarse…

    Pero de esa Fe se aprovechan muchos. De esa entrega, de ese trabajo que hacen muchas monjas. Y de la manera que el humano hace que la balanza se incline hacia el miedo para poder aprovecharse de la debilidad de la gente.

    Mi madre también me apoyó cuando no quise hacer la comunión. También me dijo que creyera en lo que me hiciera bien. Que ese era el camino. No el que la religión me dictaba.

    Creo que me convertí en atea a los siete u ocho años. Dejé de creer simplemente. Y sigo sin hacerlo y te digo que envidio a todas esas personas con fe…

    Te mando un abrazo gigante Beausèant!!!

  • Beauséant

    Has descrito perfectamente lo que intentaba explicar a María ahí arriba, Maman Boheme, hay gente muy buena y entregada en todas las religiones, alguien que cree en el mensaje, que se entrega por completo, pero da la sensación de que son utilizados, que alguien ha convertido algo maravilloso en un negocio. He visto a monjas llevando negocios sin ver dinero, haciendo obras para el mérito de otros.. La Fe, ese gran misterio, reconozco que sí, me dan mucha envidia, lo digo en serio, me encantaría poder sentir eso, esa fuerza, esa convicción absoluta que te permite vivir en paz. Yo la perdí también, no recuerdo cuando, pero fue un chasquido de dedos, de un día para otro.

    No me he acercado mucho a otras iglesias, en las inglesas parecía haber más “servicio comunitario”, menos protocolo, pero no la conozco lo suficiente y también tienen un pasado oscuro. Supongo que es imposible no corromperlo todo, ¿verdad? También he visto eso que comentas, el desdén a ciertas familias que no consideran dignas, en el fondo buscaban que se sintiesen “sucias”, indignas de alcanzar el reino de los cielos.. no sé, era una psicología enferma.

    Muchas gracias por tu comentario, ha salido duplicado, pero no importa, así lo leo dos veces 😉

    Un abrazo

Leave a Reply