la batalla
El jardinero y la hiedra llevan diez años enfrentados en una batalla interminable. La hiedra, aferrada a cada fisura, abraza la frÃa piedra y asfixia cada resquicio, cada arista. El jardinero, defendiendo el territorio centÃmetro a centÃmetro, luchando cada dÃa por abrir huecos en puertas y ventanas.
El jardinero todos los dÃas se enfrenta a la hiedra, y todos los dÃas lo hace sabiendo que se trata de una batalla perdida.
El tiempo de la hiedra es infinito; una criatura que ha crecido desde raÃces profundas y ocultas de las que emerge una savia siempre nueva, una corriente que nunca se detiene, que recorre cada ramificación nutriendo las hojas que brotan verdes y brillantes, incansables. La hiedra es una presencia sin tiempo y sin lÃmite, una fuerza renovadora cuya única misión es colonizar cada grieta, tomar posesión de cada centÃmetro, porque sabe con la certeza de lo inevitable que la vida se abre paso incluso sobre cualquier obstáculo.
Mientras tanto, él sigue siendo el mismo, un cuerpo limitado que, dÃa a dÃa, se va quedando sin aliento, un ser que no se renueva. Cada enfrentamiento con la hiedra le exige un esfuerzo titánico, un desgaste silencioso que sólo él percibe en sus manos temblorosas, en sus pasos cada vez más lentos. Es consciente de que su tiempo se agota, apenas un destello en la historia sin final de esa planta que lo rodea y, eso es lo peor de todo, que lo sobrevivirá.
No se rendirá, no puede hacerlo aunque intuya que no hay batalla posible porque el edificio ya ha dejado de existir. El jardinero sospecha que debajo de la hiedra el granito del edificio ya ha desparecido, que ya no hay piedra, ni madera ni cristal, los elementos primigenios de la humanidad.
Bajo la hiedra sólo hay más hiedra sostenida en el aire como si fuese un encantamiento.
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20 Comments
gabiliante
la naturaleza se abre camino aunque el hombre corte y ampute toda la jornada laboral y más rato aun si se convierte en algo personal, pero con el mismo resultado
Solo se me ocurre un jardinero (a cuyos pies cayó el mismÃsimo presidente de los USA) capaz de derrotar a la hiedra, y es Peter Sellers , alter ego de Chanche Gardiner, protagonista de Bienvenido , Mr, Chance.ðŸ˜
Abrazooo
अनतà¥à¤¤à¤¾ å…‰ 心
Absolutamente espectaculares las fotografÃas y preciosas. ¿Dónde es, si no es mucho preguntar? He pensado “es muy inglés o británico” pero puede ser perfectamente Irlanda.
Me ha gustado la descripción de la hiedra. Asà es, el poder inconmensurable de la naturaleza que no entiende de barreras arquitectónicas y lo coloniza todo. Tu entrada viene a ser un equivalente a lo de “no se puede ponerle puertas al campo”.
¿Ves lo que me decÃas de la voluntad el otro dÃa, de un titánico esfuerzo por imponerla frente a la tozuda realidad? El jardinero vendrÃa a ser el ejemplo perfecto… y desde luego no me identifico en absoluto con esa tesitura.
La hiedra ya sustituyendo a los materiales primigenios del edificio me ha hecho recordar una entrada de mi blog. Mirando un dÃa alucinantes fotos de templos budistas en Tailandia (hay una barbaridad) me encontré con las de un pequeño templo (literalmente, un habitáculo) que se hubiera venido abajo pero que lo sostienen las raÃces de los árboles que lo han envuelto y abrazado totalmente. Es fascinante. Se llama Wat Bang Kung, en la localidad de Samut Songkhram. Me ha costado unos minutos, pero aquà en iStock hay una buena fotogalerÃa…
https://www.istockphoto.com/es/search/2/image-film?phrase=buddha+statue+of+wat+bang+kung
Namaste.
Eva
Es una imagen fascinante y a la vez terrorÃfica. Una lucha desigual contra un gigante que crece y se expande sin esfuerzo, porque está en su naturaleza colonizar cada centÃmetro y seguir avanzando. ¿Qué es lo que hace al jardinero continuar desafiando a lo que tarde o temprano le vencerá? ¿Su instinto de supervivencia, el orgullo, la costumbre? La naturaleza es invencible, como lo es el tiempo o la muerte (¿por qué no una imagen simbólica?) para el ser humano.
Beauséant
No sé los jardineros, gabiliante, pero cuando tengo que dedicar toda mi jornada laboral a algo, no suelo ponerle mucho empeño, esa enredadera ya me habrÃa comido, te lo aseguro 🙂
Madre mÃa con la referencia que te has marcado, muy buena, he tenido que rebuscar en mi cabeza y en la wikipedia para recordar la pelÃcula del jardinero 🙂
Irlanda, asà es, अनतà¥à¤¤à¤¾ å…‰ 心, sigo sacando fotos del disco duro de aquel viaje 🙂 En concreto son la de Universidad de Galway. Creo que me habrÃa gustado estudiar en universidades con esos edificios, parece imposible no salir más sabio de ahÃ, ¿verdad? Esas piedras, esos ventanales, la mÃa era una enormidad de ladrillo.
La entrada no estaba planeada como un enlace con la anterior, pero tienes razón, al final siempre hablo de las mismas cosas 🙂 Efectivamente, la hiedra ganara, entonces, ¿para qué presentar esa batalla? Pero, claro, ahà entrarÃan otras consideraciones, al final hay batallas que hay que presentarlas aunque se hallen perdidas de antemano, ¿o no? Según pasan los años tengo una respuesta diferente para esa pregunta…
Me ha gustado mucho las fotos del templo, más que abrazarlo, parecen asfixiarlo, es algo más contundente que la hiedra. Es curioso, en algunas partes han tratado de domesticarlo y abrir un hueco que el árbol acepta creando una hornacina… Un lugar mágico, sin duda. Gracias por compartirlo.
Has resumido muy bien las motivaciones que tenemos para ciertas cosas, Eva, ¿Su instinto de supervivencia, el orgullo, la costumbre? .. a veces hacemos las cosas, simplemente, porque llevamos siglos haciéndolas, porque alguien las hizo antes y nos las entrego como una especie de deber sagrado… Un dÃa, aparece alguien de fuera, te pregunta el motivo y resulta que no sabrÃa responder. De repente, toda tu vida a la basura 🙂 En eso también gana la hiedra, nunca se hace preguntas, sólo sabe del siguiente centÃmetro que debe ganar.
अनतà¥à¤¤à¤¾ å…‰ 心
No, para nada una entrada planeada para enlazar con la anterior. La correlación con el tema de la voluntad se me ha ocurrido a mÃ.
Por cierto, la hiedra y el jardinero no tienen que ser forzosamente rivales ni enemigos, aunque entiendo el sentido de esa pugna… cada cual se esfuerza en justo lo contrario que el otro.
¿Qué tal si lo planteamos con este sÃmil? Si el edificio es la cabeza y la hiedra el pelo que crece… el jardinero es el peluquero.
José A. GarcÃa
El tiempo les pertenece, nosotros apenas jugamos con él, y con ellas.
Saludos
J.
Anna
gracias por tu visita
cuidate mucho
Cabrónidas
Bueno, supongo que la única diferencia es que el jardinero, como todo humano, está de paso. Un dÃa cascará y será criadero de larva, pero ¿quien no arregla su jardÃn en caso de tenerlo?
Beauséant
Es cierto, अनतà¥à¤¤à¤¾ å…‰ 心, que en cada enfrentamiento con la naturaleza veo eso, un enfrentamiento, no una colaboración. No recuerdo donde leà que parte de esa cultura de luchar contra la naturaleza tiene que ver con las raÃces cristianas, fuimos expulsados del paraÃso y, desde ese dÃa, el mundo se convirtió en un lugar hostil que hay que doblegar. Lo cierto es que los humanos, cuando queremos, podemos trazar una simbiosis con la naturaleza, ¿verdad? Quizás no aceptarla en toda su extensión, pero no esa necesidad de doblegarla a cada paso que damos.
El simil del peluquero me gusta, pero en el fondo el pelo tiene una vida más finita que la de esa hiedra. Cuando ese edificio sea un montón de ruinas, la hiedra seguirá por ahà dando vueltas…
Sospecho que le pertenecemos al tiempo, José A. GarcÃa, por mucho que tengamos un reloj para domesticarlo 😉
Muchas gracias, Anna
Muy potente esa imagen, Cabrónidas, un criadero de larvas.. Me he imaginado al pobre jardinero sirviendo de abono para la puñetera hiedra, eso sà que serÃa un castigo cruel, ¿verdad?
Alfred
Muy bien encontrada la cita de Gabiliante. 😉
A mà me encantan esas mansiones cubiertas por la hiedra. La encuentro más elegantes y misteriosas.
Claro que hay quién en un arrebato de falso raciocinio, se carga las raices de la invasora planta, y se queda tan ancho.
Citu
Que hiedra más fuerte. Me gusto la historia.
Toro Salvaje
En mis fantasÃas más hermosas la naturaleza ha podido con todo.
Bajo ella quedan los restos de un mundo que desapareció.
MarÃa
¡Impresionantemente impecables las imágenes BEAU! Como si hubieras sacado la escuadra y el cartabón por la perfecta simetrÃa que presentan, ¡increÃbles! ¡ meencantan! FÃjate que hasta he dudado si era la misma en diferente época del año jaja la forma de las piedras de delante de la puerta, es lo que me ha confirmado que no: ) y ..¡qué mágica historia has hilvanado alrededor de estas dos imágenes!.. Esa obsesiva y desigual lucha entre el pobrecito e impotente jardinero frente a una fuerza de la naturaleza, como es la hiedra incombustible y absolutamente exuberante ¿ Te imaginas que de verdad tras la hiedra no hubiera paredes? jaja ¡qué blanditas! Y qué gusto, salvo por el frÃo y el agua …meter la mano entre sus hojas desde la calle y estar dentro de la casa tomando el five o´clock tea ; ) ¿Sabes lo que creo? Un jardinero jamás se pelea con las plantas, de hecho las conocen muy bien. Saben perfectamente que con la hiedra no hay término medio o la arrancas de raÃz o la aceptas. Si es asÃ, aceptas todos los bichos que la pueblan, su incansable necesidad de inocular sus raÃces por todos los rincones tal cual comentas, no harÃan desaparecer la pared, como has escrito en este realismo mágico tuyo, pero sà podrÃan llegar a derribarla. A mi me gusta mucho la hiedra, pero sobre seres inertes, cuando la veo crecer alrededor de un árbol pequeño la arranco, porque sé que lo puede terminar asfixiando, pero los enormes no, los tapiza, como el musgo, Galicia es la tierra de los tapices de musgo y hiedra. Me ha encantado esta visita a tu casa de hiedra, mil gracias, un beso! ..y descansa mi querido jardinero, me ha parecido que te has transmutado en él , asumió tu filosofÃa de vida : )
Beauséant
Lo ha complicado un poco, ALFRED, 🙂 ConocÃa la pelÃcula, pero no recordaba los nombres, por suerte internet siempre viene a suplantar a mi pobre memoria.
El falso raciocinio es peligroso, sÃ, sirve para justificar cualquier cosa.
Un adversario terrible, sin duda, CITU
Tranquilo, TORO SALVAJE, que ya va quedando menos, la hiedra bailará sobre nuestros restos como una serpiente que baila al ritmo del hindú, ya lo verás.
Muchas gracias, MARÃA, siempre ando buscando simetrÃas.. en mi vida y en las fotografÃas 😉 Son, efectivamente, edificios diferentes, pero separados por muy poco espacio, sin embargo parecen dos tipos de hiedras diferentes.
Me encantarÃa vivir en un edificio asÃ, sólo de hiedra.. al menos durante una temporada, debe ser complicado colgar cuadros ahà 🙂
Tienes razón, un jardinero no se pelea con las plantas. Ya sabes esa metáfora, la de los cazadores que arrasan con todo y, cuando no queda nada, se desplazan a un lugar nuevo, y los agricultores, los jardineros, que permanecen en el lugar y, por lo tanto, hacen lo posible por cuidarlo y conservarlo. Con la hiedra pasa como con algunas personas, debes aceptarlas como son o alejarte de ellas. Si tratas de cambiarlas las conviertes en otra cosa que las anula por completo.
Los bosques en tu tierra son mágicos por eso, porque puedes ver castaños, robles y hayas milenarias totalmente cubiertas por la hiedra y el musgo en una extraña simbiosis. No sabes nunca si las ahogan o las cubren, si ya son un único organismo o aún son independientes.
Mi filosofÃa de vida, sÃ, un poco me temo, pelear siempre y en todo momento, contra los molinos, contra los gigantes, pelear de pie, sentados o cómo venga.. Vaya forma de complicarlo todo, ¿verdad?
Un abrazo enorme
Lua
¿Y si esa batalla del jardinero contra la hiedra no fuera un ejercicio de futilidad, sino su mayor fuente de sentido? ¿Y si, para él, enfrentarse cada dÃa a esa planta que insiste en brotar no fuera un acto desesperado, sino una celebración de la vida? En Japón existe el concepto de ‘ikigai’, que representa aquello que da propósito a nuestra existencia, lo que nos motiva a levantarnos cada mañana. Quizá, para este jardinero, su ikigai sea precisamente esa lucha. Cortar la hiedra, aunque vuelva a crecer, no es un fracaso, sino una pequeña victoria diaria. Y esas victorias, por efÃmeras que sean, tienen un valor inmenso porque lo conectan con la esencia de la vida… con el esfuerzo, el propósito y el placer de enfrentarse a un desafÃo. Cada hoja de hiedra que el jardinero corta, cada centÃmetro de terreno que recupera, es un recordatorio de que está vivo, de que aún puede actuar, de que aún puede luchar. Esa sensación, ese impulso, puede ser suficiente para llenarlo de satisfacción. Cuando el jardinero ya no esté, cuando su tiempo termine, lo que haya ocurrido con la hiedra ya no importará. Pero mientras esté aquÃ, su lucha reafirma su deseo de vivir. Porque, al final, lo que importa no es el resultado, sino lo que hacemos con el tiempo que se nos da. La vida vale la pena, no porque sea perfecta o eterna, sino porque nos ofrece la oportunidad de participar en ella, con todas sus imperfecciones, retos y belleza.
Tu última frase me ha enamorado, y las fotografÃas, evocan algo mágico… son bellÃsimas, como si pertenecieran a El JardÃn Secreto (qué pesada soy con esta historia). En él cada espacio recuperado, guarda un pedacito de esperanza, incluso lo más pequeño puede llenarnos de propósito, Beau… Me gusta leerte, besitos 🙂
Beauséant
Vaya, Lua, mira que me encantan los términos japoneses, tienen uno para cada situación, pero no conocÃa el que nos has traÃdo hoy, es una maravilla. Lo primero que he hecho es buscar la etimologÃa, porque eso es otra cosa que me encanta de sus términos, y me he encontrado con: El término ikigai se compone de dos palabras japonesas: iki (生ã?), que se refiere a la vida, y kai (甲æ–?), que por rendaku da lugar a gai y aproximadamente significa «la realización de lo que uno espera y desea». Lo dicho, una maravilla.
Ahora lo tengo claro, mi jardinero era japonés 🙂 Creo que en esa filosofÃa vital, aunque a veces mis palabras parezcan ir por los derroteros de la derrota, pero es asÃ, lo he escrito alguna vez: la vida es una pelea, una pela de la que no aspiras a salir vencedor, una pelea que luchas con lo que tienes y hasta donde puedas. ¿El resultado?, no importa, la victoria, si la logras es azar, lo que cuenta es la pelea.
También podemos darle la vuelta, ¿qué te parezca?, que la propia hiedra tenga su ikigai, llegar lo más lejo posibles, ocupar todo el territorio que le sea permitido y ha encontrado un adversario a la altura de su tenacidad.. Si nos dejan cinco minutos más nos montamos una pelÃcula 🙂
Muchas gracias por traerme una palabra que acabo de hacer mÃa, ahà le he dejado, en la estanterÃa de la entrada para poder usarla siempre que la necesite.
Un abrazo
Natalia Doñate
Me encantó! Quizás ya no haya piedra, pero sà huesos de jardineros..
Beauséant
Esa es buena, NATALIA DOÑATE, imagina su tumba rodeada por la hiedra, eso si que serÃa una buena venganza 🙂
Paloma
Un poco como todos nosotros y nuestras luchas en la vida.
En el caso concreto de tu relato me alegro un poco de que no gane el jardinero porque la hiedra es de una belleza que deja sin respiración. La de tus fotos, me refiero, aunque me suele gustar mucho en general y también suelo hacerle fotos.,( No tan bonitas como las tuyas, he de reconocer.)
Saludos!!
Beauséant
Asà son las vidas, Paloma, cierto, una batalla que planteamos sin saber muy bien el motivo que nos lleva a pelearla. Si tienes suerte, pasas la vida sin plantearte si ha merecido o no la pena, a veces, claro, no tienes esa suerte y te lo planteas cuando ya es demasiado tarde Me gustan las hiedras, me cuesta mucho eliminar lo que para otras personas son “malas hierbas”, me conformo con hacerles fotos 🙂
Me alegra que te hayan gustado
Un abrazo