jinetes de la arena

Existe una variante del surf que sucede lejos de cualquier océano. Transcurre en los desiertos, entre los abrasadores médanos que componen un paisaje lunar. Bajo un sol inclemente, sus practicantes buscan el momento perfecto para deslizarse con sus pesadas tablas, sorteando con pericia la arena iridiscente en pos de la duna perfecta.
Son un grupo pequeño, apenas unas cientos de personas repartidas por todo el mundo, cohesionados y fieles como una aguerrida secta. Nunca se rinden ante la incomprensión que despiertan en los demás. Saben que no hay perpetuidad en sus actos, que nadie saldrá a recibirles con orgullo cuando regresen a casas que siempre encontrarán vacías, y que ningún niño escuchará ensimismado aquella vez que una tormenta de arena lo dejó sepultado durante días al borde de la inanición.

¿Dónde queda la victoria?, ¿dónde la gloria? Ellos no lo saben, no la buscan. Sólo queda la arena infinita, el sol inabarcable y una voz. La voz del desierto que resuena en su interior y les empuja, cada vez más lejos, cada vez más dentro de desiertos imaginarios que existen ajenos a cualquier cartografía.
Son una comunidad, esa es su salvación, el frágil hilo que los mantiene unidos. Se reconocen entre ellos con el nombre de “jinetes de la arena“, pero no hay orgullo cuando lo dicen, hay una sonrisa triste al decirlo, un especie de sarcasmo: el humor macabro de quien lo ha dado todo por perdido.
Sus vidas suelen ser breves, la arena es cruel y no admite ningún fallo. Los nombres de los caídos pasarán entre susurros como piedras gastadas de tanto frotarlas. Sus hazañas, sus pequeñas victorias, formarán parte de una tradición oral que comparten y en la que es imposible distinguir la realidad de las leyendas.
Nunca dejan nada por escrito, sus vidas, dicen, han sido escritas en la arena, y el viento se las llevará sin dejar un rastro que seguir. Los caídos viven en la memoria de los vivos y saben que no hay mejor manera de honrar sus vidas que no rendirse, que salir cada mañana a buscar la duna perfecta. La que, al fin, los redima, la que lo justifique todo.

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23 Comments
Joiel
La voz del desierto ha hablado y sus palabras en forma de arena se ha metido en los ojos, en el teclado.
tonYerik
Para todo hay un momento aunque el sandboarding me suena un montón onírico y con un alo de majestuosa soledad.
Pero quien sabe…
tonYerik
se fue la h a la mierda
Milena
El desierto como antagonista del mar… uno estéril, y el otro con tanta vida… acogen una misma voz.
Eva
Ser un jinete en el desierto y resignarte a que tu huella se pierda en la arena, movida por el viento (como el reflujo del agua se lleva las marcas de nuestros pasos en la playa) y nuestro recuerdo quede sepultado en la memoria de los que quedan, sabedores de que cada vez será más tenue y por fin desaparecerá. ¿No es una metáfora de nuestra propia vida?
José A. García
No solo la arena es cruel en esta vida.
Saludos,
J.
Cabrónidas
Muy acertado lo de jinetes de la arena. De los cuatro elementos, quizá la tierra es el más inofensivo para nosotros.
Gabi C S
Pues iba a hacer una coña con lo de los trajes de neopreno, pero veo en la última foto que sí que los usan.
Parecen amigos de lo imposible. Como se impulsan? Solo cuesta abajo?
Supongo que conoces uno o no habías ido a hacer fotos.
Abrazooo
Beauséant
Una historia que debía ser contada, aunque no nació para ser contanda, Joiel.
En el momento que le pongan un nombre así, tonYerik, será porque se ha convertido en un deporte de masas, una especie de religión new age de esas tan de moda. Ahí será cuando todo se vaya con tu h, a la mierda.
Pero, Milena, la gloria se la lleva el mar, siempre se la lleva el mar, o el agua. Cientos de libros de gente que ha cruzado mares, o desiertos sí, pero helados, pero apenas sabemos nada de los que cruzaron el desierto.
Ni más ni menos, Eva, los jinetes creo que los sospechan, que en el fondo lo que escriben son las vidas de todos en esa arena. No somos nada, y nada dejaremos tras nuestro paso. No es triste, no es malo, es la vida.
Al menos, José A. García, la arena cumple su cometido sin excusas. Otro tipo de maldades parece que requieren muchas justificaciones envueltas en mentiras, ¿no te parece?
Casi todo nos puede matar, Cabrónidas, pero de todos los elementos parece el único en el que podemos sentir algo parecido a la seguridad. Somos criaturas terrestres, aunque digan que venimos del agua.
No se mueven mucho, Gabi C S, justo es reconocerlo, posicionan sus mentes, se concentran en la arena y, de repente, es el desierto el que se mueve a su alrededor, desde fuera apenas se aprecia. Me permitieron compartir un poco de sus vidas una temporada, pero supe que esa no era mi vida.
Citu
En la rena se puede divertir mucho. Te mando un beso
ConejoOdiaGuordpres
Honestamente me encantaría ser uno de ellos, no sé, la adrenalina y esas cosas, si muero, fue haciendo lo que más me gusta. Que viva la vida. Los odio a todos.
Maia
Fui a las dunas, no se me ocurrió tomar fotos, vamos, ni sacar el móvil, lo que me pareció una gran tormenta, los cuidadores dijeron que era nada. El calor es duro, la piel te arde. A algún descerebrado se le ocurrió llevar su golden retriever y ponerlo a correr por encima, el pobre jadeaba excesivamente; y tomaba agua sin parar, también mojaban su cuerpo y no terminaba de recomponerse.
El desierto, las dunas es un lugar bonito, nunca volví.
Ángeles
¿Se trata de ponerse a prueba, de comprobar los limites de cada uno, de interactuar con la naturaleza? ¿ Será que hay que ir siempre a por algo más, algo que todavia no se haya hecho, o lo hayan hecho pocos?
¿Será afán de superación, necesidad de emociones fuertes, deseo de sentirse distinto y a la vez parte de una comunidad de iguales? Los ermitaños nunca conoceremos la respuesta 😉
María
jaja por raro que te resulte, estos calamitosos jinetes de arena tuyos, existen! Y ni siquiera hace falta ir al desierto, los mismos surferos de Tarifa que vuelan con sus tablas sobre las crestas de las olas, lo hacen sobre las dunas, pero no surfean en la arena sobre las tablas de agua, usan unas tablas parecidas a las de snowboard, y también con unas cuadradas a modo de trineo, yo me tiré con una de esas jaja de las otras no me atreví, no tengo un espíritu tan intrépido y sobre todo, mi equilibrio deja mucho que desear, pero es muy divertido.. Siento romperte la imagen épico apocalíptica que me ha parecido querías darle a este estupendo texto tuyo : ) aunque muchas de las características que les atribuyes son tal cual, no hay ánimo de competición, ni de gloria, ni de hacer grandes gestas, sólo ánimo de disfrutar y divertirte, como cuando los niños se tiran arrastras por la nieve, sólo que no te mojas, ni hace frío .. Y sí que admite fallos, si te tuerces ruedas o te frena en seco la arena, todo lo más comes un poco jaja lo siento BEAU, ya sabes que soy tu pesadilla, por muy drástico y desesperadamente pesimista que intentes ponerte, aquí llegaré yo para desbaratarte el plan.. perdón! ; ) Lo que no recuerdo es como se llama esta actividad, si lo recuerdo te digo .. Creo que esta secta tiene en común que comparten un hilo invisible, sí… que están todos un poco pirados , por eso me uní a ellos un día, sólo uno : ) Las imágenes son geniales, de hecho el color resplandeciente de la arena de la primera y la última parece que las convierte en montañas de oro .. Un beso, mi querido jinete de las apocalipsis domésticas ; )
Nino
Hola, Beauséant:
La lectura de tu texto me ha llevado a la niñez, a las páginas de unos “Trueno Color” donde ‘el capitán’ y sus amigos se enfrentaban a unos malvados que navegaban con un barco sobre el desierto.
La arena es una superficie que asocio a la libertad, asociación que me vuelve a llevar a la infancia y a las largas jornadas de playa durante las que se me concedían libertades efímeras que no disfrutaba sobre el asfalto.
Han sido dos las veces en las que he intentado hacer surf y he logrado hacer el ridículo. Eso sí, fue sobre el agua, no en la arena.
Un placer leerte.
Beauséant
Que se lo digan a los gladiadores, Citu 😉
La adrenalina dura poco, Conejo, cada vez necesitas un chute más grande de emoción.. pensaba que los conejos no eran de ir buscando grandes sustos en sus vidas. Al menos los que pululan por mi barrio parecen la más de adocenados y felices.
Es un entorno hostil, tienes razón, Maia, de esos lugares que te gritan que no quieren verte, que no eres bien recibida en sus dominios. Es bonito verlo, hacer unas fotos y salir corriendo a un coche con aire acondicionado… no, no es un lugar para volver.
Supongo que es un poco de todo eso, Ángeles, se resume en la voz, nada más. Te despiertas un día siendo una persona normal, con trabajo, hijos, dudas y dolores, sientes la voz en tu interior y ya nada importa. Dejas la cafetera sin terminar, la cama sin hacer y nadie vuelve a saber de ti hasta pasada una década. Y vuelves, pero es como si no hubiéses vuelto porque ya nadie te conoce… Hay respuestas que es mejor no conocer 😉
Maldita sea, María, no hay épica que resista la cruda realidad de tus palabras 🙂 Madre mía, qué bajona me acaba de entrar… además de una gran curiosidad, no tenía ni idea de que existiese semejante deporte. Aunque, qué tontería, porque hay más deportes que personas, ¿verdad? Y si encima me dices que la arena te perdona, que de verdad hay segundas oportunidades, me chafas por completo el día 🙂
Lo bueno es que me has evitado hacer el ridículo, ya tenía la maleta hecha y el manifiesto proclamando las bondades de mi nueva secta. En fin, tendré que seguir dándole vueltas al tema, algo me saldrá, ya lo verás.
Los locos luminosos me parecen geniales para compartir un día con ellos, un sólo día, luego ya es mejor volver a lo conocido, ¿no te parece?
No he intentado hacer nunca surf, Nino, tengo una preocupante ausencia de coordinación, pero me gusta la plasticidad, la elegancia de casi todos los deportes. Siempre he sido un obervador de las vidas ajenas, olviando a veces vivir la propia, por eso la fotografía, por eso tantas cosas.
La arena, los espacios infinitos, para mi son Julio Verne y el inicio de una aventura , sí, esos lejanos soles de la infancia.
Maia
Sandboarding, no lo recordaba pero es así que le llaman a ese deporte, no usan esos trajes de neopreno, más bien shorts y playeras sin mangas; y nos deslizamos que parecía caída libre, esas dunas -de Bilbao- son tan empinadas que terminas cayendo si no tienes buen equilibrio -no lo tengo-; y te da unas revolcadas que parece estás en esas películas gringas. Las arenas te golpean; y duele, pero no son tan duras como el pavimento y sales magullada pero salva. Cuando te das cuenta estás muy lejos del resguardo; y del agua; y tienes un empinado que subir y yo no puedo estar tanto al sol, solo una vez lo hice y cómo te dije, no volví.
Etienne
Rescato el espíritu de grupo, de conjunto que persigue los mismos ideales y tienen los mismos gustos generales en la vida. Ya sea en el mar, en el aire o en en entorno arenoso de un desierto (que es cualquier cosa menos estéril), es mejor de a muchos que en soledad.
neuriwoman
Pero que bonito me ha resultado leer su poética historia, es todo tan épico; aunque cuando leí el título pensé en que irían a caballo por la orilla del mar. Creo que si todavía no existen habría que inventarlos y sacarles de su humildad para crear esa nueva modalidad en los próximos juegos olímpicos. Tablas sin ruedas ni motores, solamente guiadas por el impulso de su imaginación. Feliz inicio de semana
Toro Salvaje
No conocía su existencia.
Primera noticia.
Si lo disfrutan nada qué decir.
En un mundo donde hay colas larguísimas para coronar el Everest ya no me extraña nada.
La gente necesitas retos, heroicidades, llamar la atención…
No es mi caso.
Yo adoro pasar desapercibido.
Saludos.
Beauséant
Al final me habéis fastidiado toda la Épica del relato, pero a cambio he aprendido una palabra nueva, MAIA. Sospecho que es uno de esos deportes que empezaron como una locura maravillosa y ha acabado siendo, como todos los deportes, algo caro y elitista, ¿verdad? Parece que ya no puedes ni salir a correr sin unas zapatillas de alta tecnología. Tal y como lo has descrito la verdad es que no quedan ganas de repetir pero, claro, algunas personas buscan en esas emociones lo que no encuentran en sus vidas. Las personas cobardes, como yo, nos refugiamos en lugares imaginarios.
Estoy de acuerdo, Etienne, mi soledad no ha sido buscada, quizás si merecida, pero sé lo maravilloso que es encontrar personas en las que arde la misma llama que late en tu interior. Obsesionarte con algo y saber que es una obsesión compartida hace el mundo un lugar mejor.
No creo que ellos quisieran eso, neuriwoman, cuando el mundo presta atención a algo, lo acaba destrozando. La imaginación es lo que nos salva, pero no una imaginación solitaria, cuando miles, millones de personas, sueñan algo, el mundo cambia, casi siempre para mejor. Por eso los de “arriba” promueven tanto el individualismo feroz, saben que divididos, como individuos solitarios, no somos nada. Nuestra fuerza es el conjunto.. en el fondo nos tienen miedo, pero no sabemos la fuerza que tenemos.
Los primeros que hacen algo, Toro Salvaje, son los locos maravillosos, los que emiten una luz que dura generaciones. Los que llegan después, los que lo hacen por moda, no son nadie, no merecen grabar su nombre en parte alguna. Te entiendo, siempre quise pasar sin llamar la atención, creo que lo he logrado, soy invisible.
elrefugiodelasceta
Surfear la arena, espera que se enteren en Dubai y empiecen a ponerlo de moda… otro gallo cantará. No subestimes nunca el poder del márketing (y la gilipollez humana).
Beauséant
Tal cual, elrefugiodelasceta, hija, tal cual. Un loco hace una locura maravillosa, lo hace porque le sale de dentro, con pocos medios y jugándose la vida y, pasados unos años, se convierte en algo elitista que requiere una equipación al alcance de muy pocos.