leer,  mirar

vista cansada

El mundo se me ha vuelto borroso últimamente, una especie de bruma espesa que difumina los contornos y lo envuelve todo en la atmósfera densa de un sueño. El distinguido médico que me atiende, sienes plateadas, mirada inteligente y gafas doradas, me ha observado de arriba abajo como si fuese un coche de segunda mano y ha concluido: tiene usted la vista cansada.

No me ha resultado extraño el diagnostico, la verdad, porque todo mi cuerpo parece cansado cuando intento arrastrarlo fuera de la cama cada mañana. La única forma que tengo de lograrlo es engañarle con pequeñas recompensas: si caminas hasta allí te doy una napolitana de crema, si terminas de limpiar la casa, nos podemos sentar un rato a leer esa novela que tienes a medias. Me he convertido en rehén de mi propio cuerpo.

Pero veo bien, nada de vista cansada. Mejor que bien, te lo aseguro. Esta misma mañana, sin ir más lejos, cuando me dirigía a por mi napolitana de crema he visto un halcón apoyado sobre un noray en el puerto. Me he fijado porque era raro verlo ahí, en pleno territorio de las gaviotas. Ha alzado el vuelo, muy digno, y ha dibujado dos piruetas en al aire antes de volver a su puesto en el noray un poco avergonzado, como si las acrobacias no fueran propias de un halcón hecho y derecho.

Así que ahí estaba yo, en el muelle mirando al mirlo… Sí, un mirlo, ¿qué dices de un halcón? No he visto un halcón en mi vida, ni tan siquiera tengo claro cómo son. Bueno, escucha, que me lías .Estaba mirando el mirlo, porque era un mirlo, cuando he visto al hombre de la chaqueta amarilla, cómo para no verlo. Marchaba muy decidido hacia el mar, pura determinación y, de repente, zas, se ha desvanecido. Desvanecido, sí. No hay otra forma de explicarlo. Estaba ahí, y luego no estaba, esa es al definición de desaparecer, ¿no?

Me ha impresionado tanto que mi cuerpo, por una vez, no ha protestado cuando me he acercado a la orilla, solo para confirmar que no había nadie. Entonces he hecho lo único que se puede hacer en esos casos: llamar a la policía.

Para mi sorpresa, en un pueblo donde la oficina de correos nunca parece abierta y los semáforos no terminan de funcionar, el coche patrulla ha llegado bastante rápido. De él, como en una de esas viejas comedias de mi infancia, se han bajado dos policías: uno muy, muy gordo, y otro delgado, casi cadavérico y muy alto.

Parecía que se hubieran intercambiado las personalidades porque el gordo se mostraba intranquilo, con unos ojillos de jabalí que lo barrían todo sin posarse en nada; se mordía las uñas y el capuchón del bolígrafo con el que tomaba notas estaba lleno de marcas de sus dientecillos de roedor. El delgado, en cambio, irradiaba una calma absoluta. Tenía unos ojos grises que te miraban muy fijo, como si te hubiera visto antes en un lugar donde no debías estar y tratara de recordarlo.

He empezado a contarles la historia del chico que caminaba hacia el mar, la que había ensayado como una buena chica mientras esperaba. Justo cuando estaba por contar lo del color de la prenda, los dos policías se han mirado con una complicidad ensayada y han dicho: una chaqueta amarilla, ¿verdad?

El gordo ha cerrado la libreta con un portazo. Ha tosido a modo de disculpa y con una voz que me ha sonado un poco infantil, me ha dicho que no era culpa mía. Que yo había hecho lo correcto al avisar, pero que debía entender que en aquel pueblo no todo el mundo sabía marcharse. Ya sabes, ha añadido mirándome muy fijo, a veces dejamos cosas pendientes y regresamos una y otra vez a los mismos lugares para intentar redimir lo que no supimos arreglar en vida.

Cuando se han ido, me han dejado a solas en el puerto. La niebla del atardecer trepaba ya por mis pantorrillas y un reguero de lucecitas empezaba a encenderse en las casas como pequeñas promesas. He mirado al mar, siempre lo hago, pero esta noche era solo una masa oscura en la que no encontraba consuelo. Al volver la cabeza, el coche patrulla ya no estaba. Se lo había tragado la niebla. Como si, he pensado, nunca hubiera estado allí.

Era la hora de regresar a casa, pero no he recordado cuál era exactamente. He dudado entre dos calles, como si no perteneciera del todo a ninguna. Me he quedado quieta, envuelta en esa niebla que ya no distinguía bien de donde llegaba. He pensado en esa frase, no todo el mundo sabe marcharse. Me ha dado por pensar en mis deudas pendientes, en todo lo que hice mal y me gustaría reparar antes de que sea demasiado tarde.

Y tú, que me has escuchado todo esto con tanta paciencia… dime, ¿me has oído de verdad?
Como hacías antes, cuando aún creía que las palabras servirían para retenerte un poco más.


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28 Comments

  • Paseando de nuevo por la vida

    No sé la razón pero se me han saltado las lágrimas, y ahora todo lo veo borroso

  • Karen M. Paramio

    Todos tus artículos me gustan, el de hoy me encanta especialmente. Primero la foto de la sorprendente farola de la playa, luego la palabra noray, que no conocía, después ese cuerpo cansado que yo reactivo a diario con pequeños soles encapsulados, y además de esas nieblas y esas apariciones, saberse interlocutor y desear tomar de la mano a la narradora, aunque solo sea para perderse juntas.
    Buen domingo y agradable semana.

  • BDEB

    Hoy tus letras calan dentro querido Beauseant. Tantas veces en la vida vemos borroso sin poderlo arreglar con unas lentes, va más allá “esa vista cansada”.
    Me ha encantado.
    Un fuerte abrazo.

  • Kansas

    Ya me he acostumbrado a leer tus entradas el domingo por la mañana, se ha convertido en una especie de placer de la anticipación cuando leo el título, lo que son las cosas…
    Y esta “Vista cansada” me ha conmovido especialmente.
    Abrazos

  • Eva

    Después de buscar en Google la palabra “noray”, me ha venido a la cabeza una vieja película que transcurre en el mar, entre la realidad y lo imaginado, pasado y presente, fantasmas no resignados a su suerte: “Retrato de Jennie” una extraña y deliciosa reliquia, tan fascinante como tu relato de hoy, Beauseant, acompañado por inspiración y magia.

  • Milena

    Beauséant, haces cine con tus fotografías y tus historias.
    Esta salió bien tierna…. y absolutamente cinematográfica.
    Abrazo

  • Neuriwoman

    Alto y claro, la mente siempre va más allá que los ojos, incluso cuando la bruma (mental) se va apoderando de ella. Un relato espectacular, de los que te dejan pensando un buen rato. Abrazos

  • POETAS EN LA NOCHE

    Qué relato tan envolvente… me has dejado con la piel erizada.
    Esa mezcla de cansancio, niebla y misterio está escrita con tanta sensibilidad que parece que una camine contigo en cada escena. Gracias por compartir algo tan intenso y delicado.
    Un abrazo y feliz domingo.🌷

  • Gabi C S

    Ves como tienes que hacer más ficción?
    Pero hacerla conscientemente. No como la protagonista, de mente cansada, aunque no de vista. Para la vista hay las gafas, para la mente creo que no hay mala suficientemente significativo.
    Narrar desde el deterioro cognitivo es realmente complicado.
    Yo también imagino siempre un poli gordo y grande, pero el otro me sale flaco esmirriado y pequeño, no alto.
    Abrazooo

  • Carlos Perrotti

    La vista cansada te ha dado otro gran relato. Lo detectaste, lo viste en detalle y lo relataste con precisión. Cada frase (las palabras elegidas también) se ven muy nítidamente por lo que nos brindan imágenes de una historia que trasunta ahora dentro nuestro venida desde no sé bien si de tus vivencias o imaginación que a la larga -si me pongo cuántico- suelen ser lo mismo, no?…
    Abrazo sin sombrero!!

  • Beauséant

    Creo que eso es imposible, Bonsai con Bayoneta, no debería serlo, pero lo es. Hay un momento en que es demasiado tarde o demasiado pronto, un momento que dura apenas un parpadeo..

    La visa cansada, Paseando de nuevo por la vida, seguramente sea eso. Con el tiempo he descubierto que la vista cansada es algo más que algo que afecta sólo a los ojos, es algo que afecta a todo lo que te rodea.

    Mil gracias, Karen M. Paramio, te lo agradezco mucho… siempre que saco un puerto, intento meter la palabra noray porque me parece preciosa. Es extraño que algo tan tosco, tan centrado en una utilidad tenga un nombre tan bonito… la protagonista se pierde en la bruma, creo que nadie podrá sacarla de ahí, pero acompañarla siempre es posible, cierto.

    Gracias, BDEB, me alegra leerte… Así es, la vista cansada acaba por cubrirlo todo, se propaga por cada mota de voluntad que nos queda en el cuerpo.

    Eso es muy bonito, Kansas, me alegra formar parte de ese ritual. De alguna forma para mi también lo es, me “obligo” a escribir los domingos (y algunos miércoles) para dejar de dar vueltas a los textos y, además, para poder sentarme por las tardes a leer los comentarios… ya sé que todos escribimos sin necesidad de que nos comenten, pero también sabes que eso es mentira 😉

    He leído la descripción en la wikipedia, Eva. Me ha dejado más preguntas que respuestas, y es tan antigua que la tenemos en youtube: https://www.youtube.com/watch?v=U0qF_VtFftY

    Me alegra que haya salido una historia tierna, Milena, a mi también me lo parecía, pero sucede algo con las cosas que escribo: una vez publicada, las muy ladinas, a veces acaban siendo lo contrario de lo que pensaba.

    Me costó escribirlo, Neuriwoman, salir de esa bruma y tratar de volver con algo entre las manos… me alegra mucho saber que logré volver con algo.

    No hay forma de elegir eso, Neogeminis, la velocidad, que todo el mundo se marcha es indudable, pero no elegimos el momento ni la velocidad, ¿verdad?

    Me dolió escribirlo, POETAS EN LA NOCHE, porque a veces siento esa niebla en los tobillos, y nunca he querido adentrarme en ella. Escribirlo, compartirlo, es una forma de llevar luz, hacerlo en vuestra compañía es algo muy grande. Así que gracias.

    Me gusta la ficción, Gabi C S, aunque, en realidad, todo lo que escribo es ficción. Una ficción con raíces en la realidad, a veces esas raíces son más profundas que otras, y, otras veces, las historias siguen su propio curso. Los policías rara vez nos ayudan a salir de la niebla, tampoco importa mucho como los imaginemos.

    El poder del eco es limitado, Alfred Comerma Prat, no puede más que repetir voces inconexas, es a las personas las que les toca darles un significado…

    Son lo mismo, Carlos Perrotti, lo que vives, lo que sueñas o lo que imaginas, son trocitos de cristales que giran y giran bajo la luz, cada uno te entrega una pequeña parte de un mundo que conoces y has olvidado. Escribir es juntar esas piezas y esperar que, con suerte, digan algo… Gracias por tus palabras. Un abrazo.

  • Citu

    Me gusto tu historia a veces cuando mi vista se nubla pero a veces solo necesitas un descanso o un sueño. Te mando un beso.

  • t&e

    Es que llevamos ya muchos kilómetros y el cansancio va siendo muy general, pero bueno, a mi en las nieblas me gusta perderme un rato. Luego ya veremos.

  • Angeles

    La conclusión es evidente: no es que tú veas mal, es que el mundo está desenfocado.

    Estupendo relato, muy interesante y muy atmosférico.

    Saludos!

  • Joselu

    Me he sentido como el rey Shariar al que Sherezade contaba un relato cada noche y conseguía retenerlo en su lecho con ganas de que a la noche siguiente continuara el relato dejado in media res. Así se salvaba de la decapitación, mediante la imaginación lograba enamorar al rey con sus historias. En el fondo, la vida es eso, historias que nos cuentan o que contamos. Nos gusta contar historias y que nos las cuenten. Saludos.

  • Beauséant

    La vida, a veces, es un cansancio, José A. García, estoy de acuerdo. Parece que toca pelear cada centímetro que nos deja, la muy puñetera.. pero, qué remedio, claro, hay que pelearla, o, como bien dice, t&e, aprender a navegar en esas tinieblas, que son mitad mitad niebla mitad ti…

    Un descanso, Citu, una buena compañía, sí, a veces ese lo arregla todo…

    Empiezo a sospecharlo, Angeles, todas las fotos me salen borrosas, y eso que tengo el enfoque en automático.. el mundo, entonces, es el culpable, lo sospechaba.

    A pesar de toda nuestra sofistificación de primates con ínfulas, Joselu, seguimos siendo esos seres gregarios que se reúnen junto al fuego para contar historias, para fabular y hacerlas más grandes. Así construimos los mitos sobre los que asentamos nuestra civilización. Las redes sociales son esa hoguera, pero se ha perdido toda la gracia e intimidad, en los blogs aún queda una poca, ¿no te parece?

  • Toro Salvaje

    Primero es la vista cansada y con el tiempo: la vida cansada… y claro, cuando a uno se le cansa la vida puede elegir marcharse en cualquier momento y de cualquier forma.

    Saludos.

  • Maria

    Excelente narración así como la fotografía, Beauséant. La vista no solo cansada, sino el cuerpo también, porque la vida con los años cansa, y todo pesa. Lo que antes se hacía como algo normal, con los años parece aquello todo un mundo, un exceso.

    Me gusta la frase que has utilizado: “Me he convertido en rehén de mi propio cuerpo”. Es así.

    Un placer disfrutar de tu publicación.

    Que estés pasando un feliz día.

    Un abrazo.

  • María

    Absolutamente deliciosa esta historia, mi querido BEAU! Qué gusto, volver a leerte ! Tras este inicio brumoso no se sabe muy bien si meramente visual, mental o/y además estacional …Como q estabas versionando “vamos a contar mentiras” en modo pájaros jajaja el halcón acróbata se volvió mirlo y de pronto hombre de amarillo desaparecido en el mar .a quien el gordo y el flaco policías no dan demasiada importancia y ahí te dejan sobre el noray ( preciosa palabra ) como a las gaviotas jajaja ..para estar cansado y costarte salir de la cama menudo tute te has dado tú y todos mientras te seguíamos …desde luego esa napolitana con crema tiene más octanos q la gasolina , por cierto !qué ricas están! Imagino tu casa llena de napolitanas de crema por todas las esquinas para motivarte a andar jajaja mil gracias por este ratito , un beso BEAU !

  • María

    ¿Se te ha vuelto todo borroso de verdad ? ¿No te habrás dado un porrazo con la bici? Ojalá no, ojalá tu ausencia sea sólo fruto de la falta de tiempo, pero vaya casualidad, justo vuelto, tú desapareces.. : ( Bueno, por si te anima, te contaré… que aunque fue estupendo ver de cerca los ojos acuosos, casi vivos de una de las niñas de McCurry, otros muchos que surgían en medio de caras cuajadas de grietas o de rostros lustrosos, recién abrillantados. El beso tatuado en el espejo retrovisor de Elliott o ese sacerdote joven volando para alcanzar el balón … Tantas y tantas fotografías emblemáticas y estupendas, debo decirte que eché de menos tus cielos.. Había pocos, en general los fotógrafos de Leica son muy pragmáticos, poco dados a soñar, ni a recrearse en la naturaleza. Creo de verdad que una de tus increíbles fotografías hubiera captado bastante más atención que algunas de las que se exponían allí, te lo aseguro y no exagero un ápice.. Esta misma, en la que cielo y mar parecen uno, con el toque prosaico del poste que la parte en cachitos…

    En fin, espero t encuentres bien y regreses en cuanto te sea posible, un beso BEAU!

  • Beauséant

    Puede ser, Cabrónidas, demasiado amarillo te acaba cambiando la forma de ver el mundo. Apostemos por el azul, el azul del mar, el azul del cielo… ese no hace daño, ¿verdad?

    Tienes razón, Toro Salvaje, parecen que van unidas.. el cansancio que todo lo puede, el cansancio que se lo lleva todo.

    Es doloroso llegar a comprender esa frase, Maria, que tu cuerpo, en vez de ser una herramienta que siempre te ayuda, parece un lastre que te impide hacer las cosas. Los años pesan, la vida cansa.. no siempre es así, claro, hay veces hay luz, a veces hay esperanza, pero los momentos de cansancio pesan demasiado.

    Me ha gustado esa idea, María -qué alegría verte por aquí-, en vez de guardar las napolitanas en un rincón de la cocina, un poco alto para no verlas y acordarme de ellas, desperdigarlas por toda la casa. Qué tengo que ordenar un armario, pues no pasa nada, hay una napolitana en lo alto 🙂 Muchas gracias por tus palabras, la narración estaba llena de brumas porque creo que los años, en vez de darnos claridad en las ideas, lo llenan todo de brumas. Por eso los jóvenes son los únicos que pueden ser idealistas, su camino no tiene niebla.. qué bonita esa palabra, ¿verdad?, me refiero al noray, los idealistas también 😉

    Me has hecho volar, con tus palabras, al ponerme a la misma altura que todo lo que había allí 🙂 No me había fijado en eso que dices, es verdad, los fotógrafos de leica no suelen mirar al cielo, ¿verdad? Andan como muy pegados a la tierra.. creo que no son cámaras para volar por los aires, no lo había pensado, gracias por esa reflexión.

    No he desaparecido, acabo de venir de hablar con Teseo, espero que te guste esa historia, también llena de niebla… Necesitaba tomar un poco de aire, pero he vuelto, siempre acabo volviendo y, con suerte, te encuentro.
    Un abrazo

  • evavill

    Yo sí te he escuchado. O leído, que es otra forma de escuchar. A pesar de mi vista cansada.
    Los policías eran Clin y Clan.
    Y me vuelvo a repetir: muy bien escrito!!

  • Beauséant

    No conozco a esos dos, evavill, y no parece que en internet me aclaren mucho, ¿quiénes eran? Por un momento he pensado en esos dos que salían en Tintín, ¿Hernández y Fernández?
    Me gusta eso de que me escuchen, los relatos tienen voz, ¿verdad?

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