pequeños fueguitos

Hay un fuego que late en cada uno de nosotros y que la vida adulta parece empeñada en apagar a codazos. Pequeños fueguitos, que diría Galeano: “ese indocumentado que siempre dignificaba a los vagos y piojosos de la tierra“, como lo describió, tan cargado de rabia, el padre de “Ella” al descubrirme entre las manos un libro de Galeano con el que yo estaba entusiasmado (nosotros decimos no, probablemente)
No dije nada, pues nada encontré en mis bolsillos con lo que poder defenderme. Debéis disculpar mi cobardía: entonces, yo estaba enamorado de “Ella”, porque “Ella” era todo lo que ardía en mi interior. Enamorado como un cachorro, enamorado como sólo puede estar enamorado un adolescente que leía a Galeano.
Sí, lo sé, mi cobardía siempre tiene largas y elaboradas excusas para justificarse. El amor es una de de las más recurrentes. El amor y la juventud, quizás ambas cosas caminen de la mano en ese extraño deambular que es la vida.
Pero es cierto, yo estaba enamorado, qué extraño me resulta escribir esa palabra ahora, y decidido a meterme en esa familia que creía mejor que la propia, otra traición más a lo que soy. Decidido a encontrar un destino luminoso para mi existencia y, por encima de todo, empeñado en engendrar muchos cachorros con “Ella”. Pequeñas versiones mías que tendrían un fueguito interior que nunca se apagaría, porque ya me encargaría yo de que eso no ocurriese.
Así de fuerte me sentía, así de firme era mi voluntad de aquellos años a los que miro ahora con una sonrisa cínica. La bendita ingenuidad que nos absuelve de todos nuestros errores.
De eso me arrepentí cuando nuestro fuego quedó extinguido por falta de oxigeno, de no haberle borrado la estúpida sonrisa a su padre a golpes con el lomo de aquel libro que tampoco recuerdo muy pesado. Pero ahí estaba mi cobardía, firme en su puesto, siempre vigilante: baje la cabeza y escondí avergonzado el libro en las profundidades de la mochila.
Qué fácil me resultó traicionar a Galeano entonces, quizás el primer augurio de todas las renuncias que llegaron después.
Los fueguitos, esos pequeños fueguitos, qué poco nos duran, y qué grande mi cobardía, esa nunca se apaga.
Ah, sí, la cita:
Dijo que había contemplado, desde allá arriba,
la vida humana.
Y dijo que somos un mar de fueguitos.
El mundo es eso, reveló.
Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.
No hay dos fuegos iguales.Eduardo Galeano, alias el indocumentado.
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el gato negro

25 Comments
POETAS EN LA NOCHE
Qué relato tan vivo y entrañable… Gracias por compartir ese fueguito que aún arde entre palabras, aunque a veces lo creas menguado. Hay una ternura inmensa en esa cobardía tuya, que en realidad es solo la forma que tomó el amor cuando aún no sabías cómo defenderlo. Y qué bonito que, a pesar de todo, sigas recordando el fuego. Porque eso, querido, también es resistir.
Un abrazo 🌷
BDEB
Esos amores de juventud en los que creemos que todo es posible y que durará para siempre (a veces ocurre).
Referente a la cobardía, muchos llevamos algo de cobardes, aunque quizá sea ser prudentes, o respetar en ese caso “a los mayores”. Puede ser que nos educaran así, que esa prudencia se parezca a la cobardía.
Un abrazo Beauseant.
carlos
Prosa con la que es imposible no identificarse, repleta de inspiradores hallazgos (“mi cobardía siempre tiene largas y elaboradas excusas para justificarse. El amor es una de de las más recurrentes. El amor y la juventud, quizás ambas cosas caminen de la mano en ese extraño deambular que es la vida”), por dar un ejemplo.
Una vez tomé con Galeano un café (que me pagó él porque yo no tenía un mango), fue en un bar de 18 y Yaguarón en el verano de 1989, había muerto Zitarrosa y Montevideo era una lágrima. Qué tipo lúcido, amical, sensible, irónico, amante del arte y la cultura popular que incluye al fútbol rioplatense…
Preparo entonces tu entrada en el Gaterío para mayo, ya te avisaré para cuándo exactamente. Estará tres días publicada, luego dará paso a otra entrada y a fin de mes integrará junto a las demás entradas la Bolsa de Gatos donde permanecerá en la web, salvo tu mejor opinión.
Abrazo más que agradecido!!
Cabrónidas
Los cobardes no necesitamos consuelo alguno porque sabemos que ya no existe nadie valiente. Si alguna vez existió alguien así, fue hace mucho tiempo. Ahora todos los valientes están muertos.
Gabi C S
Coincido con cabronidas. Cuando Adán y Eva , aproximadamente la mitad de la población era valiente ( adivina). En la actualidad deben haber los mismos; obviamente en valor absoluto, no en porcentaje.
La educación conviviente y la obsesión por eludir el conflicto ( en lo de Ester leí esta semana que inteligente no es el que soluciona problemas , sino el que los evita), elimina la valentía.
Ahora voy a tener que leer slgo de galeno. FIccion, por favor. Que me recomiendas?
Abrzzooo
Beauséant
Recordamos esos fuegos, POETAS EN LA NOCHE, y volvemos a ellos, una y otra vez para sentir su calor. No supimos defenderlos en su momento, no llegaron a brilar todo el tiempo que nos hubiese gustado pero, el poco tiempo que lo hicieron, fue con gran intensidad. La cobardía adquiere extrañas formas, me alegra saber que la mía, a tus ojos, posea cierta ternura… gracias.
No lo había visto así, BDEB, pero mis mayores pertenecían esa España seca y gris donde había que obedecer siempre a un orden superior, y en la que nuestra máxima aspiración debía ser tener un trabajo fijo, al que llegarías sin protestar mucho y aguantando siempre un poco más de lo debido. Supongo que eso, el aceptar eso, es también una forma de cobardía… somos lo que aprendimos, ¿verdad? Es complicado quitarse de encima cierta pieles.
Gracias infinitas, carlos, quizás tenga demasiada costumbre de mirar al pasado y, cuando lo hacemos, creo que siempre intentamos ser indulgentes con lo que fuimos. No resistiríamos una mirada escrutadora sobre lo que fuimos, sería demasiado duro. ¿de verdad te pago Galeano un café?, si eso me hubiese ocurrido a mi estaría haciendo una entrada sobre el tema cada semana, te lo aseguro 🙂 Me habría encantando intercambiar unas palabras con él, en especial al adolescente que fui tan hinchado con sus palabras.. le habría podido pedir disculpas por traicionarle, sospecho que me habría perdonado con una sonrisa. Al menos así me gusta imaginarlo.
Qué gran placer formar parte de tu ilustre galería, acabas de hacer mi mundo un poco más grande.. no estaba todo perdido, pues.
Muy bien visto, Cabrónidas, son los cobardes los que hacemos avanzar el mundo 🙂 Me has recordado a una frase que leí (no recuerdo el autor) que decía que España ya no quedaba nadie valiente, que Franco los había mandado todos a las cunetas. Hay ciertas cobardías que tienen algo de valentía, el saber aguantar ciertas cosas, el sacrificarlas por un bien mayor… No sé, supongo que hay muchas formas de ser valiente, ¿ves?, ahí estoy justificándome otra vez 🙂
Eso es, Gabi C S, justo lo que intentaba justificar ahí arriba, que a veces pensamos que la valentía debe ser algo explosivo, plantar cara algo, llenarse el pecho con metralla y dejar un cadáver como recuerdo, y existen otros tipos de valentías, más silenciosas. Saber callar cuando llevas la razón pero harás mucho daño haciéndolo es una de ellas.
¿Libros de Galeano?, supongo que Carlos nos podría ayudar mejor. Recuerdo que todos sus libros eran ensayos, pero en todos había pequeños cuentos, historias llenas de realismo mágico.. El libro de los abrazos es, quizás el que es más de ficción. Pero creo que los más conocidos son: “Las venas abiertas de América Latina“, y recuerdo con mucho cariño la triología de Los nacimientos”, “Las caras y las máscaras”, y “El siglo del viento”… Claro, era un adolescente, siempre he dicho que los libros son una llave que, si llega a tiempo, abren algo en nuestro interior. Galeano llegó en el momento exacto a mi vida, no sé si ahora me diría lo mismo, me removería tanto por dentro… No sé si quiero saberlo.. Si te animas, por favor, dime el resultado.
Eva
Cobardía es una palabra demasiado dura. Estabas enamorado, Beausant, y eso lo explica todo, porque por amor uno está dispuesto a traicionarse a sí mismo. Es un error, pero no lo sabes, porque eso, como tantas otras cosas, forma parte del aprendizaje y de la vida. Galeano sonreiría. Eso sí, toca avivar el fueguito y no dejar nunca que se apague. Un abrazo
evavill
No creo que sea cobardía, tampoco es necesario dar explicaciones o defender nuestros gustos ante otras personas. Callarse y seguir leyendo tu libro es una opción muy válida. Él ya se definió con esas palabras.
A mí discutir me da mucha pereza, en especial si el otro me parece un obtuso, por no decir algo peor.
Y dicho esto, ¡qué precioso es estar enamorado!
el Erik
Me imagino que algun dia tendre que crecer. Creo que por eso ellas se asustan cuando me conocen de cerca, pero total ya para lo que me queda, lo mismo mejor…¡Nó! Y eso que como se está poniendo el cottolengo vamos a tener que encender más de un fueguito y con lo gallina que me encuentro mejor quizás mejor me comprare una de esaa cajas de cerillas xxl.
En fin. Que nos quedemos al menos como estamos…
Citu
Hermosa y triste historia cuando solo el fuego del deseo hay en una relación termina por extinguirse o quemarnos. Te mando un beso.
Beauséant
Sí, eso es verdad, EVA, Galeano habría sonreído y nos habría regalado una bonita historia. La vida es un aprendizaje y nunca sabemos lo que encontraremos en ese camino, traicionarnos es uno de esos aprendizajes.. me gustaría pensar que aún queda ese fueguito en mi interior.
Eso es algo que me ocurre mucho, evavill, que me da pereza. Creo que tenemos un número de batallas que podemos librar por lo que debemos saber cuáles merecen la pena y cuáles no. Si presentas todas las batallas, si quieres ganar en todo, acabas agotada antes de tiempo y terminas por perderlas todo. En general soy una persona excesivamente tranquila, pero cuando fijo una posición puedes tener por seguro que la defenderé a muerte.
En el largo aprendizaje de la vida que comentaba, eva, podemos llegar a la conclusión de que no queremos aprender nada, el Erik, que es mejor conservar una parte infantil sin contaminar. Ese niño que se resiste a convertirse en adulto es un pequeño fueguito que nunca se pierde.
Extinguirse o quemarse, Citu, parece que todo parece condenado a terminar así
Milena
Es valentía reconocer las propias cobardías.
Me encanta la expresión Un mar de fueguitos 🙂
María
Alaaaa qué bonito! parecen haditas o sí, un mar de fueguitos, de los de Galeano ¿por qué alguien iba a hablar con tanto desprecio del maravilloso poeta de los nadie? Todo, absolutamente todo lo que he leído de él, me parece tan adorable como inteligente, tan tierno como genuino e ingenioso …Ssiempre uso su deliciosa definición de la utopía…” esa que está en el horizonte y cuando caminas dos pasos, ella se aleja otros dos y el horizonte diez más allá. Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Para eso, para caminar”.. no me digas que no es precioso y sus “nadies”, esos piojosos que en realidad somos todos, solo que más limpios o no, según : ) Y no BEAU, no eres cobarde, ni en pasado, ni en presente, eres sensible, estás dolorido, pesa ese enamoramiento que pasó, pesa todo lo que te pesa y tu sabes que pasaste.. Todos somos valientes a toro pasado, frente a él, casi nadie. Me ha parecido precioso este texto y tu fueguito sigue siendo bonito, luce y sigue ahí no tengas ninguna duda, sobre todo en tus cielo, siempre los ilumina, incluso los que son en blanco y negro : ) Un beso!
PD
Pero sí, una lástima que no le arrearas a ese merluzo no con el libro, con la mochila entera ; )
María
jajaja Tú estabas allí, con tu fueguito y yo aquí ,con el mío jajaja
Diego
Lo peor es que, cuando se te acabó ese fueguito por ella, seguro que su padre le comentó a su hija: “ya te lo dije y no me hiciste caso, no te podía ir bien con un tipo que leía a Galeano” 🙂
Toro Salvaje
La familia adoptante, la de la pareja, suele durar menos que la relación afectiva.
La familia adoptante acepta al nuevo integrante como si fuera una cláusula temporal de obligado cumplimiento pero no suele haber euforia ni alegría incontenible y cuando nadie los ve empiezan a criticarlo cada vez con más intensidad.
En cambio la buena relación con la familia propia suele durar más aunque también es cierto que por dentro se va pudriendo… o sea, formalmente bien pero internamente tiende a empeorar.
Total, que estamos más solos que la una.
Miquel Cartisano
Galeano, Sampedro, Sabato, Benedetti…¡que buenos¡
Salut
Beauséant
Es una expresión preciosa, Milena, es cierto, lo dice todo, ¿verdad?
Has respondido tu sola a la pregunta, María, ” tan adorable como inteligente, tan tierno como genuino e ingenioso”, esa forma de ser que nos parece tan envidiable es, para muchos, una expresión de debilidad, de mojigatería, de todas las cosas malas del mundo. Para ti y para mi es incomprensible que alguien no quiera ser adorable o inteligente, pero hay otros de la sección “muera la inteligencia”, ya sabes.
La vida, muchas veces, nos sitúa en esos momentos que, sin que podamos saberlo, definen nuestras vidas. Ese primer acto de cobardía abrió la puerta a otros muchos. Ni es bueno, ni es malo, un exceso de valentía tampoco es bueno, pero es verdad que son momentos que definen lo que seremos. Si hubiese sido valiente lo mismo no estaría aquí, escribiendo sobre eso, tendría un canal de youtube sobre armas de asalto y criptomonedas 😉
Me alegra mucho que hayamos montado una hoguera con nuestros fueguitos 😉
Eso me ha dolido, Diego, porque seguro que ocurrió así 🙁
Me has ido cerrando todas las puertas, Toro Salvaje, pero tienes razón. Entre las cosas que nunca funcionan y las que se van pudriendo nos quedamos sin puertas a las que llamar. Todo es temporal, todo tiene una fecha de caducidad, todo se nos escapa de las manos.
Menuda alineación, Miquel Cartisano, imagina estar en un café cargado de humo con ellos, ahí, en silencio, dejando que ellos llenen los huecos.
Neuriwoman
Una poderosa reflexión sobre la traición íntima y silenciosa de los ideales que alguna vez nos incendiaron, unos fueguitos que sin duda nos hubiera gustado mantener. Abrazos
Alfred Comerma Prat
Que no se nos apague el fueguecito, mientras haya cosas tan lindas por contar.
Ses
Esa fotografía me ha parecido preciosa, y el relato muy entrañable y certero.
Etienne
Desde arriba todo tiene otra perspectiva, se ve bidimensional y aplastado, como un dibujo o una foto, incluso la cobardía no parece tan grave desde allá. Más teniendo en cuenta que el amor y la juventud si están en la misma foto, siempre salen con cara de pavo.
En cuanto al fueguito, uno más brillante y otros zigzagueantes, uno apenas visible y otros devoradores pero todos únicos en su expresión.
Beauséant
Quizás esa sea la gracia, Neuriwoman, que no hay forma de mantenerlos, que sólo podemos aspirar a su recuerdo, a lo que fueron y dejaron en nuestro interior. Así los apreciamos más, ¿no te parece?
Mantenerlos vivos, Alfred Comerma Prat, tienes razón, como recuerdo o como historia que contar.
Muchas gracias, Ses, me alegra verte por aquí.
La distancia nos absuelve Etienne, nos hace salir mejores en las fotos y cubre nuestros recuerdos de una pátina de heroísmo… de brillo. Cada fueguito latía de una forma, es verdad, algunos nos devoraron como una fiebre durante un breve instante, otros quedaron muy dentro del corazón.
Mónica Frau
Siempre me gustó Galeano, y por supuesto, estar enamorado/a
Beauséant
Es una bonita combinación sentir las dos cosas al mismo tiempo, Mónica Frau, el mundo se hace un lugar menos hostil.