el triciclo rojo

Las cosas -en realidad, y por resumir, todas las cosas- empezaron a torcerse el día que los niños mayores me tiraron de aquel triciclo maravilloso.
Maravilloso, sí. Así es como lo recuerdo. Era de un color rojo chillón que parecía mas una declaración de intenciones que un color. Tenía un asiento con flecos que dejaban una estela al viento, y una enorme cesta donde guardar los objetos preciados que encontraba en mis aventuras, porque eso era la vida entonces, una aventura que podía vivir impulsado hasta el fin del mundo por sus diminutos pedales.
Hasta el final del mundo, así de fuerte me sentía.
Claro que, en aquellos días, mi mundo era muy pequeño y muy seguro. Un territorio en las afueras de Periferia, delimitado a un lado por el apartamento de dos habitaciones alquilado por mis padres, y por el otro, por un parque de olmos tristes al que me llevaban al salir del colegio.
Más tarde, ya en la adolescencia, comprendí lo inmenso que era el mundo y quise recorrerlo entero. Ahora, ya entrando en una incómoda vejez, el mundo vuelve a ser muy pequeño, apenas una cuadricula de calles y rostros que parecen empeñados en difuminarse.
Envejecer es retroceder a lo que fuimos, pero con la inocencia ya perdida.
Los niños mayores me tiraron del triciclo aquel día y todo se derrumbó con ese simple gesto cargado de rencor. Descubrí mi propia mortalidad, la infinidad de formas en que la realidad podría golpearme y, aún peor, atisbé la verdadera maldad que se esconde en el corazón del alma humana.
Exagero, claro, es una tendencia que tengo, a engrandecerlo todo. La vida sería muy poquita cosa sin algo de literatura. Pero, sí, algo cambió ese día. Antes de esa caída era inmortal, cuando me levanté del suelo era una criatura asustada ante un mundo que se había vuelto incomprensible.
No dije nada a mis padres cuando volví con las rodillas magulladas. Supuse que encontrarían la manera de hacerme sentir aún más miserable. En especial, no dije nada a mi padre, no me habría entendido. Mi padre y sus sabias lecciones vitales: “eres demasiado sensible y el mundo te acabará devorando como no espabiles“.
Al final fuiste tu el devorado por el mundo, viejo idiota, y ni tan siquiera eso me sirve de consuelo. Supongo que no espabilaste lo suficiente. Pero gracias por el consejo, a mi no me sirvió de mucho: no he dejado de pedalear.
Related
Discover more from El artista del alambre
Subscribe to get the latest posts sent to your email.
aquí vive una princesa
21 Comments
BDEB
Siempre hay un “abusón” que nos hace despertar en la vida atacando a nuestra parte más débil y nos empujan un poquito a la realidad, a la suya, aunque por suerte no terminamos de perder ese mundo de ensoñaciones que tenemos.
Lo que nunca entenderé es porqué algunas personas creen que la sensibilidad en otros es “mala”, no creo que nos haga débiles, si distintos quizás a ellos pero sinceramente, creo que es bonito tener esa sensibilidad, eso hace que las cosas que hacemos resulten maravillosas (ya sea una fotografía, unas letras escritas…)
Un abrazo Beauseant.
Alfred
O comes o te comen, así acabas aprendiendo la ley vital y el sabor que tiene la propua carne en las mandíbulas ajenas.
Saludos
beauseant
Lo has descrito muy bien BDEB, nos empujan a su realidad, son personas que ven el lado feo del mundo y no conciben que alguien pueda, no ya vivir en un lado mejor, sino pasar unas horas en él. Lo extraño, al menos así me ha parecido alguna vez, es que algunos sí que parecen hacerlo por “ayudarte”, porque de verdad creen que el mundo te acabará comiendo. Es lo que ocurre al padre del relato, en el fondo no había maldad, o al menos eso quiero pensar, pero tampoco importa mucho, hay mucha maldad que no es buscada y no deja de ser menos malvada.
El problema es que me cansan esas batallas, Alfred, porque ya no mordemos por la propia supervivencia algo que, mal que bien, podría entender. A veces mordemos por quitar algo a alguien, algo que ni tan siquiera nos interesa. Me cansa la maldad, la mezquindad… me cansa la realidad.
अनत्ता 光 心
Muy buen texto. Bello, emotivo, evocador, sincero, clarificador. La toma de conciencia de la mortalidad, la vulnerabilidad, la maldad ajena, el tener que afrontar dificultades…
La infancia, territorio de inocencia y sueños. No creo que el ser más sensibles nos haga más débiles, pero sí más vulnerables, más humanos en el mejor sentido de la palabra. Si me dan a elegir prefiero inclinarme hacia esa sensibilidad antes que hacia esa rudeza violenta e irreflexiva… de hecho es así como soy y también me he llevado mis hostias, ja ja.
Un abrazo.
ConejoOdiaGuordpres
Y desde entonces, Conejito, desconfía de los triciclos, los niños mayores… y los consejos paternos que vienen sin garantía y con una pinche fechota de caducidad en la frente.
Cabrónidas
Siempre habrá alguien que nos recuerde lo despreciables que podemos llegar a ser. Mira que llevo toda la vida evitando a esa clase de gente, pero no hay manera: están por todas partes.
Joiel
Una carcachita en un mundo enano que ahora es recordada en toda su majestad, atrayendo recuerdos y consejos dados; eso es grandeza y ganas de seguir pedaleando.
Toro Salvaje
Los consejos de mi padre eran amenazas veladas o presagios tenebrosos para mi futuro.
Eso cuando era amable.
Murió hace mucho… y no lloré.
Con eso lo digo todo.
Beauséant
Muchas gracias, अनत्ता 光 心, siempre me ha interesado mucho ese salto que se produce cuando abandonamos la infancia. Cuando dejamos ese territorio de inocencia y sueños. La sensibilidad nos hace más vulnerables, cierto, y cuando comprendes eso, levantas una coraza, y es una pena, porque en el fondo, opino como tú, nos iría mejor si fuésemos capaces de expresar lo que sentimos. En mi caso tengo la vía escape del mundo virtual 😉
Y, justo en ese orden, ConejoOdiaGuordpres, quiero pensar que los padres lo hacen lo mejor que pueden, pero en el fondo se encuentran igual de perdidos que sus hijos y, a veces, lo estropean todos con sus consejos de mierda.
Es imposible evitarlos, Cabrónidas, lo peor es que muchas veces son los que, además, llegan más lejos, con lo que sirven de ejemplo de lo correcto de su camino. Yo he hecho daño y me he equivocado con muchas personas, pero creo que esa maldad nunca la he tenido, la verdad.
He tenido que buscar esa palabra, Joiel, y ha sido todo un hallazgo. Carcachita: Máquina, aparato o vehículo inútil y desvencijado. Las ganas de seguir dando pedales, sí, no las perdamos nunca.
Muchas personas llevan el infierno en su interior, Toro Salvaje, y son incapaces de no compartirlo con quienes tienen cerca. Es extraño que esas personas puedan encontrar a alguien, tener hijos, llevar, incluso, algo parecido a una vida normal.
evavill
Había pensado, al ver la foto, que era el vehículo de la Princesa de las Montañas. Ya veo que no.
¡Cómo odio a los que hacen daño a otro más débil! Esa crueldad porque sí, porque puedes.
tYe
Bueno es un bucle eterno, ahora se llama “Naranjito”.
Buenos tiempos…
carlos
“Envejecer es retroceder al que fuimos, pero con la inocencia perdida…” no sé si es tu exacta frase, escribo sinceramente sacudido, a mí me has dejado pedaleando, amigo…
Te parafraseo (La vida sería muy poquita cosa sin algo de literatura): un relato sería menos si no inspirara algo, verdad?
Abrazo más que agradecido!!
Beauséant
No lo había pensado, evavill, habría sido una gran continuación aunque.. quizás lo sea, quizás esa niña dejo de creer en las princesas. La vida real siempre se acaba imponiendo, ¿verdad?
La serpiente Uróboro, tYe, siempre volvemos a lo que fuimos….
Lo pienso así, Carlos, parece que con cada golpe que nos damos, incluso con cada golpe que damos -porque aquí no hay nadie inocente- perdemos un poco esa inocencia, ese esperar lo mejor con los ojos muy abiertos y el corazón palpitando… Por suerte, nos queda la literatura, siempre podemos intentar ponerle literatura a la vida, de lo contrario, ¿qué nos quedaría ?
Un abrazo
Mento
Te leo y me veía de niña en mi cacharro envidiado por otros. Era una niña deseada, querida por mis padres, era la princesa del castillo. Y entonces los abusones aparecieron, aparecen en todas las historias.. Durante gran parte de mi infancia fui una cría retraída, insegura, sometida a sus abusos. Nadie que me conozca ahora podría imaginarme así. Me pegaban y se burlaban de mi. Y aún así nunca dejé de pedalear. Un día me di cuenta que tenía que ser el héroe de mi propio cuento y empecé repartiendo hostias a diestro y siniestro. Y lo hacía tan bien que las peleas y los ajustes de cuentas se me acumulaban. Hasta que me convertí en la pesadilla de esos abusones y ya ninguno se atrevió ni a levantar la mirada en mi presencia.
Nunca he dejado de soñar con la fuerza de aquella niña. Pero no me da asco partirle la cara aún al más bravucón que me busque. Dicen que la violencia nunca debe ser justificada. Pero vivimos en una sociedad donde los malos se verdad no tienen límites. Así que yo aplico mis propias normas. A ver quién cojones, los tiene ahora, para tirarme de mi triciclo rojo…😉
Beauséant
Me temo, Mento, que mi historia no fue tan épica como la tuya.. me tiraron del triciclo y… ahí me quede. En algún momento creo que decidí no volver a levantarme, no encontré motivos para limpiarme el polvo de la ropa y volver a la pelea. Por ese motivo me perdí muchos de los hitos que nos llevan de la infancia a la adolescencia. Digamos que llegué por otros caminos y sin saber bien si quería llegar ahí.. Supongo que eso explica el desastre de persona adulta que soy hoy.
Supongo que sigo pedaleando, pero no lo hago como esos cowboys de mi infancia que lo hacían heroicos hacia la puesta de sol, no hay nada heroico en lo que cuento, sólo acumulo palabras esperando que signifiquen algo… ¿eso cuenta como pedalear?
Un abrazo
Gabi C S
Eso de exagerar no es literatura.es subjetividad, que es lo unico que existe. Si a uno le roban su bien más preciado, que en Wallapop sólo valdría un euro, su reacción debe ser la proporcional a un euro. No debe desear abollar un martillo con la cabeza del que se lo robo. Todo esto en nombre de la objetividad, que es algo que no existe. Afortunadamente existen las carceles.
Si n9 fuera por los abusones, la maldad humana dentro de las carceles, si solo hubiera que cumplir la privación de libertad, las carceles estarían más llenas.
Creo que me he ido del tema.
A partir de este post, o sea este y el siguiente, entras a formar parte de los bloqueos que aunque están en mi lista de lectura, lo que publican no me sale en ka lista de lectura, junto con el conejo, Maite y alguno más. No sé de qué depende. Hasta uno anterior a este sí que salías.
Abrazooo
Beauséant
Diría que van de la mano, Gabi C S, la literatura y la subjetividad. No creo que me gustase leer una historia objetiva, me gusta que haya un punto de vista, o varios, que haya equivocaciones y dudas. La objetividad viene bien para un proyecto técnico, pero espero que se quede muy lejos de la literatura 🙂 Incluso, diría, el estar o no en una cárcel es, al final, subjetivo, ¿no? Depende del juez, del abogado que tengas, de la ley que haya en ese momento… Sí, creo que yo también me he ido del tema 🙂
Me has asustado, pensaba que me habías retirado de tu lista de lecturas por algo que había dicho 🙂 Me alegra saber que es cosa del puñetero wordpress, voy a revisarlo 🙁
Un abrazo
Alí Reyes
Me quedo con la frase: envejecer es retroceder a lo que fuimos pero sin la inocencia.
NOTA Tengo una pregunta, y se refiere a que eres una escritora o un escritor? Hasta hoy había creído que eras una escritora, pero me doy cuenta que escribes en primera persona del singular masculino
Beauséant
Creo que es un mal muy común, Alí Reyes, el querer regresar a ciertos sitios, revivir ciertas cosas… y es imposible, no se puede porque ya no somos las mismas personas. Como mínimo perdemos la inocencia, es como volver a Disneyworld sabiendo que debajo de los muñecos hay personas cobrando el salario mínimo.
Sobre la pregunta, es una pregunta recurrente 😉 por un lado la palabra escritor, o escritora, me viene grande, lo mío es juntar letras, pero agradezco esa definición.. por el otro, me gusta jugar con las posibilidades, creo que hay historias que se cuentan mejor según quien sea el narrador. Todas forman parte de mi vida, todas hablan de mis preocupaciones, pero siento que se expresan mejor según quien tome el mando… Es un poco complicado, o confuso, perdona.
Ƹ̴Ӂ̴Ʒ Rebeca Gonzalo Ƹ̴Ӂ̴Ʒ
A veces, aunque no es deseable sentir dolor sea cual sea el motivo, es precisamente ese dolor el que nos impulsa hacia adelante.
En este caso el empujón que provoca la caída del triciclo.
Me ha gustado leerte.
Un abrazo.
Beauséant
Muchas gracias, Ƹ̴Ӂ̴Ʒ Rebeca Gonzalo Ƹ̴Ӂ̴Ʒ, es doloroso de aceptar, pero tienes razón, a veces aprendemos más cosas de las caídas que de las victorias. Lo malo es que algunas caídas duelen tanto que ya no quieres volver a levantarte…