leer,  mirar

apariciones marianas, segunda parte

Regreso a las montañas, lo hago movido por la absurda certeza de que en ellas encontraré algo parecido a una respuesta. Como si un dios bromista, en el primer parpadeo del universo, hubiese grabado el manual de instrucciones en el corazón de un valle inaccesible, esperando a que algún enajenado tropezase con ellas tras pasar cuarenta días -y quién sabe cuántas noches- vagando por sus cumbres.

Lo cierto es que nunca hay respuestas, aquí arriba sólo espera el silencio. Las montañas son guardianes de piedra y viento, testigos de nuestro paso fugaz: nunca dan explicaciones. Sobre ellas se desliza, sin apenas dejar mella, el tiempo… y el ruido de nuestras existencias.

La única certeza que me devuelven las montañas es que no somos nada. Ni para ellas, ni para el universo. Y es en esa nada donde encuentro algo parecido a la libertad, en ese vivir sin un plan, sin un objetivo luminoso brillando al fondo que acaba convertido en la piedra de Sísifo. Las agendas, las prisas, el ruido, nuestra furia de primates insatisfechos, a la mierda con todo.

No eres nada, no somos nada, ¿no ves lo maravilloso que es eso?

Si de verdad ese dios bromista hubiese tallado un mensaje para nosotros en algún lugar de las montañas, sería ese: Eres lo que haces con el tiempo que te han dado. No lo llenes de odio, no dejes que la tristeza te venza… intenta no juzgar ese rostro que ves al otro lado del espejo porque se encuentra tan asustado y confundido como tú…. y, por encima de todo, no te olvides de vivir.

Sigamos, pues, la búsqueda.


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26 Comments

  • BDEB

    Unos buscan respuestas en las montañas y otros los buscamos en el mar y como dice Joiel quizá el silencio sea la respuesta, aunque el mar a veces nos responde con bravura.
    Nosotros tenemos las respuestas pero algunas veces están tan enredadas y tan dentro que no conseguimos encontrarlas.
    Pero dime una cosa cuando bajas de la montaña, ¿no te sientes un poquito mejor? Siempre merecerá la pena, al menos por esas imágenes.
    Un fuerte abrazo querido Beauseant.

  • kansasss

    Ellas siguen ahí como testigos de lo que ocurre, firmes e inamovibles, mientras las hormiguitas, osea nosotros, nos devanamos los sesos por cosas no esenciales. Estupenda entrada, atmosférica y como siempre, reflexiva 🙂

  • Angeles

    Totalmente de acuerdo. Si muchos fueran conscientes de nuestra insignificancia y de que siendo tan insignificantes se nos ha regalado este mundo maravilloso para disfrutarlo, qué diferente sería todo. Pero creen que insignificantes somos solo los demás, y que ellos son un regalo que Dios ha hecho al mundo. Y creo que eso no se cura…

    Saludos!

  • Cabrónidas

    Me regocijo en la certeza de que nosotros pasaremos y las montañas seguirán y seguirán ahí. Nunca nos han necesitado. De hecho, ¿qué clase de mundo necesitaría una especie tan aborrecible como la nuestra?

  • María

    Me estoy acordando tras leerte , tu tb inspiradora declaración de intenciones de este blog, q me parece fantástica y creo q nunca te lo he dicho …” la realidad solo duele si te la tomas en serio ¿bailas? ” Creo q tu no buscas respuestas ..te encaaaanta hacer(te) preguntas jajaja ..Si encontraras respuestas en las montañas, inventarías nuevas preguntas …estoy segura : ) En realidad eso es parte de vivir y tú, aunq a veces cedas a esa oscuridad y decepción congénita q a veces te embarga -en esta entrada, conste q no-… Me alegra sentir ese pálpito vitalista y ese seguir aferrado a la vida q se siente a pesar de todo…Cadi siempre y más q nada en tu fotografía …aquí excepcionalmente es el revés , tu fotografía es densa, opaca y casi te diría q angustiosa , la segunda con tintes tremendistas ( eso me parece a mí, no me hagas mucho caso ; ) …tus palabras por el contrario hoy, le hacen de lucecita al final …así q deseo q no se te apague..nunca mi querido BEAU , un beso !

  • Beauséant

    Gracias, Bonsai con Bayoneta, poder inspirar a alguien al otro lado creo que es lo máximo a lo que se puede aspirar 🙂

    Muchas veces es así, Joiel, el silencio explica mucho más que miles de palabras mal colocadas. Hay que saber escuchar ese silencio.

    Creo que lo hablamos en la otra entrada, BDEB, el mar, el mar es otra cosa, pero se encuentra muy lejos, así que la montaña es mi escapada natural. Tampoco son unas grandes montañas, están muy domesticadas, pero no importa, su presencia me sigue gustando como el primer día.

    Casi es peor eso, el tener demasiadas respuestas enrededadas que no tener ninguna, ¿no te parece? porque, entonces, todo puede ser una respuesta.

    Para mi el mejor momento de la ruta es ese, cuando ya queda poco para acabarla, y se ha hecho un poco tarde, cuando sientes ese cansancio que espera reposo y vas como en una nubecita.

    A las montañas les vale con estar ahí, kansasss, tienes razón. Son las hormiguitas las que tienen que darle más vueltas a todo para justificarse. Deberíamos aprender un poco de ellas y dejar de justificarlo todo y, simplemente, vivirlo.

    Todo nos iría mejor, Angeles, con un poco de mesura, buscar, digamos, el punto medio. Un poco de ambición es buena, unas cuantas preguntas, perfectas… pero, cuando lo llevamos todo al extremo, encontramos las frustraciones de cada día que no nos dejan vivir. Y sin necesidad, que esa es otra, la poca necesidad que tenemos muchas veces de complicarnos la existencia y no dejamos de hacerlo.

    Eso seguro, Cabrónidas, ellas seguirán ahí pase lo que pase. Cuando camino por ellas lo hago con la sospecha de que no somos la única raza medio inteligente que lo ha hecho.

    Culpable, una vez más, de todos los cargos, María, lo mio es dar vueltas, hacerme preguntas. Si encontrase ese manual de instrucciones, lo volvería a enterrar y olvidaría del lugar. No sé si te lo he contado alguna vez, pero a veces he tenido problemas en algunos exámenes por mi manía de buscar soluciones imaginativas a un problema que sabia resolver perfectamente. De alguna forma mi cabeza me decía, vale, eso ya sabes hacerlo, ¿pero has probado esa otra forma? Y, claro, los resultados eran los esperables 🙂

    Cuando hay una diferencia de fechas entre la foto y el texto final puede ocurrir eso, que haya un contraste de ideas… el blanco y negro tan denso, todo tan apretado, da una sensación extraña con un mensaje vitalista, pero también es una forma de que no olvidemos que siempre hay sombras y dudas en ese camino. Pero, como dices, siempre acaba saliendo una lucecita. Cuando te envuelve la niebla en la montaña es mejor esperar, te sientas, te tomas el bocadillo y esperas a que el viento convierta en jirones esa muralla de niebla. En la vida a veces eso también ocurre, nos equivocamos por las prisas, por la necesidad inmediata de respuestas, en vez de detenernos en la pregunta.

    la realidad solo duele si te la tomas en serio ¿bailas?, he pensado en cambiarlo muchas veces, pero hasta la fecha no he encontrado nada mejor 🙂 me alegra que te haya gustado.

  • Eva

    Las respuestas están en nuestro interior, pero nunca podremos escucharnos si no es en el silencio y ahí, las montañas, te allanan un camino que es imposible encontrar en el bullicio de nuestras labores, en el parloteo incesante de nuestra mente. No ser nada puede ser muy liberador, pero hasta las piedras son algo y a nosotros con ser seres humanos con un tiempo de vida por vivir, debería bastarnos. Inspirador como siempre, en imágenes y palabras, Beauseant, un abrazo.

  • Gabi C S

    Yo creo que con 40 días y 40 noches de ayuno, nuestro cerebro consigue elaborar las respuestas que hagan falta a todas las dudas que hagan falta, con tal de acabar el cuestionario y echarse algo a la boca.
    Sí, ya sé que no pone nada del ayuno, pero se entiende , tanto si lo querías contar, como si lo querías mantener en secreto.
    Abrazooo

  • POETAS EN LA NOCHE

    Leerte es como respirar aire limpio en mitad del ruido.
    Esa nada de la que hablas, tan cargada de libertad, de verdad, de silencio necesario… qué maravilla encontrarla en tus palabras.
    Gracias por recordarnos que vivir no es tener todas las respuestas, sino seguir subiendo, aunque sea solo para escuchar el viento.
    Un abrazo.🌷

  • Toro Salvaje

    En la montaña la insignificancia es mucho más perceptible.
    En teoría se está más cerca del cielo pero como el cielo es una ilusión… pues ni eso.

    Saludos.

  • Beauséant

    Es abrumada la cantidad de ruido que soportamos, y generamos, ¿verdad, Eva? Muchas veces no nos damos cuenta, es un murmullo de fondo que no cesa, pero cuando llegas a las montañas, mejor aún, cuando te quedas sin cobertura en las montañas, es entonces cuando ese murmullo se nos vuelve real. Todos somos algo, cierto, es imposible no serlo, el problema es cuando ese ser una cosa y querer ser otra guía nuestras vidas.

    Muchas gracias, un abrazo.

    No tengo ninguna duda, Gabi C S, no tengo madera de martir. Ante la menor amenaza física o psicologica, firmo lo que me pongan por delante. Luego ya, delante del fuego y con unas galletitas, daré las explicaciones necesarias 🙂

    Mil gracias, ConejoOdiaGuordpres

    Quizás, José A. García, más que “no ser nada”, afirmación un poco aventurada, sea mejor eso de no “pretender ser nada”, como si nuestra sola existencia fuese lo único que hace falta… no lo sé.

    Esos siempre vienen bien para el camino, lo guardaré, Citu

    O es una ilusión, Toro Salvaje, o es inalcanzable, que para el caso viene a ser lo mismo. Pero es una meta, una forma de obligarnos a movernos, y eso no es poca cosa.

    Ya lo creo, tonYerik, ya lo creo 😉

  • Maria

    Tiene que ser una experiencia maravillosa subir a las montañas y respirar el aire puro, aunque de algo de “yuyu” estar ahí arriba. Pero es donde comprenderíamos la importancia de la naturaleza, nosotros somos insignificantes en comparación con todo.

    Muy buena reflexión. Nada de juzgar a los demás, no somos nadie para hacerlo, pero se nos da muy bien. Cada uno debemos preocuparnos de nuestra vida. Y vivirla.

    Un placer disfrutar de tu entrada, Beauséant.

    Un abrazo.

  • Mento

    Necesitaría tu lista de preguntas para darte con la mayoría de ellas la patadita en el culo. Jejeje…. Porque igual buscas respuestas en el sitio equivocado por muy idílicas que son las cumbres. ¿Podría ser?
    Desde luego que a las montañas y al universo no les importaríamos si pudieran pensar. En todo caso sería algo parecido a la importancia que un hombre de 100 años le da a la inexperiencia de un crío de cinco.
    De donde no escapamos es de esa verdad que mencionas. Somos lo que hemos hecho con el tiempo que hemos tenido… ni más, ni menos, ni mejor, ni peor.

  • Beauséant

    Tenemos muy claro, María, como arreglar las vidas ajenas, pero cuando se trata de las propias no sabmeos por dónde empezar. Sospecho que es un problema de perspectiva, no es posible ver algo con claridad cuando estamos demasiado cerca. Las montañas nos dan algo de perspectiva, no hace falta llegar muy lejos ni muy arriba, un simple paseo por el bosque parece que nos pone en nuestro lugar, ¿verdad?

    Un abrazo

    Muchas gracias, Mónica Frau, si algún día encuentro el mensaje, lo publicaré por aquí 😉

    Es es el primer problema, Mento, ¿dónde buscar las respuestas?, porque, claro, lo primer que podemos pensar qes que las respuestas están en todas partes, y ahí ya empezamos a complicarlo todo. Aunque, permiteme que te lleve un poco la contraria, yo sí valoro la experiencia de un niño de cinco años, puede que no me aporte mucho para mi día a día, pero su forma de ver el mundo es, por decirlo de alguna forma, una forma “pura”, sin contaminar. No nos vendría mal ver el mundo, de nuevo, como si tuviésemos cinco años, ¿te imaginas?, todo sería nuevo, todo nos sorprendería…

    Un abrazo

  • carlos

    Tal vez sea esa la única verdadera respuesta: el silencio para que cada uno lo llene-lo exprese-se interrogue-se refute o lo haga sonar como quiera…
    Abrazo como siempre admirado, amigo!!

  • Mento

    Lo ves… no es contraria. Ainsss, era ahí justo al lugar donde te quería llevar con el ejemplo puesto en mi comentario. Tienes la elección de mirar desde las perspectivas de alguien con las experiencias de lo vivido ( con todo el peso que también conlleva) o desde la perspectiva de un niño… Entonces las preguntas igual cambian y también las respuestas, incluso a quien hacerlas… Todos tenemos a ambos dentro ( al anciano experimentado y al niño) y es importante elegir bien a quien dejamos actuar en ciertas ocasiones. ¿A qué ahora no parecen tan contrarias nuestras posturas? 😉😘

  • Beauséant

    Así es, estimado carlos, el sonido en una cabeza puede ser un ruido atronador en otra. Cada persona lo vive de una manera, quizás por ese motivo es tan complicado ponerse de acuerdo, ¿verdad?

    Te sonará extraño, Mento, pero nunca he visto nuestras posturas muy antagonicas. Creo que los dos acabamos llegando más o menos al mismo sitio, pero cada uno parece hacerlo por un camino diferente 😉

  • Beauséant

    Y es un tiempo pequeño, Alí Reyes, lo olvidamos muy a menudo, ¿verdad? Conviene no olvidar lo poco que tenemos para, así, no perderlo en tonterías que no llevan a ninguna parte. Sería horrible pero útil el tener un contador encima de nuestras cabezas. Eso, el contador, y un resumen, has pasado X años discutiendo, has estado X semanas en lugares en los que no querías estar…. ¿te imaginas?

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