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palabras en el exilio

Aquí llueve cada hora de cada día, por algún motivo me acuerdo de ti. Esas son las últimas palabras tuyas que conservo: un par de líneas apresuradas en una postal que dice venir de Belfast y que vive, desde entonces, entre las tinieblas de un libro escrito por Conrad.

He mirado el remite de la postal muchas veces esperando encontrar alguna pista, pero la ciudad que aparece en el matasellos no tiene nada que ver con Belfast ni con ninguna parte de Irlanda. Recuerdo que esa era una de tus bromas habituales: siempre pedías a algún compatriota que depositase tus cartas en al aeropuerto de origen. No quiero que mis letras se cansen con tanto viaje, decías, llegarían cansadas y seguro que dirían otra cosa.

Unas criaturas volubles, las palabras.

También recuerdo, cuando aún compartíamos piso, colchón, barricada y un trozo de nuestras vidas, una de tus ideas de negocios fantasiosos: una centralita de postales con un apartado de correos en el que apurados hombres de negocios, amantes furtivos o poetas en el exilio pudiesen enviar sus letras, eligiendo la ciudad de origen de las mismas. Por un módico suplemento la empresa se encargaría de recibir tus letras, buscar una postal acorde con la ciudad deseada y, gracias a una red de agentes desperdigada por el mundo, enviarlas desde cualquier rincón del planeta. Palabras en el exilio, era el nombre que habías pensado para la empresa.

Pienso en esa empresa imaginaria tuya cada vez que vuelvo a ver tu postal que parece negarse a quedarse recluida en el Conrad, y me persigue incansable como los fantasmas de Hamlet. Sin apenas darme cuenta la encuentro al lado de la taza del café del desayuno, en la mesita de noche esperando para darme las buenas noches o mirándome con rencor entre una pila de facturas. Miro las letras, las cambio de lugar, juego con ellas y cada vez encuentro un significado diferente.

Unas criaturas extrañas, las palabras.

Cada vez que voy al aeropuerto a recoger a algún expatriado acudo con tu nombre en busca de noticias. Todos afirman haberte visto en algún lugar: en un taller de escritura en Quito, una conferencia de poesía dispersa -sea lo que sea eso- en La Habana, un congreso de escritores en Valencia… voy reuniendo todos esos datos como un avaro sus monedas, pero no consigo hacer que signifiquen nada.

Últimamente dicen que has muerto. Muchos afirman haber llevado unos crisantemos a tu tumba, una bonita lápida frente al mar de Irlanda, un nicho anónimo a las afueras de París… algunos, incluso, aseguran haber acudido a tu entierro, un cielo plomizo, muy pocas personas reunidas ante tu ataúd. No, nada de ataúd, dicen otros, cremación y ceremonia laica.

Vuelvo una y otra vez a la postal. Ordeno las palabras, analizo al trazo de cada letra, los símbolos de puntuación, pero nunca encuentro nada, una postal nunca será una tabla de Ouija.

Unas criaturas extrañas, las palabras.

Y te mentiré y te diré que te quiero,
como dijeron en “Johnny Guitar”,
y te escribiré una triste canción,
la más triste que hayas oído,
cuando vuelvan las palabras del exilio.

José Ignacio Lapido.


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23 Comments

  • BDEB

    El lugar de dónde vengan esas postales nunca le dí importancia, las letras escritas detrás es otra historia, aparte de observar esos trazos es bonito saber que hay alguien en alguna parte del mundo que se acuerda de ti, porque eres importante.
    En tus letras no se observan los trazos como cuando escribimos a mano, pero no es necesario cuando contienen tanto sentimiento.
    Un abrazo enorme querido Beauseant.

  • Beauséant

    Cierto, Joiel, puede tardar años, pero ambas, la lluvia y las palabras, nos acaban por convertir en algo diferente.

    Tenga esa costumbre, BDEB, tiendo a fijarme en las cosas que, en realidad, no importan. El remite, el color de las letras, una coma que me parece fuera de lugar.. Cuando algo no me encaja, acaba por ocupar todo el encuadre. Es bonito que alguien se acuerde, en realidad es lo más bonito que pueden darnos, ¿verdad? Antes escribía muchas postales y muchas cartas, rara vez encontraban respuesta..
    Un abrazo… y gracias.

    En el fondo no importa mucho donde estará la tumba que nos espera, Natalia Doñate, le damos demasiada importancia cuando, lo importante, es todo lo que hagamos antes de eso, ¿no te parece? Un abrazo.

  • Eva

    A veces las postales nunca fueron escritas, y sin embargo su ausencia ocupa también un espacio. Citas las tinieblas de Conrad, los fantasmas de Hamlet, con ellos deben estar las palabras que se escribieron, y las que no. Las tuyas siempre son un grato encuentro, Beauseant.

  • la chica triste de la parada de autobús

    Me has arrancado una sonrisa con este relato nacido de la literalidad. Precioso, como siempre.
    Gracias por seguir gritándole poemas al vacío 🙂

  • María

    Está vez , a diferencia de lo q suelo hacer casi siempre – q te comento en automático- he saboreado esta preciosa entrada tuya despacito, como si fuera un helado : ) Para empezar , la fotografía es, talmente una tarjeta postal vintage, tienes toooda la razón , los colores, las luces, todo y qué maravillosamente bien has armado está historia a su alrededor, porque la fotografía es de Belfast, y ..ese negocio de enviar tarjetas cambiando el lugar de origen desde donde se envía genial! jajaja claro q sería un negocio ruinoso, imagínate el coste de hacerte un viaje a Australia para q venga con el matasellos de allí jaja pero qué mente más calenturienta jaja y eso de q ella sea una poeta hippie …¿existe esa ella? no hace falta q lo cuentes, por supuesto, la idea es tan bonita, q no importa si es real o imaginaria , me ha parecido de verdad una historia absolutamente preciosa , así q en agradecimiento …
    Te contaré el mismo cuento de siempre, pero esta vez cambiaré el final… los malos , serán buenos y vosotros dos os besaréis en el The end : )

    Mil gracias y q tu semana sea tan estupenda como esta historia, un beso BEAU !

  • Beauséant

    Gracias, Eva, acumulamos palabras, sobre todo las que no dijimos, acaba siendo todo un cementerio de palabras, algunas se convierten en fantasmas, nos persiguen incansables…

    Gracias, Mónica Frau, las palabras se vuelven mejores cuando logran emocionar, te lo agradezco.

    Esa canción, la chica triste de la parada de autobús, ha aparecido más veces por aquí, y seguro que volverá, siempre encuentro algo nuevo en ella… Muchas gracias, sigamos gritando, no dejemos de hacerlo, seguro que el eco trae las respuestas;)

    Mil gracias, María, me encantaría tener forma de helado.. de chocolate, a ser posible 😉 Los negocios fantasiosos no han nacido para ser reales, como casi todas las cosas que son demasiado buenas para ser verdad… me gustan esas personas que viven en la fantasía, pero una fantasía auténtica, no la fantasía de quién se cree mejor de lo que es, de los que creen que han nacido para ser otra cosa y anda todo el día a cuestas con sus frustraciones…

    La vida es mejor cuando tiene su punto de irrealidad, ¿no te parece? , me gustan esas personas, traen luz, te arrancan una sonrisa de cualquier cosa, lástima que la vida nos vaya colocando en “nuestro lugar”, qué frase más horrible…

    Nada de lo que escriba estará a la altura de la canción, gracias por el enlace, pero era una deuda que tenía pendiente.

  • Miquel Cartisano

    Me ha gustado. No has bajado el ritmo y esperaba el final. Se me ha hecho corto, y sí, aunque la vida sea mejor si tiene un punto de irrealidad, yo prefiero la realidad de la vida, aunque duela, saber que “soy”, aunque en ocasiones me equivoque de sombra.
    Un abrazo

  • Milena

    Las postales, las palabras, nos hacen soñar, nos permiten volar… pensar en ese modelo de comunicación, que empieza a quedar caduca, me llena de melancolía, no tanto por las postales ni por las palabras sino por el cambio que ya nos está abofeteando…
    La fotografía es muy bonita, cielo nuboso, calle de noche y neones… también es pasado.
    Un abrazo

  • Gabi C S

    Sería tremendamente prosaico que descubriera alguna certeza en la postal. No creo que realmente desee matar el misterio.
    Abrszooo

  • Etienne

    Me gustó mucho el emprendimiento, tiene un toque de nostalgia y asombro que lo haría románticamente posible. Aunque ya no en este tiempo de inmediatez y whatsapp, es decir, a esta altura ya habría un video del velorio, un reel de cómo se hizo la cremación y un marcador en GoogleMaps de la ubicación exacta en coordenadas de la tumba.
    Algunas de las cosas más interesantes del antes (la demora, la pausa, el no saber todo, el no poder adivinar quién llamó…) son miradas con sorna por los apurados de hoy.

  • Beauséant

    Soy capaz de sacrificar muchas palabras a cambio de tener el mejor ritmo que pueda lograr, Miquel Cartisano, casi todo lo que publico era, en su origen, un texto más largo, pero siempre siento que se me “caen” cuando se alargan. La vida, en el fondo, no necesita muchas palabras para ser descrita… o para que duela, ¿verdad?

    Me sigo aferrando a ellas, Milena, a casi todas las cosas caducas, ahora que lo pienso. Un poco de nostalgia, un poco de rebeldía, supongo. Cada fotografía, desde el mismo momento que se toma, es ya pasado. Igual que las personas, supongo, somos un largo rastro de pasado que arrastramos.

    Es lo malo de querer saberlo todo, Gabi C S, tienes razón, que al final lo sabes todo y eso tampoco te hace feliz.

    Lo hemos estropeado todo con esa inmediatez, Étienne, deberíamos habernos hecho más felices, más inteligentes y, ya ves, lo hemos usado para lo que no era 🙂 Me ha hecho gracia eso de retransmitir el velorio en directo, parece exagerado y no lo es 🙂

    ¿También brillamos alguna vez?, Toro Salvaje, te lo escribo así, en pregunta… me gusta pensar que sí, pero empiezo a dudarlo, me hubiese gustado iluminar a alguien para variar.

  • POETAS EN LA NOCHE

    Qué bonito texto, lleno de ausencias que se resisten al olvido. Las palabras, esas criaturas volubles y extrañas, parecen jugar a desdibujar fronteras y a hacer de la distancia un espejismo. Pero qué curioso, en su exilio, en su aparente errancia, siguen encontrando el camino de vuelta. Como esa postal rebelde que no quiere quedarse quieta en el Conrad, como el nombre que buscas en los aeropuertos, como los rumores que lo sitúan en mil rincones y en ninguno.
    Tal vez su empresa imaginaria funcionó después de todo. Tal vez él mismo fue la primera y última carta enviada desde todas partes y desde ninguna.
    Un abrazo 🌷

  • Neuriwoman

    Aunque vivimos en un mundo lleno de palabras, a veces son insuficientes para describir lo que hay dentro de nosotros. Ni esquivarlas cuando se nos cuelan en la cabeza. Por cierto, creo que a la chica la vi el otro día en la playa repartiendo invitaciones para su negocio de postales. Saludos

  • tonYerik

    ¡Joder! como le recuerda a alguien la de la postal. Y sí a mi también me hablan… !Coño que todos la han visto! y yo por mas que me pisoteo la geografía no coincido nunca tampoco. Es mi sino.
    No debí nunca quemar todas aquellas cartas y, o postales.
    Lo único bueno es que tengo una hija que se le parece en esas cosas, incluida la pequeña estatura en lo físico, al contrario de su hermana mayor.

    Pero yo sigo sin creer en coincidencias.

  • Beauséant

    Las palabras tienen ese instinto, POETAS EN LA NOCHE, que les permite encontrar el camino de vuelta. Aunque las hayamos perdido, una noche, suelen llegar de noche, vuelven a aparecer para recordarnos todas esas cosas que dimos por perdidas. Me gustaría que esa empresa fuese real, que hubiese funcionado, miles de palabras cruzando el mundo para llegar a su destino, ¿te imaginas?

    Las pobres palabras son imperfectas, Neuriwoman, no hay forma de volcar lo que tenemos dentro en palabras sin perder gran parte del significado. Incluso los que saben usar las palabras, los grandes maestros, sufren cuando tienen que explicar algo que llevan muy dentro.

    Seguro que era ella la que repartía las invitaciones, espero que hagas uso de la idea y que nos cuentes si las palabras regresaron del exilio.

    No estoy de acuerdo, tonYerik, las palabras, una vez que nos han dicho todo lo que debían decirnos, es mejor que ardan, que no quede nada de ellas. El tiempo no nos sienta bien ni a las personas ni a las palabras, es mejor quedarse con la idea, con lo que provocaron y nada más. Es bonito dejar un rastro, una hija que tenga nuestras manías, que sepan recordarnos que no todo ha sido en vano. ¿Sabes?, nunca he estado en ParÍs, he pasado cerca, pero algo me ha impedido entrar… creo que no quiero decepcionarme, ¿puede ser?

    Postales desprendibles, ConejoOdiaGuordpres, parece el complemento perfecto para palabras en el exilio 🙂 Los japoneses son maravillosos en su trato con el papel, saben dotarlo de vida.

    Por desgracia, Cabrónidas, según el telediario, hay mucha gente empeñada en comprobar la fortaleza de las palabras frente a las balas… perderá la humanidad, eso seguro, las palabras no pueden morir por mucho empeño que pongamos en ello.

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