leer,  mirar

instrucciones para bajar de una montaña

El descenso de una montaña es, no podía ser de otra manera, el camino inverso a su conquista. Recorres el camino de vuelta y te (re)encuentras con todo aquello que abandonaste a su suerte. Es inevitable, porque lo que se deja atrás siempre regresa; es la ley que nos impide huir de nosotros mismos. Cambias de identidad, cambias de peinado, decides tu sexo, clavas al azar banderas en el rincón más remoto del mapa y todo es inútil. En cuanto llegas al que crees que es un nuevo comienzo y dejas las maletas en el suelo, salen a recibirte tus viejos problemas. Sin rencor, sin reproches: fantasmas leales, mudos y cargados de culpa que se sientan sobre tu pecho por las noches para impedirte respirar.

Lo mismo ocurre al bajar la montaña. Nada más abandonar la cumbre, las cumbres son el único lugar sin memoria, recuerdas que el coche hacía un ruidito insistente que sonaba, sonaba.. como algo muy caro y complicado. No importa, te dices, e intentas olvidarlo mientras sigues el camino hasta que en la primera curva viene a tu memoria una cita médica. Una cita que en la lejanía no era nada y que, mientras devoras calendarios, se torna amenazadora, quién sabe si mortal.

Y así, paso a paso, regresas de vuelta al aparcamiento, y de ahí a las luces hastiadas de la ciudad que te recibe con la indiferencia de siempre. De vuelta a lo que eres, a lo que, en el fondo, nunca has dejado de ser.


Discover more from El artista del alambre

Subscribe to get the latest posts sent to your email.

23 Comments

  • Karen M. Paramio

    Muy buena toda la serie. Al bajar te espera todo lo que dejaste, pero debes mirarlo con la mente despejada que has conseguido en la cima. Y volver a subir en cuanto sientas la mente embotada.
    Buen domingo.

  • BDEB

    Dejamos todo aparcado (incluido el coche) y sí, a la vuelta ahí está todo, pero con un poco de suerte esa escapada (ya sea a mar o montaña) nos ha servido para “respirar un poco de aire fresco y desintoxicarnos del aire de la ciudad”.
    Una escapada siempre viene bien aunque después tengamos que recoger aquello que dejamos.
    Un abrazo Beauseant.

  • Frodo

    Volver, con la frente marchita…
    Están quienes dicen que el viaje de vuelta siempre es mucho más largo que el de ida. La montaña (si no es demasiado empinada) tiene a favor que requiere menos esfuerzo, por eso nos podemos dar el gusto de ir pensando en todo los problemas que nos esperan abajo.

    Quedo impactado con las imágenes y me ha gustado también el título con guiño a Cortázar.

    Abrazos

  • Beauséant

    Gracias, Karen M. Paramio, siempre afronto un poco con miedo eso de las “series” porque creo que pueden aburrir si ando siempre con lo mismo. Que, en realidad, siempre ando con lo mismo, pero lo cuento de diferente manera (creo y espero) 😉

    Así es, BDEB, escapar, respirar, con suerte retomar las fuerzas, y volver con un poquito más de ganas, ¿verdad? Y, entre medias, lo mismo hemos logrado aprender algo, o sentirnos más pequeños o…

    Pero volver, Frodo, siempre volver 😉 A mi me ocurre lo contrario, la vuelta siempre se me hace más corta. Siempre he pensado que era por eso, porque ya vas pensando en lo que te espera al llegar, las cosas que dejaste pendientes…

    Me alegra que hayas captado el guiño,hay varias entradas que empiezan con esa frase de “instrucciones para”, creo que los guiños a Cortázar son necesarios, es mi manera de decirle que no le he olvidado.

  • POETAS EN LA NOCHE

    Qué bello texto… me hace pensar en cómo la vida siempre nos devuelve a lo esencial, a lo que somos en verdad. Hay montañas que se conquistan afuera, pero las más difíciles están dentro de uno mismo.
    Feliz día 🌷

  • Eva

    A Cortázar nunca se le olvida, Beauseant, algo de cronopios ya tenemos… a mi la vuelta también se hace más corta, pero disiento contigo en que sea volver a lo mismo, siempre hay una transformación, sutil pero poderosa, como la montaña que ya no puedes dejar atrás.

  • Beauséant

    Esas montañas interiores, POETAS EN LA NOCHE, son las que nos definen, somos tan grandes como grande es el mayor de nuestros miedos. Llenamos la vida de muchas cosas sin preguntarnos el motivo, es bueno comprender que, al final, todo es más sencillo.

    Qué alegría me da saber que a Cortázar no se le olvida, Eva, ha estado en tantos momentos de mi vida que he contraído una deuda enorme con sus letras. Me gusta eso que dices, lo de los pequeños cambios, podría ser, ¿verdad? Vuelve la misma persona, pero con un cambio que nadie nota.. muchos pequeños cambios después… ¿quién sabe?

    Lo siento, tonYerik, se habrá quedado en la montaña tomando aire puro??

  • Mónica Frau

    Difícil aceptar esa comprobación. Pero tal vez el retorno nos encuentre fortalecidos por la propia subida y al reencontrarnos con los mismos problemas que intentamos dejar atrás, esta vez la solución se nos presente más cercana. Posible y menos difícil de concretar. Siempre es un disfrute leerte, Beauseant. Un abrazo

  • Beauséant

    Las vueltas siempre son complicadas, Citu, a veces cuesta ver el lado positivo, por suerte, a veces, volvemos con otra mirada. Un abrazo.

    Quiero pensar eso, Mónica Frau, a veces tenemos un problema ante los ojos y no somos capaces de solucionarlo. Basta con tomar aire, dejar el problema reposar unas horas, para encontrar la solución. Quizás las montañas tengan ese efecto, nos cambian la mirada, nuestra forma de ver el mundo.
    Un abrazo

  • Maria

    Qué razón tienes en lo que dices con tu reflexión. Al bajar, volvemos a ser lo que éramos, volvemos a nuestro lugar. Ya no estamos arriba en la cumbre, ahora estamos con los pies en la tierra. Cuando estábamos arriba estábamos flotando. Ahora ya volvemos a nuestro sitio.

    Qué buenas reflexiones e imágenes, Beauséant, es una delicia comenzar un lunes aquí, de la mano de tus imágenes y tus reflexiones.

    Un abrazo.

  • tonYerik

    De todas formas lo que esta claro es que al bajar, al menos a mí, es cuando mas me protestan las rodillas pero claro la edad, es la edad y esas son las que frenan todo el peso del cuerpo. Luego la cabeza… Esa ya va por otro lado y cuando empieza a barruntar una farola, una boca de metro una…. una… Ya estoy abajo aunque sigo estando arriba.

  • Etienne

    Supongo que dependerá del lado de la moneda que miremos, si valoramos más la depuración, transformación o simple recreo que nos brinda el ascenso o ponemos el foco en lo que nos espera al descender.
    Lo que es cierto es el cambio de perspectiva que te obliga a hacer, te “ubica” en el mundo, te dice e somos pequeños y muy frágiles, y que la montaña seguirá estando ahí hasta el final y más allá.
    Ah! y suele ser muy educada no? Uno dice HOLAAA! y siempre responde!
    Abrazo!

  • Beauséant

    Nuestras cabezas, María, han nacido para volar, para “estar en las nubes”, por eso se sienten tan a gusto ahí arriba, han encontrado su lugar. Quizás sea peligroso dejarlas ahí arriba mucho tiempo, el mal de altura y todo eso. Siempre hay que regresar, pero dejando un billete de vuelta.

    La edad que tenemos, tonYerik, se nota en las bajadas, eso es cierto, miras una cuesta llena de piedras, tragas saliva y piensas. “esto va para largo”.. También la cabeza, que empieza a pensr en sus cosas antes de tiempo y te puede hacer llegar al suelo antes de tiempo.

    Thank you very muchm Linda… I’ve never been to Montreal, but it sounds like a place with big lakes and mountains. I’m sure it’s a wonderful place. Best regards.

    Tengo poco que rescatar de ese nicho urbano, Toro Salvaje, tienes razón, hay pequeñas cosas, lugares más mentales que reales, pero es verdad que las ciudades parece que nos devoran lo poco bueno que tenemos.. Pero, claro, son un trampa de la que no sabemos escapar.

    Ahí arriba, Cabrónidas, las cosas son más.. no diré sencillas, pero sí honestas, pueden ser leyes más duras, pero no son injustas.

    Creo que has dado en el clavo, Etienne, con lo del cambio de perspectiva, porque eso es justo lo que, creo, nos remueve, nos hace pensar o, en mi caso, hacer las fotos y escribir sobre ello. Nos hemos sacado de un lugar y estamos en otro diferente, hay una tensión, un roce.. Y es verdad, en la ciudad nunca saludas a un desconocido, pero en la montaña, buenos días, sonrisa y gesto con la cabeza.. que nunca sabes a quién tendrás que pedir ayuda si la cosa se complica 😉

  • Alí Reyes

    Los viajes que creemos que solo son de ida, pueden llegar a ser de vuelta también. Por eso no debemos dejar cables sueltos en el camino.
    Muy buena reflexión que pocos toman en cuenta.

  • carlos

    De regreso a uno mismo. Hasta la sima de uno mismo. La inevitabilidad en su máxima palmaria expresión… Tal vez porque el ascenso suele ser una excepción…
    Me encantó, amigo. Abrazo hasta alla!!

  • Beauséant

    Eso es cierto, Alí Reyes, pero tampoco es posible atar todos los cables, ¿verdad? Podemos intentarlo, pero en el fondo pocas cosas podemos tener controladas.. Gracias 😉

    Inevitabilidad es una palabra en la que pienso mucho, estimado Carlos, como en esas novelas de saltos en el tiempo en las que, por mucho que lo intente, el protagonista nunca logra cambiar el curso de los acontecimientos. Un abrazo

  • Stand by

    Tengo la sensación de que, con el paso de los años,cada vez te cuesta mas sobrellevar una ciudad (la tuya) que parece que te aprieta fuerte. Y, es curioso porque, en los últimos meses, he coincido con varios amigos en una situación parecida y , complicada en algunos casos, cuando la sensación ya es asfixiante pero el cambio a otro tipo de vida es poco viable. En cualquier caso, no está tan lejos esa montaña. Asómate y respira.

  • Beauséant

    Una sensación acertada, Stand by, me he ido alejando de ella, en lo físico, cada vez estoy un poco más lejos, y en lo mental. No sé si cosa de la edad y el cansancio que trae consigo, o que las grandes ciudades son, cada vez más, parques mediáticos para turistas. Vuelves a “tus” lugares y ves menús escritos en inglés, franquicias de productos que nunca podrás comprar.. regresas a casa en un transporte público que no funciona… Es una sensación opresiva, de alguna forma me han robado “mi” ciudad, han dejado un decorado, un escaparate… Incluso esas montañas, parecen asediadas, somos demasiadas personas intentando escapar… ahora ya empiezan a cobrar por aparcar… Es una ecuación complicada 😉
    Gracias por tus palabras, de alguna forma me ayudan.

Leave a Reply