El final es donde partí
¿Recuerdas aquellas noches después de los conciertos? Cuando la multitud aún esperaba abajo para poder tocarte y oírte, para mantener ese hilo invisible creado por las luces de neón y un puñado de canciones. Chicas, casi siempre chicas fáciles de impresionar, y copas que alguna mano amiga siempre se encargaba de rellenar. Las mismas manos convertidas más tarde en mil puños furiosos reclamando favores y deudas impagadas… De todo aquello sólo conservas un puñado de heridas sin cicatrizar, una vieja guitarra un poco más afónica y unas gastadas botas de auténtica piel de caimán.
Estoy acabado, piensa mientras se pasa una mano por el rostro sudoroso y con la otra sujeta un pene flácido que asoma tímido entre los pliegues de grasa. Mierda, mierda, mierda, murmura al tiempo que agita frenéticamente el falo sin obtener respuesta hasta que, finalmente, reconoce su derrota: se baja los pantalones, y se sienta en la taza apretando con manos callosas y firmes el estomago, esperando oír la orina precipitada hacia el vacío. Sabe con la certidumbre de lo inevitable que algún día verá sangre removida en el fondo, mostrándole su futuro como los posos del té usados por nigromantes y adivinos. Ese día amigo, ese día te darás cuenta del poco tiempo que te queda para grabar uno de platino y escapar de todos esos paisajes demasiados familiares en tu vida. Un cerrar los ojos y huir lejos de las viejas pensiones de camas que amarillean de asco y rabia, de las botellas vacías en la bañera, y de las biblias en el cabecero, por si la bebida no ha logrado hacer soltar la lengua a tu Dios.
Esos paisajes, tu vieja guitarra y una voz rota, componían tu pequeño reino, todo lo logrado tras tantos años arrastrando un cuerpo cada vez más cansado de pueblo en pueblo, cruzando carreteras llenas de polvo y carteles vencidos anunciando sitios custodiados por vetustos guardianes recelosos de todo lo extraño. Y todo eso para qué, viejo, para buscar la felicidad, palabra ambigua donde las tengas y que, la muy perra, a veces se refugia en humildes cabañas de pescadores al caer el sol, y otras, otras, vete a saber donde. Ahí esta el truco viejo, en saber donde buscarla o, mejor aún, en conformarte con lo primero que se cruce al paso.
Pero nada de eso te valía, era demasiado sencillo. Le plantaste cara a la vida cínico y seguro de ti mismo, y la vida se negó a tumbarte al primer golpe para convertirte en un bonito cadáver. Prefirió irte golpeando lentamente, golpes precisos y afilados que te habían ido convirtiendo poco a poco, de forma imperceptible, en la patética sombra de lo que en su día fuiste. Aún alzas los puños al aire, y crees en tu locura luchar contra alguien, impotente, confundido y con la bragueta abierta. Pero ya no hay rival alguno, la vida hace mucho que paso a tu lado sin mirarte.
Qué putada viejo, qué putada, tanto tiempo escapando de eso, de las vidas arrastradas de padres a hijos. Vidas empaquetadas con etiquetas de colores en los bordes, y con un puñado de viejos rituales repetidos hasta la náusea en su interior, el café en el puerto a última hora de la tarde, confesiones de humo y tabaco hablando de un mundo que nadie conoce pero del que todos opinan, para volver luego, con tres horas menos en el corazón, a los te quiero, qué remedio, susurrados apenas en el lecho conyugal.
Qué orgullo ¿verdad?, haber logrado escapar de todo eso por más que, justo ahora, cuando ya nada tiene remedio ni perdón, ese tipo de vidas no parecen tan cercanas a la muerte como lo parecieron entonces. Quizás la vida sea eso, huir deprisa hasta perder el aliento y descubrir, después de mucho correr, que el puro principio era justo el sitio en donde querías estar.
Qué putada viejo, qué putada.
14 Comments
Isthar
A veces no importa qué camino se elija, cuando se llega al final, la otra opción parece desde lejos mucho más tentadora. Y lo peor es que ni en realidad importa, ni tiene remedio.
Qué putada viejo, y qué desalentadora imagen del fin del camino.
ipathia
Ignoro si es peor si morir lentamente o vivir a todo trapo. Sea como sea, nos quedamos por el camino, pero hay que ver que huella dejamos en los demás…. (Y no escarmientan: continúan su perpetua búsqueda de una felicidad inexistente, porque la creemos en ese otro/a y no en nosotros mismos. -No digas que no te avisé-)
Ya ves, nada que hacer: tenemos toda la baraja en la mano pero no sabemos jugar. Peeeeero… seguimos amarrados a la vida porque tarde o temprano aprenderemos. Cabezota que es una, y por otra parte, qué mejor meta que ésa?.
Amén.
Eloisa
Sólo falta cuestionarse para saber quien le ha robado el mes de abril…paradojas de la vida, el final, el comienzo de la “sesión continúa”.
Danelí
entre tanto follaje algo tenía que encontrar, para bien o para mal
Alvaro
Buen texto, sin duda. Me da la impresión de haber entrado en un viejo bar donde en la esquina, en aquella vieja mesa donde me gusta sentarme, está alguien rumiando su derrota. Un saludo, y quizas un día me siente para hablar de putadas y derrotas.
Alvaro
Creo que no sólo me voy a sentar, si no que voy a enlazar tu blog con el mio, no sea que me pierda algo. Un saludo.
AngelCaido
De ahí la importancia de disfrutar del camino, de mirar a los lados, de escalonar los objetivos.
No sé quien fue que dijo:
El mejor General, no es elq ue gana todas las batallas, sino elq ue sabe que batallas pelear.
Un texto demoledor, si señor…
Fuego Fatuo
No solo conserva una lista de teléfonos a los que nunca podrá volver a llamar, siendo cínicos también posee un hígado con cirrosis, un tabique de “yeso” en la nariz, seguramente algún que otro vicio impronunciable en horario infantil y alguna enfermedad venérea en el mejor de los casos…
Algunos lo llaman fracaso, otros lo llaman vida.
Beauséant
me temo querida isthar que el final del camino siempre es desalentador.. al final te queda el mirar hacía atras y rogar que por lo menos hayamos dejado alguna huella en alguien, como diceipathia. Las tumbas vacías sin flores y homenajes son el peor final… Quizás sea buena idea el plan B de angel caído decidir que batallas queremos ganar y darlo todas en ellas, el problema es de siempre, decidir…
eloísa si sólo te roban el mes de Abril casi que puedes darte con un canto en los dientes, lo jodido es cuando empiezan quitando el mes de enero y no paran hasta Diciembre…
oye, fuego fatuo, tu lo has dicho, nunca sabes si es fracaso o es vida, las formas de triunfar y las de fracasar están todas en el mismo caminito…
muchas gracias alvaro, siempre tendrás preparada la mesa del rincón para cuando quieras dejarte caer. Es la mejor mesa, ves a todos los que entran por la puerta, pero ellos apenas se fijarán en ti…
danieli estaba yo pensando si lo del follaje era en el buen o en el mal sentido 🙂
Para,creo que voy a vomitar
Qué demoledora la última frase. Tanto que da escalofríos pensar que tengas razón… Aunque eso de quedarse al principio no es algo que, a priori, me parezca buena idea.
Gran texto y me quedo, sobre todo, con la imagen del orín, la sangre y el futuro…, tremenda. Soy así de escatológico.
Eloísa
Si conoces de alguien al que sólo le hayan robado el mes de abril, preséntamelo de inmediato, es especia e extinguir y rarito de cojones…Al menos que no sea egoísta y comparta la receta.
burma
– Pónmela otra vez viejo.
Y su risa cómplice empieza a toser.
-Joder, mira que estás cascado. Cuídate.
“Ya no quedan aplausos, ¿te acuerdas?” Recuerdo… pero no me acuerdo cómo se canta de pie sobre un barril, sin micrófono y con una cuchara. Tanto con poco. Todo con nada.
-Echa la persiana viejo, yo te ayudo, que esta vez yo no me quedo dentro-
Estraidel
Los desesperados que van y vienen. No es que yo sea optimista, sólo que cuando queda algo que crear sin esperar una gran retribución, se disfruta aún en medio de los pesares. Por allí la coincidencia con ángel caído…, por allí el asombro que no se pierde…
Saludos desde el trapecio.
Beauséant
¿Sabes Eloísa, a mi el mes que de verdad me robaron fué el mes de Mayo?… No tengo ni idea de para que lo quería, porque era una mierda…
🙂 oye burma, que por verte encima de un barril cantando con una cuchara seguro que hay gente que paga y todo 🙂
cierto, estraidel, cuando no esperas nada, todo son sorpresas agradables..