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Barajas-Heathrow (con algunas cosas entre medias)

A pesar de todo el empeño de las compañías áreas me siguen gustando los aeropuertos. El espacio liminal por excelencia, el último reducto de la humanidad donde cada persona tiene un propósito, una función, o un destino.

Viajar es también una forma de definirnos ante el mundo. A un lado del cuadrilátero, felices y luminosos, los soñadores planeando viajes que son sólo de ida. En la otra esquina, con sonrisa cansada, los fatalistas ahogándose en viajes de vuelta.

Barajas, un cielo extraño como la luz mal calibrada de un croma barato. Reflejos iridiscentes en las alas cuando el avión lucha por desprenderse de la gravedad. La serpiente plateada del Támesis vista desde las alturas como esos ríos de papel de aluminio que recorrían mis maquetas infantiles. El mismo río, ahora convertido en una criatura tranquila y domesticada de color pardusco al contemplarlo desde la orilla.

Todos somos más radiantes, mejores, cuando nos observamos desde la distancia.

Londres, apiñada alrededor de esa culebra formada de agua. El parlamento, con sus torres catedralicias, sirviendo de fondo como en la portada de aquel libro que prometía enseñarme un idioma que nunca he logrado comprender. Sus calles, llenas de gente, comiendo, hablando, consumiendo a manos llenas como quien intuye el fin del mundo. Un puñado de locos sin patria ni un lugar donde esconderse. No veo niños jugando en esas calles. Riadas de escolares en uniforme, serios y concentrados. Niños con rostros de adultos prematuros, niños sólo en tamaño.

Doscientos museos, dice la guía con algo de orgullo cuando abro una página al azar. Exposiciones dormitando dentro de pesados edificios como dinosaurios tranquilos que no saben que se han extinguido. El aire del siglo XVIII atrapado aún en las vitrinas pidiendo algo de luz, un correr de cortinas para contemplar el mundo que se han perdido tan ensoñados como estaban en el pasado. Giro en una de las galerías, segundo piso, mujeres sin cabeza me saludan. Me he vuelto a perder. Un guía con gorra amarilla sonríe comprensivo y me indica la salida a través de la tienda de regalos.

Viajes sólo de ida, la vieja ensoñación de escapar a un lugar extraño y despertarte siendo otra persona. Los viejos fantasmas que te conocen y te saludan en cuanto apareces por la puerta con las maletas llenas de ilusión.

Ellos nunca permitirán que te conviertas en alguien diferente.

Barajas-Heathrow (con algunas cosas entre medias).

22 Comments

  • Etienne

    Habiendo estudiado Turismo como para desarrollar mi futuro, me es difícil ver a los aeropuertos como algo más que sólo puntos de conexión; no hace falta conquistarlos, no es necesario encariñarse, simplemente unen un trazo con otro, como esos juegos de niños, une los puntos para formar un dibujo.
    Lo que disfruto y aprovecho son las esperas, voy antes y me convierto en el señor espeluznante que mira todo, jaja! Y pienso, es decir, no hay mejor momento para hacerlo en medio de la vorágine diaria.
    Ah, hermosas postales de Londres has logrado!
    Te dejo saludos!

  • Toro Salvaje

    Viajar hoy en día me parece una tortura.
    Desde el tamaño de los asientos en los aviones hasta las colas en todas partes.
    Por no hablar de las mismas cadenas franquiciadas vayas donde vayas.

    Imagino cómo debería haber sido poder viajar hace dos siglos… cuando cada ciudad era poco menos que un universo diferente.

    Saludos.

  • Alí Reyes

    Hola, Soy Alí del blog tigrero. Por fin pude comentar, menos mal y te cuento tengo un blog en woldpress que nó sé cómo reactivarlo porque no me acepta la contraseña. Total, este texto es sencillísimo pero está inpregnado de poesía, claro, en prosa pero poesía al fin, por ejemplo “el último reducto de la humanidad donde cada persona tiene un propósito, una función, o un destino” o algo como “La serpiente plateada del Támesis vista desde las alturas como esos ríos de papel de aluminio que recorrían mis maquetas”, “sus torres catedralicias, sirviendo de fondo como en la portada de aquel libro que prometía enseñarme un idioma que nunca he logrado comprender”. Estas son las cosas que hacen a la lectura tan amena.
    Tengo que ponerme al día con tus entradas, las voy a disfrutar comose hace con un helado…de a poco.

  • Beauséant

    Es verdad, CABRÓNIDAS, todas parecen tener algo en común. Pero no tengo claro si siempre ha sido así o es un efecto de la globalización, ahora casi tenemos las mismas tiendas, las mismas ropas en todas partes. Cuando hablas con gente mayor de lo que sintieron al cambiar de país, te hablan de una realidad muy diferente. Quizás también las redes sociales nos uniformizan todo…

    No hay que dejar nunca de mirar, T&E, mirar, mirar y volver a mirar, con otros ojos, bajo otra luz 😉

    Claro, cuando algo se convierte en rutina, ETIENNE, se mira con otros ojos. Ya no hay magia, no hay novedad ni chispa, me temo que ocurre algo parecido con las relaciones humanas. Espero que mi visión, un tanto naif, te haya ayudado a cambiar un poco de opinión… Gracias por lo de las fotos, era una ciudad de la que no esperaba mucho y me gusto.. ¿ves?, cuando no lo conviertes en rutina todo es mejor 😉

    Has dado con la clave, TORO SALVAJE, hace dos siglos ese viaje habría sido casi épico y habría sido todo un choque cultural. Ahora, con las redes sociales, ya sabes perfectamente lo que te encontrarás y puedes planificar el viaje al milímetro. Casi se quitan las ganas de salir de casa. Creo que por eso llevo siempre la cámara de fotos, es como mirar las cosas con otro ojo, menos cínico, que sabe encontrar cosas nuevas en esa rutina.

    Muchas gracias, ALÍ REYES, yo llevo algún tiempo con eso de integrar los blogs en WordPress y rara es la semana que no tenga alguna duda existencial sobre si lo estaré haciendo bien, mal o regular 🙂 Me alegra que hayas podido entrar.. y muchas gracias por lo que dices, yo no podría, no sabría, escribir un texto tan complejo como el último tuyo. Lo mio son las anotaciones cortas, el jugar con las palabras, pulirlas hasta que queden lo más brillante posible.. me gustan las palabras, la fuerza que tienen cuando logras juntarlas en el orden correcto. Pero me cuesta hacer con ellas construcciones complejas, me alegra que te haya resultado una lectura amena y eres bienvenida a esta casa, puedes servirte todo el helado que quieras 😉

  • María

    Todas impresionantes de bonitas! pero la fotografía del Big Ben bajo el roto de ese nubarrón por el que se escapa la luz Mmmm…y esa curiosa cabina floreada… es bonito que cuiden sus iconos. Me gustan algunos aeropuertos o mejor dicho, terminales, la T4 de Barajas por ejemplo, es súper relajante, se respira paz, en cambio las otras son como estaciones de metro de techos altos, el de Heathrow, no lo conozco. Te ha quedado un texto genial! Aunque no se si podría decirse que te haya gustado Londres por esta entrada. Te dibujas como un entomólogo mirándolo todo desde tu lupa, sin involucrarte. Quizá no es culpa de los fantasmas, quizá eres demasiado tú mismo y aunque a ti parece no gustarte eso, me alegro muchísimo que a los fantasmas tb les hayas gustado y no te permitieran volver(te) diferente ; )

    Un beso BEAU

    PD
    Si de verdad quieres volver diferente en vez del avión, toma unas botas y piérdete en un bosque : )

  • अनत्ता 光 心

    Tiene razón Alí Reyes: la frase “la serpiente plateada del Támesis vista desde las alturas como esos ríos de papel de aluminio que recorrían mis maquetas infantiles” es maravillosamente poética, preciosa, muy plástica.
    Tiene razón María: esa foto del Big Ben con la luz filtrándose entre los nubarrones es espectacular. La verdad es que me impresionó de entrada, me dejó boquiabierto por su fuerza y belleza. Y las del Támesis y el Parlamento en general.
    Pues voy a hacer una confesión: el domingo por la tarde me asaltó por enésima vez una idea: dejarlo todo y “escaparme” para “perderme” en el Himalaya, para quedarme allí y no volver nunca más. Sería un billete de solo ida, es decir, para soñadores. Nada me ata aquí especialmente: una casa que puedo vender y principalmente la familia cercana que me queda. Podría desaparecer, volar. ¿Una idea y un sueño descabellados, locos, surrealistas, absurdos, utópicos, románticos? Posiblemente, pero no irrealizables ni imposibles. De poder, podría hacerlo. Soy perfectamente capaz. ¿Adónde, exactamente? Pues no sé… a cualquier estribación montañosa, un valle perdido, por ejemplo en el Nepal, Bután, Ladakh… en una sencilla cabaña. Estuve en el Nepal en el 95, haciendo el trekking de los Annapurnas… oh, no hay palabras. Maravilloso, las montañas son prodigiosas y los paisajes nepalíes en general.
    ¿Para hacer… qué? Pues obviamente buscarme a mí mismo aún más profunda, intensa y honestamente. Sí (no me digáis nada, por favor; esto hay que entenderlo y sentirlo). Es mi “vocación”… algunas personas la sienten, muy fuerte. Como los que se meten a monje, sea en el budismo o en el cristianismo. Por ahí va… seré un aspirante a Buda, un aprendiz, un Buda en potencia (en verdad, la bellota que puede devenir encina).
    Explico todo esto porque conecta con las reflexiones que has lanzado… largarse a otra parte para intentar ser “alguien distinto”. ¿Es posible, podría en mi caso tener éxito? Pues podría, porque dependería de cómo aprovechara el tiempo y me entregara a esa labor. Como dices, los fantasmas vienen con nosotros, no distinguen si viajas hasta la esquina o a Marte. Fantasmas… el ego, la personalidad, la mente, las heridas y traumas, las manías, los apegos y rechazos, cierto ideario… en fin, sé que me entiendes a la perfección. Solo si empiezas a ver, cambiar y soltar todo esto (no rechazarlo, sino aflojarlo al irte desidentificando) puedes devenir otro ser. Sobre el papel, pero es posible. Nadie ha dicho que sea fácil e inmediato, ja. Claro que esto puedes hacerlo en el Nepal pero también en el sillón de tu casa. En fin, una idea que me asalta… porque no acabo de estar a gusto aquí ni de sentirme feliz y realizado. Lo que hago en buena medida se me antoja absurdo… el trabajo, por ejemplo, aunque tenga ciertamente un sentido. Pero esta clase de vida que llevamos, el ritmo en las grandes ciudades, toda la locura capitalista y consumista, el tema del dinero y lo caro que resulta todo… tantos valores, materiales, ideológicos y sociales… se me antoja todo tan absurdo, superfluo y vacío que dan ganas de echarlo todo por la borda y eso… subirse a un avión y largarse bien lejos. Lejos de todo.
    En fin, perdona la parrafada. Es algo que me asalta y quién sabe si un día… uno ha de perseguir sus sueños e intentar ser feliz, realizarse.
    Aeropuertos como espacios liminales, transitorios, tierra de nadie… sí. Aunque no me desagradan especialmente, solo las largas esperas en escalas. Lo que me parece gravísimo, imperdonable, es hacer de tu vida algo liminal. De tu interior, de tu mente algo liminal, tierra de nadie. “Por ahí no paso”… ja ja ja. No me hagas caso, probablemente vivo en las nubes. es la única explicación de que quiera volver… a las nubes.
    Un abrazo.
    ¿Alguien… se apuntaría, vendría conmigo?

  • José Luis

    Para mí un aeropuerto, en un viaje de placer, es como la antesala, el inicio de esa ilusión, la preparación para lo que llegue en destino. Creo que tiene su encanto, hasta la espera misma. Vuelvo a repetir, que cuando se trata de un viaje de placer.
    Me ha gustado tu entrada y qué decir de las fotos. Muy buenas.
    Saludos.

  • Beauséant

    Algunas fotos, MARÍA, las vas buscando y otras te las encuentras, puedes presentarte en la puesta de sol a la hora exacta, pero si las nubes no colaboran no obtienes nada… Y sí, cuidan mucho sus tradiciones, casi de una forma ridícula, pero a cambio tienes ciudades como Oxford y calles de Londres que llevan siglos con el mismo trazado y los mismos edificios. Con las cabinas de teléfono lo tienen más complicado, se nota que no tienen muy claro lo que hacer con ellas.

    Sobre si me ha gustado o no, bueno, ahí me has descubierto, me gusta ver las cosas en la distancia, desde el avión por decirlo de alguna forma… Esta es la primera entrada de unas cuantas anotaciones que hice por allí, ya te iré contando, si mis fantasmas me dejan 😉

    Claro que te entiendo, अनत्ता 光 心, más que a la perfección 🙂 No hay algún viaje, aunque sea corto, en el que no me plantee ese tipo de cuestiones. En mi caso, y por eso el último párrafo del texto, creo que no lograría muchos cambios, mis fantasmas, mis dudas y miedos vendrían conmigo, se apoderarían de la nueva casa y todo sería igual, sólo cambiaría la geografía.

    Quizás sea cobardía, quizás es que me haya acostumbrado a la vida que llevo, llena de ysies un tanto molestos, pero que tengo más o menos controlados. Supongo que el Tibet tiene su parte mística, pero algo me dice que podría decepcionarte… no sé, yo me iría a alguna zona de bosques, una cabaña en medio de ninguna parte, aunque sólo fuese una temporada… hace tiempo leí un libro sobre alguien que hizo eso, ahora no me viene a la memoria.
    Agobia mucho comprender lo corta que es nuestra existencia y la cantidad de tiempo que dedicamos a acumular y a correr sin sentido… Pero creo que no soy capaz de hacer grandes cambios, quizás por eso lo de escribir, lo de las fotos, una forma de revindicare, de decir que no me he rendido… aunque, ya ves, que poca batalla he presentado.
    En cualquier caso, si decides dar el paso, no vayas a Londres, es todo lo contrario de lo que buscas 🙂

    Creo que viajar, CITU, nos cambia de alguna manera. Incluso los viajes que hacemos ahora que lo tenemos todo más controlado, tiene su parte de pequeña aventura que te hace ver el mundo de otra manera.

    Gracias, MUCHA DE LA TORRE, muchas gracias 😉

    Tengo suerte, JOSÉ LUIS, que casi todos mis viajes son de placer. Cuando he tenido que vaijar por trabajo soy un desastre lleno de dudas que siempre acaba perdiendo, olvidando, o ambas cosas, algo importante. Gracias!!

  • Diego

    Viajar es una necesidad vital. Por mi trabajo, he tenido que tomar muchos vuelos hacia los cuatro puntos cardinales. Los aeropuertos, como dices, son un simple lugar de paso. Yo añoro los de hace 40 años. Eran más personales y acogedores, podías salir a una terracita a tomar un café esperando tu vuelo mientras veías tu avión ahí abajo, a escasos metros de ti, saludándote. Ahora los aeropuertos de las principales ciudades son casi todos iguales. Paneles de vuelos, ristras de puestos de facturación, cafeterías interiores, escaleras mecánicas parriba y pabajo, gente, cabinas iguales de control de pasaportes, gente, altavoces chillando vuelos, gente, fingers que te meten en el avión sin que llegues a verlo ni un instante… Unos espacios bastante impersonales, aunque llenos de lo que llaman “comodidades” para el viajero. Pero una cosa no ha variado, como dices: cuando despega el avión, tus fantasmas vuelan en tu maleta 🙂

  • laacantha

    A mi me encanta viajar ,a pesar de todas las incomodidades que puedes sufrir. Bueno, “sufrir” es cosa personal y depende de cada uno. Por ello adoro aerpouértos y aviones, estaciones y trenes , incluido autobuces y caravanas. Me encantan las vistas de arriva, de lado, de cerca , de lejos. Bueno los viajes por motivo de trabajo, es otra cosa, es un simple trabajo, a veces muy aburrido.
    Y no me convence la idea de que para obtener la felicidad o ,por lo menos , el equilibrio emocional ayuda cambiar del sitio. Ahí, ahí , fuera del capitalismo, consumismo y otros “…ismos” esta la paz. No lo creo y , por más que usada y patética sería la frase “No busques nada por fuera, todo esta por dentro” , me parece la frase es muy justa. Aunque no estaría mal pasar una temporada en Nepal en la compañia de huestro amigo अनत्ता 光 心, (sonriiiisa) .
    Una observación más …todos nos quejamos del mundo de hoy, del mundo en que nos toca vivir . La pérdida de muchos valores éticos, consumismo , indiferencia, prisa , guerras etc.etc. Pero cuando yo observo la historia de la Humanidad ¿cual de los períodos era mejor? Segun las fuentes historicas que tenemos , siempre había un montón de cosas horribles .Es decir , cámbian las formas pero el mundo sigue el mismo. Por ello no os preocupeis , vamos a buscar nuestro equilibrio cada uno a su manera. Un abrazo para todos.

  • अनत्ता 光 心

    Tienes toda la razón, Tatiana, en cuanto a la historia de la humanidad siempre plagada de cosas negativas, por ejemplo guerras. ¿De verdad, de verdad somos más “civilizados” y felices? Mmm… me parece que es la pregunta del millón. Gracias por el guiño nepalí. Y tanto, me encantaría volver allí y perderme.

  • Beauséant

    Es un poco lo que hablaba ahí arriba de la globalización, DIEGO, hemos uniformado todos los espacios, la ropa, las ciudades… Me ocurre algo parecido con los trenes, antes me gustaba estar bastante rato en el vagón cafetería, con un libro, mirando el paisaje… en el último tren que subí la cafetería eran un par de máquinas de vending un tanto horribles. Quizás sólo sea nostalgia, no lo sé.

    Gracias por tirarnos un poco a tierra, LAACANTHA, hace tiempo lo dije en algún comentario, que a pesar de todas mis quejas, sigo pensando que vivimos mejor que hace muchos años. Quizás la diferencia, y no es una diferencia pequeña, es la falta de expectativas, la incertidumbre en el futuro que, en épocas anteriores se percibía como algo maravilloso y ahora da un poco de miedo. Y es verdad, si queremos encontrar algo, más nos vale empezar a mirar en nuestro interior porque de ahí salen todas las cosas, buenas y malas, que tenemos.

    La pena, अनत्ता 光 心, es ver que se podrían hacer las cosas mucho mejor, pero hay algo que nos lo impide. La misma fuerza que nos ha hecho sobrevivir, que ha logrado que hayamos sido capaces de adaptarnos como raza a unas condiciones hostiles, nos hace ser incapaces de vivir en paz… Lo de perderse siempre es una opción, eso seguro, pero siempre hay que volver a encontrarse 😉

  • Doctor Krapp

    Aeropuertos de horas interminables. Asfixiantes. Aunque reconozco que Heathrow tiene un toque de terminal mundial, como una especie de una terminal postmortem buscando destino eterno, con esas oleadas de personas que aparecen y desaparecen en rebaños y esas divertidas plataformas deslizantes para ir corriendo de un lugar a otro, como si hubiera algún destino que mereciera la pena.
    Saludos

  • evavill

    No soy buena viajera pero admito que cambiar de aires viene bien de vez en cuando y te espabila. Las fotos son estupendas, sobre todo las de los cielos.
    Es triste que los niños no tengan espacios para jugar en las ciudades, al margen de los parques, y que paseen tan seriecitos y domesticados.

  • Myriam

    Hola, Beauséant: Tus fotografías son en su mayoría alucinantes. La de la Torre del Big Ben y el Thamesis con esos haces de luz es genial. La de Barajas desde el avión que encabeza la entrada, también. Amo Londres he estado infinitas veces en esa ciudad en la que puedo camuflarme como un camaleón. En uno de mis viajes, estuve una semana completa en el British Museum desde que habría hasta que cerraba estudiando las colecciones de Arqueología del Mediterráneo y del Medio Oriente. Sobre lo que dices de los aeropuertos como espacios liminales (Coincido contigo) ¿Qué puedo decirte, siendo como son mi segundo hogar? De hecho tengo una serie en mi blog que puedes ver en el lateral derecho “Tránsitos” que tiene parte de mi colección de fotos en distintos aeropuertos del mundo. Yo que he viajado en avión desde mis seis meses de edad (a esa edad en brazos de mis padres, claro) puedo decirte que hoy, aunque sigo viajando por motivos familiares más que nada, es cansador, cuando debería de ser un placer. Deberíamos poder viajar de forma más cómoda y segura, hoy lo hacemos como ganado. Corto aquí, que mi comentario se está alargando demasiado. Te comprendo perfectamente. Besos.

  • Angeles

    Los aeropuertos me resultan muy estresantes, y a veces me planteo si merece la pena el proceso para llegar a lugares que hoy día ya no tienen misterio… salvo que seamos capaces de verlos con ojos como los tuyos, dispuestos a encontrar el resquicio, la luz, el ángulo, el detalle que a simple vista no se percibe.

    Yo creo que los viajes siempre nos cambian un poquito, y por muy uniformes que se hayan vuelto las grandes ciudades, como ha señalado Toro Salvaje, siempre hay algo diferente, a veces el mismo aire, que nos hace conscientes de que no estamos en casa, de que en esos momentos somos otros. Y eso no puede dejarnos indiferentes.

    Como siempre, tus fotos son maravillosas, y tu texto, para mucho reflexionar.

    Saludos.

  • Beauséant

    Lo que merezca, o no, la pena, DOCTOR KRAPP, en realidad es algo que nunca sabemos antes de iniciar el viaje, ¿verdad? Por eso lo seguimos intentando, por eso seguimos probando cosas, porque siempre esperamos que algo nos sorprenda…

    Supongo que tendrán sus luares, EVAVILL, los niños, digo, pero lo cierto es que me pareció una ciudad un tanto hostil para ellos. Incluso me encontré un parque infantil que parecía una miniprisión. Totamente cercado, con cámaras y sólo dejaban entrar a personas autorizadas.

    Me alegra mucho leer tu comentario, MYRIAM, porque en principio esta entrada era la primera de una serie sobre Londres que he ido componiendo con los apuntes y las fotos del viaje, espero que te guste. Tengo una sobre el British Museum, no me extraña que te quedases una semana a vivir allí. Me he pasado por tu casa y he visto la serie de tránsitos, me gusta mucho la idea. Aquí he ido colocando los viajes con la etiqueta cronopios viajeros 🙂 Al contrario que tu, yo no he viajado mucho, mis padres, bueno, ya sabes como son esas personas “pegadas a la tierra”, tan preocupados por todo que se olvidaron de divertirse, de conocer otros lugares… Y, no, no hay comentarios largos, hay comentarios que aportan cosas 😉

    Creo que la cámara es la excusa para encontrar esas rendijas, ANGELES, el simple hecho de tenerla en las manos, de apuntar en una dirección u otra, de buscar un ángulo o el contrario, cambia la forma de ver el mundo… Sin cámara quizás tendría menos ganas de viajar, no lo sé. Es lo que dices, parece que no aguardan misterios ahí fuera. Cuando hablas con gente de más edad, cómo se marchaban a Europa con una guía desactualizada el dinero justo, te das cuenta que eso sí era una aventura, en el aspecto positivo y, claro, en el negativo… siempre estamos buscando el punto medio entre sorprendernos y tener seguridad, ¿verdad?

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