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un pudrirse de mierda

Lo llamaron Teide por sus cumbres siempre nevadas, aunque cuando yo fui todavía no habían puesto en marcha la maquinaria que hacía la nieve.

En el colegio aprendimos que es la cumbre más alta de España y, a modo de demostración, nos añadían una serie de gráficos comparativos para darnos miedo. Desde la perspectiva de mis pocos años y con la falta de medios audiovisuales de esa época era fácil imaginarse aquellas cumbres como un algo imponente. Uno de esos retos de los que, si logras salir con vida, te dan para hacer un libro, una película y un buen puñado de charlas motivacionales.

Pero lo cierto es que cuando llegas a la base del Teide la cosa ha perdido algo de su epopeya verniana. Una carretera muy bien asfaltada, un teleférico que te deja en la cumbre y una pequeña caminata perfectamente delimitada y llena de permisos, exenciones y seguros.

Es una enfermedad propia de estos tiempos: nuestras vidas tienen una carencia absoluta y preocupante de épica. Hace un par de siglos cruzar el país implicaba jugarse el físico. Y si pretendías cruzar cualquier masa de agua más te valía tener el seguro en regla y las cuentas bien cuadradas para no arruinar a todos aquellos que dependiesen de tu miserable existencia.

Creo que el haber perdido ese sentido de la aventura nos ha vuelto más mezquinos. Los griegos bien sabían que la épica, la ética y la estética van siempre de la mano. En cuanto falla una de ellas las otras empiezan a despeñarse colina abajo con muy poca elegancia.

Ya no quedan continentes inexplorados ni ríos que seguir hasta su nacimiento. Nada de minotauros esperando pacientes al final del laberinto, ni cargas de caballería con los dientes apretados y el sable en ristre.

No digo que eso sea algo malo, vivimos más años y con menos sobresaltos, pero parece que todo se resume a poco pan y un pésimo circo. Nos jugamos la vida conduciendo a trabajos que odiamos, nos matamos con drogas de todo tipo que nos ayuden a olvidar nuestras decisiones de mierda y poco más, a eso se reducen nuestras experiencias vitales, a sufrir en el presente y soñar con un futuro lleno de ojalas.

Y eso es un grave error porque somos más generosos, más elevados de miras, cuando la muerte es una presencia constante que da la perspectiva correcta a nuestra existencias.

Ahora ya casi nada nos mata, simplemente nos desmoronamos sin gracia. Un pudrirse de mierda.

Nadie debería morir en la cama de un hospital. Las muertes deberían ser un rayo cegador que nos atrapase en medio de algo estúpido, valiente o, al menos, divertido. Pero nada de eso ocurre, sólo ese lento pudrirse de mierda a la espera de la nada.


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25 Comments

  • https://pinosima.blogspot.com/

    Beauséant, yo hice mi viaje fin de carrera a Tenerife y subí al Teide unos meses antes de que inauguraran el teleférico. Fue mi mayor hazaña escaladora :)) Tienes razón, la épica ya no existe, todo está planificado, estructurado, reglamentado. Hoy, hasta hay que hacer cola para subir al Everest, “¿es usted el último?”. Qué diría Mallory si viera esa serpiente multicolor atascando las laderas que a él le costaron la vida… En fin, es el progreso, la “zona de confort”, como se dice ahora. Pero no desesperemos, aún nos quedan los hombres-pájaro.

  • Joselu

    En 1984, con un permiso sin sueldo por tres meses, me fui solo a Indonesia a recorrerla de oeste a este. Recuerdo este viaje iniciático en el que lo único que llevaba era mi billete de vuelta tres meses después, y lo que pasó en medio. No había internet, no era fácil conectar por teléfono y no lo hice, la prensa incomprensible en Sumatra, Java, Balí, Malasia o Tailandia. A través de este viaje -puede que no sea gran cosa- puedo entender lo que es la aventura porque me pasó de todo, bueno y malo, a veces me entusiasmé con el viaje y otras veces me sobrepasaba. Pero no podía rendirme ni volver hasta que llegara la fecha de mi pasaje desde Kuala Lumpur. Hoy la forma de viajar ya no es -en general- ya aventura porque se está en contacto permanentemente por whatsapp o por vídeoconferencia o teléfono. No puedes alejarte mentalmente de tus circunstancias habituales. Todo está organizado -yo entonces no tenía ninguna reserva de ningún tipo- y reservado. El viaje profundo que tenía una cierta dimensión, en la actualidad se ha convertido en algo seguro y asegurado. He estado no hace mucho en la India y cada noche sabía qué estaba pasando en mi casa pues estábamos en contacto diariamente. El sabor del viaje que era un camino hacia lo desconocido ya no existe. Se publican fotos en Instagram desde el lugar más remoto de la tierra. Una mierda. Todo se ha banalizado. Saludos.

  • Beauséant

    Así es, DIEGO, la zona de confort se ha ido agrandando con el tiempo, cada vez ocupa más espacio. Aunque no lo parezca, por lo que he escrito, no creo que eso siempre sea malo, en especial para personas con tan poco sentido de la aventura como el mio… pero no sé, a veces parece que lo tenemos todo demasiado controlado, falta esa sensación de caminar sin red que describe tan bien, JOSELU, el sentir que te encuentras en la otra esquina del mundo, que debes confiar en otros seres humanos con los que apenas puedes comunicarte… El mirar en una guía mugrienta los horarios de los trenes y cruzar los dedos para que sigan siendo los correctos, el tener que mirar un mapa y no tener muy clara tu ubicación… Ahora tenemos móviles que lo saben todo, que te ubican en un suspiro.. Eso es bueno, sí, pero es imposible llegar a sitios que no hayamos visto mil veces a través de los ojos y las fotografías de otros muchos miles…

  • María

    Verás, mi hermano escala desde los 11 y tiene cincuenta y pico. Lo ha subido todo o casi todo, además es geólogo, recorre el mundo con su equipo…así es que desde el punto de vista que tú expones, su vida es una epopeya constante (aun con móvil, hay mil espacios sin cobertura) ¿ de verdad crees que su vida es menos mierda que la mía, que las veces que he subido con él, he terminado arrastrándome como una salamandra sobre las rocas, porque me falta el estado físico que requiere la escalada libre y además últimamente tengo vértigo? Creo que no. Verás, la escalada libre no es como subir al Everest que vas con los pies clavados al suelo por alto que subas ( tiene toda la razón DIEGO tristemente se ha convertido en una feria) en la escalada libre trepas roca a roca, a veces suspendida en el aire, no hay red…hay un compañero que te asegura con su cordino y ¡listo! Si falla él, te vas al suelo. La última vez que lo hice terminé llorando de desesperación y me prometí que nunca más!… No BEAUS, no creo que sea necesario ni jugarte la vida, ni sobredosis constante de adrenalina para vivir intensamente. Eso sí, lo de morir sí… cuando a mi madre le entra el pánico, pensando dónde andará colgado mi hermano, siempre le digo… no va a pasar nada mamá, pero si pasara, moriría siendo la persona más feliz del mundo porque la montaña es su pasión y creo que este es el quid, no hace falta vivir vidas épicas, ni experiencias alucinantes e intrépidas, lo que sí hace falta es tener ilusión, pasión por algo, lo que sea, cada uno a su gusto y en su estilo, algunos no se mueven del sillón de su casa y alucinan, pintando o tocando un instrumento por ejempl..creo que eso es lo que nos salva de las vidas de mierda ; ) y si de verdad quieres vivir en peligro constante, te presto un día mi blog jajaja últimamente siempre estoy con el corazón en un puño ; )

    Un beso!

  • Cabrónidas

    Ya le hemos puesto límites a toda la Tierra, al cielo, al océano… Todo servido con precisión milimétrica y pagando aquellos que puedan, claro. Que al final, todo es siempre para lo mismo.

  • Beauséant

    Hasta la literatura de viaje anda de capa caída últimamente, JOSÉ A. GARCÍA, sí.

    Gracias, MARÍA, por la aportación tan personal e interesante. Tienes razón, quedan lugares para la épica, claro, pero no deja de ser una épica un poco “forzada”, ¿no? Es decir, tienes que ir a buscarla, tener una especie de pasta especial, de necesidad de sufrimiento por decirlo de alguna manera. La épica de la que hablaba era de esa que te obligaba a la valentía porque no quedaba más remedio, la de que hasta personas tan cobardes como yo, tenían que afrontar para poder seguir vivos… En lo que sí estoy totalmente de acuerdo es en eso que dices de: “no hace falta vivir vidas épicas, ni experiencias alucinantes e intrépidas, lo que sí hace falta es tener ilusión, pasión por algo, lo que sea”… Porque, es verdad, hasta en lo de tener un blog a veces hay un poco de riesgo, que andan las fieras muy sueltas 😉

    Pon dinero encima de la mesa, CABRÓNIDAS, y el mundo se pliega a tus deseos, hasta puedes traerte un desierto a la montaña, y viceversa…

  • Toro Salvaje

    Qué bueno.
    Te he leído asintiendo con la cabeza en cada párrafo.
    No lo puedo mejor con nada que pueda añadir.
    Es tal como lo dices.
    Un pésimo circo para acabar pudriéndonos en la mierda.

    Hoy un aplauso.

  • tonYerik

    Te veo un poco de bajoncillo hoy.
    No, si es que no es para menos por el tufillo que va cogiendo este puto mundo.
    Pero yo esta mañana me he divertido mucho en mi paseo por mi parque favorito. Hacia mal tiempo, frio, niebla, lluvia, viento… maravillosos. No mucha luz, lo que es bueno para mi, porque veo mejor. Así es que pensé en una próxima entrada, y me dedique a tirar fotos muy moduladas. Se que en como van mis ojos la nitidez va a dejar mucho que desear, pero he disfrutado como un ‘cochino revolcándose en el fango’ de esos verdes que por fin han vuelto a esta tierra hasta no hace mucho árida. Con algún que otro ocre de los hongos en el tronco de un arbusto, etc. Tengo que darme prisa porque me estoy quedando como un topo y el galeno dice que aun hay tiempo y no tiene prisas (a lo peor es que no sabe como arreglarlo) así es que me afano en hacer un montón de fotos por si acaso, tenerlas enlatadas.
    Pero mientras tenga un bastón y algún que otro analgésico. ¡Quiero vivir!

    Ya sabes… Nada es verdad ni…

    Salud

  • beauseant

    Sabía que en esto estarías en mi equipo, TORO SALVAJE 🙂 No sé, lo mismo en un mes escribiría otra cosa, lo mismo incluso peor porque yo tampoco veo signos de mejoría en parte alguna.

    Pensaba llevarte la contraria, TONYERIK, tenía la respuesta ya escrita, pero luego me he acordado que ayer hice exactamente eso que comentas. Puse el despertador y me escapé a buscar árboles, hojas caídas y agua… llevaba la cámara, siempre es la excusa perfecta para salir de casa sin propósito y al final estuve cerca de cinco horas dando vueltas y haciendo fotos, muy pocas, simplemente estuve dando vueltas. Fue uno de esos momentos en los que todo parece encajar y te entran ganas de creer en algo a lo que poder darle las gracias. Hay mucha profundidad en lo que has has contado, y también sabiduría. No sé si yo podría afrontarlo con esa serenidad.. haces bien en acumular fotos, entre todas ella estará la que te salve, la que lo explique todo… y seguro que, llegado el momento, al galeno no le temblará el pulso y podrás volver ver esas fotos como si fuesen nuevas… he decidido creerlo, hoy sí.

  • Megan

    “Po” vaya mierda… (creo que este es de los pocos sitios donde puedo empezar un comentario así sabiendo que se me entenderá) … si toda la lucha queda en caca… ¿qué hacemos, nos resignamos ya?
    Yo tengo esperanzas todavía de girar en el último momento y resulta que todo va a quedar en mierda y pudrición… ¿en serio? Enga.

    La capacidad de razonar el sufrimiento y el dolor debe hacernos más fuertes, no más tibios, y nunca nunca… más débiles. Aunque viendo hacia donde vamos, comprendo que es imposible desear que nos cayese un rayo. Yo me pediría dos por si acaso. Ya ni los rayos son lo que esperamos… 😉

  • Beauséant

    Te entiendo perfectamente, MEGAN y creo, además, que es la mejor forma de resumir casi todo 🙂 ¿qué hacemos?, pues ni idea, yo lanzó preguntas, a veces me contestáis y con todo ello voy dando forma a ese montón de mierda… Y entre unas cosas y otras, bueno, el tiempo va pasando y a veces soy capaz de perdonarme….

  • Nino Ortea

    Hola, Beauséant:
    Una gran introspección: escrita con agilidad de expresión y firmeza narrativa.
    Parafraseando a la banda “Los ilegales”, creo que estos tiempos nuevos son tan salvajes con el débil y la diferente como lo fueron los anteriores. ¡Vete tú a saber cómo serán los próximos! Temo que la tecnología los haya vuelto más inhumanos.
    Un abrazo, compañero.

  • Angeles

    ¿No te parece a ti que en muchos casos se da una especie de “democracia mal entendida”? Me refiero a que parece que la sociedad -o sea, nosotros mismos- nos dice que todo está al alcance de todos y que no hay nada que no podamos hacer, ya sea escalar el Everest, bucear en compañía de tiburones, tirarte en paracaídas a los ciento dos años… lo que se te ocurra. Siempre y cuando dispongas del dinero necesario para costearte la cosa, claro. Y si no, te ofrecen la versión “lowcost” de lo que sea. El caso es que pagues para que te hagan sentirte especial… junto con cientos de otros “especiales”.
    A mí a veces me da esa sensación.

    Saludos!

  • Beauséant

    Empiezo a sospechar que los tiempos no cambian, NINO ORTEA, que los de abajo siempre serán los de abajo, más conectados o más idiotizados, eso no lo sé… Quizás el envejecer nos vuelve a todos un poco más huraños y desconfiados del futuro…

    Creo, ANGELES, que es imposible explicarse mejor en menos sitio que como lo acabas de hacer. El “tenemos derecho a” se ha convertido en un mantra bastante cutre de experiencias falsamente inolvidables. Unos hacen esquí desde un helicóptero, tu te metes en una cabina cutre con otras 20 personas para ver un montón de rocas, siempre ha habido clases en eso de aparentar…

    Al final todas nuestras existencias no son más que un sucedáneo insípido de lo que nos han enseñado a amar en las redes sociales… y, cuidado, que la persona que ahora mismo te escribe esto es igual de culpable que el resto, no busco superioridades morales donde no las tengo 🙂

  • evavill

    Tienes razón, pero, por otro lado, no sé si es una idealización de un pasado que nos parece que fue mejor y también un punto de vista muy del primer mundo. O si no, que les hablen de épica a los que se la juegan en las pateras, por poner un ejemplo.
    A lo mejor preferirían nuestras apacibles y aburridas vidas.
    Me ha hecho gracia lo de que en el colegio nos asustaban con el Teide, jajaja. Y luego se ha convertido en otro circuito turístico más.

  • Beauséant

    Efectivamente, EVAVILL, soy una persona llena de contradicciones, supongo que como todo el mundo. Me gusta escribirlas aquí, donde nadie me conoce y así puedo volver a ellas para ver si he logrado lidiar con ellas. En realidad creo que opino como tú, viva el aburrimiento de nuestras vidas… por suerte o por desgracia no nos han dado a elegir… Quizás era por las cosas que leía en aquellos años, libros de grandes viajes y aventureros con bigotes enormes, pero te juro que el Teide me daba miedo, lo imaginaba casi como un Everest… aunque, ahora que lo pienso, hasta el pobre Everest anda un poco de capa caída…

  • magadeqamar

    Hola, Beauséant 🙂

    La zona de confort, esa maldito zona que nos vuelve vagos, estúpidos y pocos dados, también, a la empatía.
    Con el tiempo, las perspectivas cambian. En cambio, cuando solo circulo en coche unos minutos, veo las impresionantes montañas nevadas del monte Oroel y me quedo hipnotizada. Por otro lado, subo Monrepós y una artería de autovía parte la montaña aunque, curiosamente, parece una autopista al cielo.
    Hemos avanzado mucho pero también el precio ha sido y es alto. Tal vez no nos demos cuenta pero, al final, nacemos solos y morimos solos, con una vida de perros o de gatos, de media pensión o pensión completa, pero lo que hagamos y lo que disfrutemos, es lo que nos vamos a llevar. Más de ahí, nada.

    Me ha remontado a mi infancia. Fui feliz y aprendí mucho, mucho que los críos de ahora no tienen ni idea, incluso ni idea de ser niños. Es así la vida, un mundo peligroso donde cada uno sube las escaleras como quiere, como le dejan o como puede.

    Un beso enorme.

  • Beauséant

    Pienso algo parecido, MAGADEQAMAR, nos reparten las cartas, no nos explican las reglas y vamos jugando al azar. Tiramos cartas en la mesa, a veces nos dicen que hemos ganado, otras que hemos perdido, pero nunca tenemos claros los motivos. Quizás sí, quizás tengamos claras las reglas cuando ya es demasiado tarde, la partida ha acabado y alguien aburrido al que llaman Dios, vuelve las sillas del revés, barre los suelos y nos dice que es hora de terminar…. No sé si sabemos más, si somos mejores o peores, que las generaciones que vinieron después, pero sí tengo claro que somos diferentes, casi dos razas con un tronco común…
    Un abrazo y gracias por llevarme a mi también de vuelta a la infancia y por recodarme que en algún lado tengo una foto del monte Oroel, con la niebla recortando su silueta de barco a la deriva… creo que el recuerdo de la foto es mejor que la foto, no la buscaré 😉

  • Mayte Dalianegra

    Me ha llamado la atención esta entrada tuya antigua por el título, jeje. Bueno, matarnos todavía nos podemos matar, que este pasado verano casi no lo cuento al salir por un ramal de una autopista en la región francesa de Países del Loira, que no nos dio un camión por detrás de milagro y no era culpa nuestra, que íbamos bien y con intermitentes puestos correctamente, sino del camión, que iría despistado (no me extrañaría que hasta mirando el dichoso móvil). Para colmo íbamos en un pequeño utilitario de alquiler, que si nos hubiera dado, habríamos volado. Pero bueno, aparte de que no todos mueren de viejos, bien es cierto cuanto cuentas, de lo mucho que ha cambiado todo con respecto a tiempos pasados. En el Teide no he estado, pero en muchos otros sitios se ve lo mismo que relatas. Todavía hace poco, en un documental, se hablaba de que cuando Carlos V se fue a su retiro de Yuste, tardó la intemerata en llegar con su séquito, porque tenían que ir por caminos de cabras la mayor parte del tiempo cuando subían un puerto. Pero bueno, que no sé, si nos dieran a elegir, si preferiríamos aquello, jaja. Estupenda entrada, Beauséant. Un abrazo.

  • Beauséant

    Eso es cierto, MAYTE DALIANEGRA, quedan muchos rincones del mundo donde podemos cruzarnos con nuestro destino sin haberlo pedido 🙂 Si lo pensásemos bien no saldríamos de casa ante la cantidad de eventos que pueden matarnos… al final decidimos ignorarlos, claro, es la única forma de poder seguir viviendo.

    El viaje de Carlos V es un buen ejemplo, sí, prácticamente llegó allí para morir, y eso que ellos viajaban con todas las comodidades, imagina cómo lo harían el resto. Hace poco me leí el viaje del elefante, de Saramago, y cuenta el viaje de un elefante que llevaron desde Portugal hasta Viena en el siglo XVI y ahí, con mucho humor y cariño, cuenta todos los problemas logísticos de semejante proeza.

    Hoy ya nada de eso ocurriría y, sí, si lo pensamos bien, casi que mejor 🙂

  • Mayte Dalianegra

    Pues sí, si Carlos V, que viajaba en primera (él iba en litera, obviamente) y el elefante del relato o novela de mi admirado José Saramago, tuvieron problemas, allá por el siglo XVI, imagínate lo que habría sido en época de Ulises… Ná, que no sé de qué nos quejamos hoy en día, y eso que hay gente que saca el coche del garaje hasta para ir a comprar el pan de cada día. Somos animales de extremos, no sabemos lo que es ser “normal”.

    Aprovecho para despedirme por una temporadita, en parte porque tengo mucho trabajo y también porque hay una “elementa” bloguera que no para de acosarme y ya me está dando yuyu. Cuando las cosas mejoren y sean más propicias, espero volver, que por aquí me sentía muy a gusto. Un gran abrazo y hasta pronto, cuídate mucho, Beauséant.

  • Beauséant

    Si algo he aprendido de las dos gatas, MAYTE DALIANEGRA, es que siempre buscan la comodidad, si tuviesen que volver a cazar y pasar frío no sobrevivirían. Y en eso los humanos somos parecidos, un par de generaciones de comodidades y ya no sabríamos vivir sin ellas 🙂

    Siento mucho lo de la “elementa”, te diría que no hagas caso, que terminan por cansarse, pero te entiendo, hay batallas que no merece la pena presentar.. espero volver a verte, eso siempre 🙂

    Un abrazo y un placer, por aquí siempre serás bienvenida.

  • Mayte Dalianegra

    Muchas gracias por tus consejos y buenos deseos. La elementa esa ataca a Toro Salvaje desde hace tiempo, no descansa, y a mí me ha tocado por solidarizarme con él, porque ataca también a su círculo de amistades. Está demenciada, pero es cansina a tope.

    Respecto a los gatos, yo tuve seis recogidos de la calle, ahora me quedan solo cuatro (dos me ha muerto en el último año y medio, porque estaban muy enfermos, uno de asma y el otro del riñón). Los que me han quedado son tres machos y una hembra, y sí, si volvieran a salir a la calle, no sobrevivirían, los pobres. Nosotros no somos muy diferentes, como bien dices.

    Creemos que el hombre primitivo era medio tonto, pero los expertos afirman lo contrario, que era mucho más inteligente que nosotros, porque él (ellos y ellas) no se valía apenas de esa cadena que tenemos ahora de conocimientos precedentes, sino que tenía que empezar por el principio, o sea, que partía de la nada para conseguir sobrevivir y eso es muy pero que muy difícil.

    Espero volver pronto, mientras, cuídate mucho, por favor. Un abrazote.

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