Naufragios
No suele hacerlo a menudo, sólo cuando siente la tristeza rondando en los lÃmites de un mundo que no alcanza a comprender, algo que últimamente sucede con incomoda frecuencia. Se sienta entonces en la orilla, y pasa horas componiendo con papel una pequeña armada de barcos y madera. Es un trabajo lento y pesado; los va colocando en fila orgullosa de su trabajo, y con gesto ceñudo repasa los últimos fallos. Es entonces cuando mira al cielo, despide al dÃa agonizante, se pone de rodillas, y coloca los hilos untados en aceite rodeando los diminutos mástiles, que prende antes de empujar los barquitos hacia las negras aguas. Antes, mientras los despedÃa, entregaba un deseo a cada uno, pero ahora sólo le pide a su pequeño ejército una cosa: regresar con sus padres, volver de nuevo a la ciudad donde nació.
Normalmente las frágiles embarcaciones mueren antes de tomar la primera curva, donde el rÃo emprende un descenso suave hacia el valle, y por cada barco hundido ella siente más lejano su sueño. Pero a veces, en noches tranquilas como esta, unos pocos logran remontar el giro, y siguen su curso hasta el fértil valle donde el rÃo se desmorona tranquilo sobre los campos de arroz. Los campesinos temerosos ven las llamas danzando entre los campos, y sienten las almas de los desaparecidos buscando saldar cuentas en el mundo de los vivos. Cierran entonces presurosos puertas y ventanas, y queman incienso mientras intentan recordar las viejas plegarias creadas para dar un poco de sentido al mundo en que viven.
Diez, quince años han pasado desde que escuchó, intentando no sonreÃr, como sus veleros no sólo llevaban plegarÃas y esperanzas, también portaban los mudos reproches de espÃritus y desaparecidos. Diez, quince años, y aún sigue aferrada a los viejos rituales sin lograr escapar de una vida que le fue otorgada sin pedirlo, y que, poco a poco, se va apoderando de ella como un virus seguro de la victoria final, cuando ya nada le importe, y sus veleros dejen de surcar el rÃo.
Su cuerpo prematuramente envejecido cruje y protesta al agacharse en la orilla, también sus manos son más torpes o menos pacientes, y los antaño majestuosos veleros son ahora ridÃculas barquichuelas cabeceando peligrosamente en la corriente. …tengo que dejar de navegar, murmura ella de vuelta a casa, o de soñar…
El mundo sigue girando…
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14 Comments
migue
Nunca hay que dejar de navegar.. es la mayor garantÃa para seguir a flote.
Zebedeo
Me has dado en la lÃnea de flotación, me ha encantado. ¿Quién sabe que es lo que pasa cuando lanzamos un barquito a un rÃo o una botella con mensaje (no SMS) al mar?¿Serán considerados como algo o sólo serán papel mojado?
…… viento en popa a toda vela
Alvaro
Yo nunca dejare de enviar barcos al rÃo, o eso espero. Pediré el roce de sus labios, o el abrazo perdido del viejo cabrón. Pero seguiré haciéndolo.
Saludos desde el agua
EloÃsa
Y volverá, te juro que lo hará, vencedora aunque sea con los pies por delante y parezca lo contrario.
AngelCaido
Pos suerte esos barcos no llevan cañones, o tal vez sÃ, ¿Será su artillerÃa la ilusión y los sueños de uno/a que intentan contagiarse a otros?.
Lo importante no es navegar, si no conocer el rumbo y arrostrar los vientos que, sin duda alguna, intentarán separarlos de él.
Beauséant
Me temo Alvaro, Migue, que el dejar de navegar o no hacerlo, no depende de nosotros, es algo que pertenece a la naturaleza intÃnseca de los barcos que, a veces, simplemente deciden hundirse con cierta dignidad en alta mar, en vez de hacerlo en un desguace…
Zebedeo me has recordado aquella vieja canción de police que hablaba de lo mismo, creo (mi inglés es terrible)..
I’ll send an SOS to the world.
I’ll send an SOS to the world.
I hope that someone gets my
Message in a bottle.
Esa es la actitud Elo querida, si la realidad apesta mejor le damos la vuelta 😉
Estamos de acuerdo Angel caÃdo, pero no se lo digas a nadie, lo divertido es ir a los sitios sin mapas, nunca sabes donde apareces, y eso hace más interesante, y me temo peligroso, el viaje…
Antagonista
Que más da, aunque el reloj se detenga y ya no haya un solo ruido para el resto, el mundo sigue girando y girando, sin embargo, en este momento, en este pequeñÃsimo instante arrojé un barco de papel quizás en nombre de aquella o quizás esa fué mi excusa.
Me acabo de amigar con escenas de mi memoria, aprovecho la lluvia, y seguiré con mi construcción de barquitos de papel.
Teresa
De una manera o de otra seguro que vuelve…
ipathia
Carezco de paciencia para esperar la vuelta del barco y prefiero mirar al mar en la hora en que el sol se posa en la lÃnea divisoria aire agua, contar hasta cien y reanudar un dÃa a dÃa en el que no hay barcos ni botellas.
El mono dorado
En el barco donde duermo, me mece un mar plano, que el que me desde a fuera nunca me pierde de vista.
Sin embargo, yo sueño con alejarme de la tierra deforme y dejar de sentir la mirada que tanto me quema.
Para, que voy a vomitar
Como deje de soñar sà que se hunde totalmente y sin salvavidas…., pq los sueños son eso, salvavidas.
Beauséant
Los dÃas de lluvia, antagonista , son perfectos para construir barcos de papel, y castillo en el aire… Esperemos que te duren, porque los unos y los otros son lo que dice Para, que voy a vomitar , salvavidas en la tormenta…
Eso nunca puede saberse Teresa , nunca puedes vivir suponiendo cosas, hay que intentar creer en ellas, sean o no verdad… O eso, o hacer como Ipathia , ni creer ni esperar, sólo vivir (parece más sencillo de lo que es )…
Vaya, mono dorado , para huir de ciertas miradas se necesita algo más que un barco de papel, se necesita una armada 🙂
MarÃa
Te escribo en esta entrada que casualmente va de naufragios, no sé si más vitales que marinos y por cierto tan triste como preciosa, porque sé que en esta navegará como un barquito de papel hasta tu casa…ojalá este no naufrague como los de la protagonista de tu historia y en la otra, bueno, en la otra no me apetecÃa decir a todos que no vivo en Cangas, en realidad, al decirte que habÃas estado pegadito a mi casa, es porque vivo cerca y adoro esa zona que conozco muy bien, en realidad vivo en Tui, en la frontera con Portugal. No sé a qué oscuridades temes tanto. A veces leyéndote, pareces alguien que ha sufrido mucho y lucha por curar sus heridas sin conseguirlo. Alguien extremadamente sensible que se esfuerza por sonreÃr mientras el aúlla el alma y no se si esto que te escribo son tonterÃas de mi mente calenturienta. Ni sé si de verdad reconfortan las palabras, pero como a mi sà me han reconfortado las tuyas, todas, pero aun más las de tu contestación, te cuento que antes de entrar en tu blog ( me acaban de echar de otro…asÃ, tal cual ( bueno, no…por correo a partir de un comentario que dejé) y … bueno, yo escribo aquà lo que me sugiere lo que leo sin intención de molestar a nadie, tal cual me surge, como ahora te confieso esto, porque tú sà que has sido un faro acariciante al leerte..hace poco que he vuelto y no sé si deberÃa volver a irme, porque está claro que tal cual escribo aquà hago daño y no se hacerlo de otra forma y .. bueno, nunca me habÃa sucedido algo semejante y duele. Aun estoy perpleja .. pero la blogosfera es asÃ, me temo que hay egos estratosféricos a los que les escuece leer cosas que no comparten, no sé, mi ego como el tuyo es pequeñito y me cuesta comprender estas reacciones …por cierto, como parece que me han inyectado pentotal en vena, te confesaré para terminar, que ha sido el comentarista que sigue a tus respuestas en la entrada de hoy… en fin, hay mucha oscuridad que oscurece el interior de las personas, tu oscuridad no produce ese efecto en ti, solo querÃa que supieras que hoy me has ayudado mucho más de lo que imaginas…
Espero que este barquito de papel desaparezca en el mar de las palabras y que sientas que aunque nos dejen helados o lo estemos por el motivo que sea, a veces, llegan personas como tú que con sus maravillosas imágenes y sus palabras nos hacen sentirnos en casa abrigándonos el alma. De verdad y de corazón, gracias!
Beauséant
Una entrada muy antigua la que has elegido, MARÃA, me gusta que sea asà porque vuelvo a leerme y compruebo, no sé si deberÃa asustarme, que llevo muchos años escribiendo sobre las mismas cosas. Siempre me he sentido como un perrete que olisquea las mismas farolas una y otra vez buscando algo diferente….
Lo de sufrir o no sufrir, supongo que es algo muy relativo. No tenemos forma de crear algo parecido a una escala universal del sufrimiento donde podamos compararnos. Mis problemas, mis sufrimientos, pueden parecer estúpidos a la mayorÃa, quizás con mucha razón, pero no por ello dejan de ser mÃos o dejo de sentirlos. La parte bonita de tener un blog es precisamente esa, poder contar algo que no serÃa bien recibido en las personas con las que tratas a diario, y encontrar alguien que lo entiende, que te anima o, incluso, que te lleva la contraria pero con algo de cariño o, al menos, respeto. De esa forma hay menos soledad y siempre se aprenden cosas…
Le pena es cuando pasa eso que comentas, que alguien responde mal o te menosprecia. Los egos, efectivamente, al final todo es una cuestión de egos… El mÃo casi no existe, hace años quizás, pero me he dado cuenta que soy una persona muy pequeña con aspiraciones y sueños pequeños. El poder aprender algo, el encontrar unas palabras al otro lado, ya me parecen pequeños tesoros… Algunas veces me he encontrado con comentarios un poco más bruscos, algunos parecÃan un intento de buscar un enfado al otro lado, pero nunca hago caso a esas cosas… el mundo real, el que tenemos al alcance del despertador cada mañana, ya es suficientemente asqueroso como para dejar entrar todo esa porquerÃa en este pequeño rincón.
Muchas gracias por tus palabras. Un abrazo enorme.