Mont Saint Michel
Él hablaba con Dios. Era una voz chillona y persistente alojada en lo más profundo de su cabeza que le ordenaba cosas absurdas e imposibles.
Al principió se negaba a obedecerle, pero siempre que lo hacÃa acababa revolcándose en el suelo con los ojos en blanco, y las sienes taladradas por agujas de fuego que le hacÃan desear estar muerto.
Todo comenzó con cosas sencillas: no mires a esa mujer, no comas carne el dÃa de mi cumpleaños, azótate la espalda con más Ãmpetu, y cosas asÃ. Pero las apuestas fueron subiendo, y pronto le ordenó abandonar todas sus pertenencias terrenales. Mi palabra, decÃa la voz, es lo único que necesitas para caminar por el mundo. Tampoco le importo mucho hacerlo, su prospero negocio se habÃa hundido desde que era regentado por un lunático que pasaba la mayor parte del tiempo babeando alucinado en el suelo de la tienda.
Desde ese dÃa era habitual verle vagando medio desnudo, siempre hablando con ese Dios particular, caminando sin rumbo hasta el glorioso dÃa en que encontró un sentido a su búsqueda: un pequeño refugio en un montÃculo apartado del mundo, en el que debÃa construir un templo “que me llene de orgullo, y haga palidecer de envidia a esos cabronesâ€, fueron sus palabras exactas. Aunque al parecer su Dios nunca aclaró a quien se referÃa.
Cuando murió lo encontraron con una sonrisa estúpida mirando hacia el cielo en el que él creÃa vivÃa su Dios. HabÃa logrado levantar una pequeña capilla coronada por una tosca cruz de madera tallada aquella misma mañana.
Él, que fue humillado, golpeado y encarcelado en vida, no podÃa haber imaginado nunca que después de muerto habrÃa un reguero de peregrinos que cada dÃa se acercaban a orar en su pequeño túmulo, y que acabarÃan por levantar una mole inmensa saliendo desde las profundidades del mar, a la que pondrÃan su nombre. Una iglesia digna de un Dios arrogante y caprichoso, y de su raza maldita.
El origen de la voz de su interior era debido a un extraño pinzamiento que se hubiese arreglado con una simple incisión aquà y aquÃ, dirÃa siglos más tarde un pedante patólogo francés, señalando con un bisturà un busto de cera con los ojos saltones.
Todo esto me ha hecho pensar, me encanta pensar mientras afilo mis cuchillos, si no estaré equivocado cuando Él me ordeno matar a toda esa gente. Pero esas son precisamente el tipo de ideas que Él dijo que el Diablo me meterÃa en la cabeza. Porque el Diablo es experto en hacer esas cosas, camuflándose en la inocencia de las mujeres y los niños de sonrisa angelical. Esos son los peores.
Por eso me necesita. Necesita que mi cuchillo purifique sus sucias almas, y les permita contemplar la verdad antes de morir y recibir su justo castigo. Ahora he comprendido mi misión.
Me gusta afilar mis cuchillos. Me ayuda a ordenar mis ideas.
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9 Comments
zebedeo
OFERTÓN….
5 Cuchillos para lunáticos que creen hablar con Dios al precio de 3
Nota: Para poder benificiarse de esta oferta debe demostrar que es realmente un lunático y matar a tantas personas como cuchillos quiera comprar. Le dejamos probarlos matando usted sin compromiso.
Eloisa
Al más puro estilo de Cruella de Vil.
Ni Dios, ni diablo…carne de cañón, me temo
AngelCaido
Si, los desordenes obsesivo – compulsivos stán mucho más extendidos en nuestro mundo de loq ue parece a simple vista.
Yo sin ir más lejos saco brillo a ese botoncito ROJO sobre aquellas mesa gris de frio metal a diario. eso me tranquiliza. No queemos que llegado el momento se nos atasque, o no sea falcilmente identificable….
isaaclore
Tus palabras, por sà solas, ya son cuchillos. Por cierto, el pasado verano tuve la suerte de visitar ese lugar eterno y mágico. Inolvidable. Y una cosa más. Con el firme propósito de abrir mi azotea a otros tejados he decidido incluir tu blog en mis enlaces recomendados. Saludos.
ipathia
He entrado varias veces. Primero no fluÃa el comentario, luego me suspenden en matemáticas, y es que la lectura me ha dejado triste y anonadada. Demasiados casos parecidos, demasiado brutal este agridulce de belleza y violencia. Me duele.
…No me gustan l0s cuchillos: los odio. Me duelen. También.
Para,creo que voy a vomitar
Te gusta hacer malabarismos con los cuchillos tb?
Estoy contigo que los de sonrisa angelical son los peores. Ojito.
Fuego Fatuo
Lo he leÃdo y releÃdo, me encanta: Una iglesia digna de un Dios arrogante y caprichoso, y de su raza maldita.
Religión como consuelo de débiles, como secta de dementes…
Sin ánimo de ofender, muy bueno.
DanelÃ
Palabras como cuchillos,
cuchillos como verdades,
verdades como amenazas,
amenazas desde la boca,
boca como espada.
Beauseant
Zebedeo, los cuchillos no siempre son un arma, conocà un anciano que esculpÃa madera con ellos… por desgracia eso es una excepción en este mundo… Creéme Ipathia, si lo hubiese visto dar forma a las figuras con golpes precisos,quizás comprenderÃas que lo oscuro no esta en el cuchillo, si no en el alma de quien lo empuña… Aunque, claro paraquevoya, yo prefiero los malabarimos con las palabras 🙂
Fuego Fatuo, DanelÃ, vuestros dos comentarios, no sé por qué, los veo como unidos… Casi todas las religiones han usado las palabras como amenzas, como cuchillos con que atacar los contrarios, como forma de poder y humillació, como forma de sumisión a sus fieles, a su carne de cañón, si EloÃsa, no hay causas sin martÃres y sin carne de cañón…
Muchas gracias Isaaclore, es todo un honor ;), por cierto ¿tienes alguna foto de allÃ?, es para ampliar mi propia galerÃa, y dar de comer a mi memoria….
Ah, Angel CaÃdo cuidado con lo que juegas, hace tiempo ya te largaron del paraÃso por jugar a ser Dios…