la hora de la siesta
September 22, 2014
Un punto a favor de compartir vida con un gato: la hora de la siesta se convierte en una dura competición por alcanzar el bostezo más escandaloso, la mayor permanencia bajo las sábanas y, mi disciplina favorita, lograr estirarse con el mayor ruido de vértebras colocándose.
No es por presumir, pero de momento voy ganando de largo.
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8 Comments
virgi
Ganas de tener un gato, pero en un piso y saliendo y entrando continuamente, no sé si sería lo mejor para él.
La foto, estupenda.
Besos y ronroneos
virgi
Ganas de tener un gato, pero en un piso y saliendo y entrando continuamente, no sé si sería lo mejor para él.
La foto, estupenda.
Besos y ronroneos.
Anonymous
Siempre te han gustado los gatos, verdad? Creo que siempre os habéis gustado mutuamente o, al menos, siempre han elegido tu habitación para pasar la noche, dejando en los demás, incluido su dueño (suponiendo que en el concepto de gato quepa el concepto de dueño) esa extraña sensación de quedar el último en el patio del cole cuando se hacen los equipos…
Qué bien pasar por aquí y que todo esté tan ordenadito 😉 Miss U
Beauseant
Los gatos se hacen a todo, pero es cierto, Virgi, no es la mejor idea y un gato que entra y sale cuando quiere en una ciudad es imposible, ¿verdad?
Es cierto, Anonymous, en el fondo creo que siempre he tenido algo de alma de gato, para lo bueno y para lo malo, pero no creo que los gatos tengan dueños, ¿no? Y, oye, se me ocurren mejores compañías para pasar la noche 🙂
(ah, y gracias, intento que mi vida virtual sea más ordenada que la real)
Toro Salvaje
Yo soy un rival tremendo para el tema siestas.
Casi imbatible.
Si hubiera Champions de siestas me temo que me arruinaría comprando vitrinas para guardar los trofeos que sin duda ganaría.
Y sin gato.
Saludos.
Beauséant
Pero, no me negarás que con un gato todo mejor, ¿no? Incluso una buena siesta, con un minino al lado es más siesta.
Ses
Siempre ganan ellos.
Beauséant
Me has pillado, sí, en realidad tienen demasiada paciencia y demasiado aguante.. al final a nosotros se nos vienen encima todas las obligaciones del mundo adulto, ¿verdad?