hoy he visto al hijo de Dios
Al norte del paÃs las biblias brillan rodeadas de una beatifica aureola y se abren en el párrafo exacto que las almas errantes necesitan para ser reconfortadas en los dÃas llenos de niebla sin ninguna respuesta. Es algo a medio camino entre la fe y la magia. O quizás no, quizás sean la misma cosa.
He visto al hijo de Dios esta mañana, caminaba medio desnudo al lado de la carretera. Sucio y desaliñado como una señal de derrota que hubiese empezado a caminar.
Nos ha saludado con una mano a la vez que sonreÃa. Una sonrisa inabarcable que ha bañado todo a su alrededor con la luz dorada de un cuadro de Turner. Apenas tenÃa dientes y su boca parecÃa un sumidero que brotaba en medio de una enorme barba blanca. Su cabeza, en la que apenas quedaban restos de cabello, estaba coronada por una corona de margaritas que se deslizaba una y otra vez por su calva y que él, con infinita paciencia, volvÃa a colocar en su sitio.
Nos dijo que estaba bien, que no necesitaba nada, que sólo habÃa salido a pasear y no estarÃa mucho tiempo allÃ. Todo a su alrededor tenÃa un aire más cálido, pequeños remolinos de tierra parecÃan desprenderse de los talones y una ligera brisa empujaba sus pobres ropajes dejando al descubierto un cuerpo enteco plagado de cicatrices.
Antes de arrancar el coche volvà a preguntarle si podÃamos ayudarle en algo. Nos volvió a decir que no, pero que si querÃamos hacer algo por él, que construyésemos un barco porque se acercaba el fin del mundo. Mire al cielo, un lienzo de azul infinito sin nubes y le dije que sÃ, qué coño, que me pondrÃa a ello. Hubiese hecho cualquier cosa que me hubiese pedido.
Y allà le dejamos, agitando una mano a modo de despedida y con la otra mano volviendo la corona de margaritas de su cabeza a su posición. No parecÃa triste, quizás aún no sabÃa que su muerte habÃa sido en vano.
Al llegar al hotel la biblia habÃa dejado de brillar en el cajón. Las respuestas se habÃan marchado a otro lugar.
En la televisión, el presidente nos anunciaba lo inevitable. HabÃa comenzado una guerra a pesar de todos sus esfuerzos por evitarla. Una guerra total y absoluta, fueron sus palabras. Una guerra sin precedentes en la que ningún bando cederÃa hasta dar al otro por aniquilado.
Su tono sonaba apesadumbrado, vencido por los acontecimientos. Una voz casi tan triste y arrugada como el traje que llevaba y sus ojeras eran inconmensurables, un pozo abisal del que no habÃa retorno. El problema era su boca, su boca parecÃa sonreÃr maliciosa. Una boca que traicionaba por completo la puesta en el escena. Esa boca era lo único sincero que habÃa en aquella televisión.
Volvà a acordarme del hijo de Dios. Una pena, pensé, que ni tan siquiera sepa cortar un árbol con el que poder huir del fin del mundo.
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18 Comments
Maria
Terrible realidad
me encantó
un beso
La chica triste de la parada de autobús
Visual como una peli de hermosa aunque decadente estética. El don sigue ahÃ. Nunca lo dudé..
kasioles
Me quedo pensando en una frase que me ha impactado de tu relato:”QUIZÃS AÚN NO SABÃA QUE SU MUERTE HABÃA SIDO EN VANO”
Me ha encantado.
Cariños.
Kasioles
Toro Salvaje
Joder…
Qué bueno!!!
Para aplaudirte sin parar.
Esa boca traidora, esa boca criminal, esa boca sincera…
Genial.
Jo
todas las oraciones, aquellas que conocemos y aquellas que no entendemos, están hechas de la misma fe, y aun asÃ, insistimos en separar a los humanos por sus creencias.
insistimos en ser soberbios e incluso… pretender que somos autosuficientes.
pero siempre es bueno tener algo en que creer.
Beauséant
Gracias, Maria, este rinconcito lo tenemos precisamente para eso, para las terribles realidades 😉
Siempre quise hacer una pelÃcula de esas,La chica triste de la parada de autobús, llena de miradas profundas y planos y contrapicados y muchos silencios en blanco y negro. Creo que el sitio donde vives serÃa el lugar perfecto para rodarla.
No soy una persona nada religiosa, kasioles, estoy justo al otro lado del espectro, pero a veces pienso que hasta los dioses deberÃan sentirse un poco decepcionados de lo poco que han logrado hacer con los humanos. Y, como dice Jo, si pensamos en todas las religiones, sus pequeños ritos, las historias que cuentan, son todas muy parecidas. Casi todas parten de los mismos sitios y, sin embargo, algunas personas colocan a unas por encima de las otras. Es extraño… y triste.
Algunas veces, Toro Salvaje, las descripciones salen solas con poner un rato la televisión. Tengo la costumbre de ver muchas ruedas de prensa con el volumen quitado, sólo gestos y expresiones, los resultados son sorprendentes 🙂
La chica triste de la parada de autobús
Miradas profundas y muchos silencios… se me ocurren montañas y valles por aquà donde podrÃas surtirte de actores 😉
sakkarah
Muy bueno tu relato.
Pues sÃ, el hijo de Dios estarÃa en los pobres, en los necesitados y muy alejado de las guerras de los hombres de hoy y sus polÃticas.
Muchos besos.
Alfred
Gotas de agua repiquetean sobre el tejado, es extraño pues no hay nubes, pero enseguida se forman charcos, el agua es abundante y forma riachuelos en las calles, veremos mañana como amanece. Nadie se atreverÃa a bailar protegido por los paraguas de Vettriano, nos contentamos con escuchar el insistente ritmo de las gotas, siempre in crescendo.
Ãngeles
Me ha encantado el texto. El párrafo inicial es fantástico. Y todo tiene una atmósfera muy peculiar, inquietante, algo mágica y tenebrosa.
Y además hace reflexionar.
Te felicito.
Beauséant
Y las nubes, La chica triste de la parada de autobús, no olvidemos esos cielos inabarcables y llenos de nubes que siempre parecen querer decirnos algo.
No lo sé, sakkarah, cuando hablamos de dioses omnipotentes, que lo saben todo y están en todas partes, creo que simplemente les provocamos indiferencia, ¿no? Como un juguete que fue divertido durante un rato y luego termina aburriendo.
No te fÃes, Alfred, todos los diluvios empiezan asÃ, con unas gotas inocentes contra la ventana y gente feliz que sale a grabarlas con el móvil 😉
Muchas gracias, Ãngeles, querÃa intentar dar ese tono a medio camino entre lo real y lo onÃrico y a veces salen cosas raras.
Anonymous
Escribes muy bien amigo, relatas que Dios caminaba con su ropa sucia y sus dientes malos, todo lo que relatas es verdad, ya que Él, todo nos dio para vivir mejor, ahora sale a la luz para enseñarnos lo poco y nada que aprendimos.
Abrazo
MUCHA
Este adiós es un hasta luego de mentira
este siempre no esconde un ojalá….
El espero de la vida continua
y las cosas sin sentido no me dejan pensar.
Yo que adoro el momento que vivo
y tengo a Dios ante mi altar
No dejo de pensar
en lo que quiero
y si no quiero me pongo a pensar
MUCHA
Este adiós es un hasta luego de mentira
este siempre no esconde un ojalá….
El espero de la vida continua
y las cosas sin sentido no me dejan pensar.
Yo que adoro el momento que vivo
y tengo a Dios ante mi altar
No dejo de pensar
en lo que quiero
y si no quiero
me pongo a pensar.
Beauséant
Nunca he tenido muy claro ese turbio asunto familiar de Dios con su hijo que luego resulta que eran uno pero diferente, o algo asÃ. Quizás el hijo de Dios fue engañado, quizás nunca quiso salvarnos o quizás de verdad pensaba que cambiarÃamos, que serÃamos mejores gracias a su sacrificio. He vuelto un par de veces por esa carretera, pero no he vuelto a verlo…
Beauséant
En eso no nos parecemos 😉 A mi las cosas que más me hacen pensar son las que no tienen sentido. Me empeño en buscarles un significado, algo que las justifique y, para mi sorpresa, casi siempre se lo acabo encontrando 😉
En las cosas que quiero tampoco pienso mucho, a veces con sólo pensarlas se escapan de tu lado. Prefiero intentar tener claro las cosas que no quiero, para mi es más importante..
Un abrazo.
Doctor Krapp
Es una historia que filmarÃa el amigo Mel Gibson. Una de las virtudes del cristianismo es edulcorar su mensaje limpiando la sangre, el sudor y las lágrimas de Jesús sublimándolas hasta convertirlas en sÃmbolos alimenticios, artÃsticos y prospectivos.
Saludos
Beauséant
Asà es, DOCTOR KRAPP, si le explicásemos a alguien que no supiese nada de esa religión todo el lÃo de la trinidad, la cruz y las traiciones pensarÃa que es una religión de gente demente… Pero ahÃ, siguen, con estupenda salud pese al paso de los siglos…