años 80
El último verano de los años 80 una lluvia triste y desganada caÃa sobre los desprevenidos peatones que huÃan convertidos en borrones grisáceos.
El viejo Ford mueve con gracia limpiaparabrisas al ritmo de un rock de los años 70, la música favorita de su padre, y ella contempla hipnotizada el ritmo de las varillas. Los dos ocupantes escuchan la música y la lluvia que ametralla el techo sin decir nada. Es un momento extraño de comunión en el que se miran sin recurrir a las viejas palabras creadas para llenar huecos. Perdidos, quizás, en las cosas que no se dijeron, o las que se dijeron pero no se pensaron.
Su padre huele a dolor y ganas de llorar por cada poro de su piel. Esta sucio, desaliñado, y parece llevar siglos con la misma ropa. No hay palabras que ayuden a cruzar ese puente.
Cuando aparece su madre en la esquina de la calle y su padre libera el seguro de las puertas, ella escapa de la jaula con una mezcla de alivio y vergüenza. Su padre se queda atrás, parado aún en el semáforo y moviendo la cabeza al ritmo de una vieja canción. Su mirada cansada, los hombros vencidos, el gesto de cansancio infinito al poner el intermitente para salir a la vÃa. Fue todo lo que ella se perdió por no mirar atrás.
Esa es la última vez que vio a su padre con vida.
Me lo dice cuando sale de la ducha y me ve con una foto de una niña de ojos tristes aún entre las manos. Esa era yo, me dice, y me cuenta la historia con cierta lejanÃa. Como si la hubiese repetido tantas veces que ya no significase nada.
Su casa es un diminuto apartamento en una barriada sin nombre, no tiene teléfono, no hay notas ni fotografÃas ni recuerdos en toda la casa. Es la celda de un monje que lleva toda la vida huyendo y en su lento peregrinar sólo ha conservado esta foto.
Si sigues conmigo te acabarás hundiendo.
Eso me lo dice más tarde, y siento que de alguna forma ya soy parte de todo ese dolor. Es de madrugada, cuando todos nos sentimos más vulnerables y una simple foto nos recuerda que no hay huidas posibles.
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8 Comments
Tristancio
… pero también hay encuentros, y, a veces (muy pocas), alguien que está dispuesto a quedarse… a pesar de todo.
Saludos.-
ReD
ES como mostrar todo el bagaje y aun asà ver en el otro motivos para quedarse.
Esto me recordó a Sin sangre de ALessandro Baricco.
Cosechadel66
No hay huida de estar huyendo siempre.
carpe diem
Ybris
Un aplauso, artista.
Me traslado a los cincuenta para alimentar la tristeza de la imposibilidad de la huida a la vista de una foto.
Y a recordarla última vez que vimos con vida a alguien querido.
Hay algo grandioso en recordar asÃ.
Un abrazo.
Vanessa
Ella se perdió mucho por no mirar atrás cuando bajó del coche, y es ahora cuando no deberÃa mirar atrás.
Pero no es posible huir de unos ojos tristes.
Besos!
Beauseant
al menos Tristancio en las pelÃculas siempre pasa eso, en la vida real supongo que las cosas siempre son más complicadas, y no siempre sucede lo que dice ReD
Cuando planteas la vida como una huida Cosechadel66 dejas de verlo como una huida. Los dÃas se van sucediendo y no eres consciente de que, en el fondo, sólo aplazas el tomar decisiones.
Asà empezó un poco la historia, Ybris: con viejas fotografÃas de gente que nunca verás. Es triste pero bonito saber que sigue recordando y no se han convertido en olvido.
Ese es el truco Vanessa no mirar atrás de las cosas que se hicieron. Aceptarlas y asumirlas, en realidad de todo eso tratan los libros de autoayuda…
virgi
Nunca sabemos cuando mirar adelante o atrás.Una fotografÃa asà nos consuela de esas dudas.
Besitos
Beauséant
Nos consuela, virgi, o sólo las empeora. No lo sé, yo no puedo dejar de vivir mirando hacia atrás, y no creo que eso sea una ventaja…