el juego
Hay algo de valentÃa suicida en escalar una montaña con el único impulso de ver lo que hay al otro lado.
Para verlo, y ahà reside el truco, con tus propios ojos.
Los dibujantes de mapas nos hablan de dragones y abismos al otro lado; por eso han plagado el camino de señales de aviso y precaución, porque quieren lo mejor para nosotros. Los poetas describen hermosas puestas de sol entre oleajes llenos de espuma, pero es difÃcil creerles porque dicen lo mismo sobre cualquier cosa que tengan delante.
Los locos, por su parte, te dicen que tranquilo, que sólo es un juego, que no pasa nada por salirse del rumbo porque siempre existen alternativas. Puedes incluso volver al punto exacto de partida sin haberte perdido nada importante. Pero es difÃcil escucharles porque les encerramos en sitios enormes donde poder perder sus voces para siempre.
Nos educaron para formar parte de algo más grande, para sentir miedo al subir ese camino que lleva a lo alto de la colina. El rebaño es la anulación y es esclavitud, pero es la seguridad de lo conocido. La certeza de no estar nunca equivocado cuando tu balido se una al de otras muchas gargantas que emiten exactamente en el mismo tono y frecuencia.
Sabemos todo eso, nos lo han explicado millones de veces.
Pero matarÃamos por tener, aunque fuese por un breve instante, esa sonrisa de felicidad que nos muestran aquellos a los que vemos descender.
Todos los hombres que habÃan captado la verdad de la certeza estaban un poco chiflados y ésos son los únicos hombres que han realizado algo para el mundo. Miller.
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3 Comments
virgi
La ilusión del ascenso, el placer de la llegada, el vacÃo de lo que ya conseguimos.
Besos
LucÃa
Me ha recordado tu texto a la fotografÃa de René Maltête, “La majorité c’est vous” 🙂
Hay una frase en la que no coincido contigo, creo que NO nos educaron para ser más grandes, y por eso, la mayorÃa de la gente opta por el camino más sencillo.
Besos
Beauséant
Nada más cierto, Virgi, la ilusión de estar, siempre, en constante movimiento.
No sé si es problema de educación, Lucia, pero hay dÃas que uno se siente demasiado pequeño. He buscado la foto, y al verla me he dado cuenta que la conocÃa, pero nunca habÃa sabido el autor, ¡gracias!