Pequeños
Ocurrió en una ciudad pequeña como un grano de azúcar. Era verano, o lo parecía, y la música de los bares gritaba en las ruidosas avenidas como si el mundo todavía fuera verdad…Por aquel entonces, tú preguntabas insistentemente “porqué”, y con la misma perserverancia yo respondía “porqué no”, y me disfrazaba de hombreorquesta, y te hablaba del sueño americano, y te contaba historias de una ciudad más pequeña que un grano de azúcar, casi tan pequeña como tú y como yo…
Aquellos atardeceres eran tan tristes como el vuelo de una gaviota sobre una playa cubierta de alquitrán… tan tristes como escuchar tu voz suplicándole al teléfono que no nos olvidase, aunque olvidar fuese más fácil que la muerte y menos absurdo que el recuerdo.. así de tristes eran…
Cuando aquel verano llegó a su fin y todos dormían el sueño de tanta fiesta, el tipo aquel del desguace encontró entre la chatarra nuestros corazones recién abandonados…
8 Comments
doctorvitamorte
Es un texto tan hermoso,
que hasta hace adorables
las chatarrerías de corazones.
virgi
¿Sabes que me da una cierta tristeza?
(¡pero con que belleza lo cuentas!)
Besos besos
Ele de Lauk
Ah, Beau, cuánta tristeza. La melancolía tiñe tus relatos, vela los colores de las cosas. Pero les otorga ese tono inconfundible que ya es parte de tu estilo, espero que no sea el de tu vida.
Un abrazo, Ele.
Adolfo-Denavegantes
Tremendamente triste. Corazones en la chatarra, encontrados por casualidad no hacen hermoso el final, solo menos lastimero. Los corazones no están nunca donde deben estar.
Salomé
Seguro que ella ponía morritos cada vez que preguntaba por qué…
Beauseant
Las chatarrerías en general, doctorvitamorte suelen tener un encanto de CosaRotaPeroHermosa que las hace adorables, incluso, supongo, una de corazones.
Belleza y tristeza viven cerca, muy cerca, virgi
Nada que ver Ele de Lauk es todo una posa, pero no se lo digas a nadie 🙂
Ni están donde deberían Adolfo-Denavegantes ni los entregamos a quien debemos. Una mierda, lo sé.
Es verdad, tiene toda la pinta, Salomé
Cosechadel66
Y uno de ellos aun latía, aunque había que acercarse para percibirlo.
Muy bello, amigo
dsd
Precioso a la vez que duro.
En qué momento crecemos y la infancia, de pronto, sólo es un capítulo mitad olvido-mitad sueño?