leer,  mirar,  otra vida

fechas de caducidad

La primera y última vez que me subí encima de un artilugio de estos acaba saliendo, tras una serie de humillantes retrocesos y nimios, pero firmes avances, con una alocada rubia de bote, digna hija de un barrio de obreros que nunca se hacía demasiadas preguntas y sólo aspiraba a quemar la ciudad con la huella de sus botas de Jueves a Domingo.

En los garitos por la noche, en Plaza de España sujetando sus zapatos mientras chapoteaba con los pies desnudos en el agua, en todo momento y lugar yo siempre estaba colgado de su brazo. Era su mascota, su fiel escudero o su juguete, según terciase la ocasión. Me presentaba a las descerebradas de sus amigas como si fuese una especie de pieza exótica que hubiese comprado en algún mercadillo del tercer mundo, y ellas observaban mi cuerpo enclenque, mi miopía, mi falta de ritmo, y decidían encontrarme encantador. Yo la veía bailar sola en medio de la pista, cubierta por las miradas turbias y primitivas de los otros tipos y pensaba que Dios, por una vez, me había rozado con el dedo.

Me lo confeso años más tarde; aquel día, mientras luchaba por no caerme de unos Rollerblade de cuatro ruedas en línea, me había visto patéticamente entrañable. Nada que ver con esos tipos que la acosaban a diario. Tipos duros tan firmes como sus poses firmes y estudiadas, de esos que nunca bajaban la guardia ni mostraban el flanco débil de sus vidas perfectas.

Como la fecha impresa en lo alto de los botes de fruta estaba claro que en algún momento aquello acabaría. Yo regresaría a la vida de un tipo que lee cosas raras y escribe sobre vidas inventadas, y ella volvería a ser la dulce princesa que empaña la noche en la luneta trasera de algún coche aparcado en un centro comercial del extrarradio.

Se dijeron cosas, se rompieron promesas, nos enredamos en palabras que nunca dijimos, fuimos dignos y mezquinos. Giramos en torno a una mentira que nos devoró, y creímos en nuestra propias fuerzas antes de que estas nos abandonasen. Pero, a pesar del daño, de las pequeñas y grandes derrotas y de todo el tiempo perdido, si volviese a verte otra vez, sólo podría decirte..

Gracias….

9 Comments

  • virgi

    Está súper bien escrito.
    Esa chica que empaña la luneta me ha dejado un sabor amargo. En lo que tú escribes cosas hermosas…¿por dónde andará ella?

    Besos, gracias por visitarme

  • FILOABPUERTO

    Bueno, bueno, también hay chicas “duras” que sienten debilidad por esos chicos “enclenques, miopes y sin ritmo”, no siempre iba a ser al revés.

    Resulta dulce tu personaje,¿Qué tendrá la ternura que atrapa incluso al más vanidoso/a de los individuos?

    Saluditos

    Merce

  • Ybris

    Contactos, encuentros entre lo exótico y lo divino.
    Sensaciones que quedan tras haber caducado la comunicación.
    Los dos últimos párrafos son magistrales: tras la incomprensión cada uno vuelve a sus vidas inventadas o a sus vahos nocturnos en lunetas traseras y, como poso inolvidable, queda siempre un agradecimiento por decir.

    Es formidable y emocionante leerte.

    Gracias. Un abrazo.

  • mon von

    Yo siempre fui la geek miope que andaba con hombres hermosos… a mi también me dieron ganas de decir gracias..
    ahora estoy buscándome un geek para mi.

    un placer, como siempre
    un abrazo

  • Beauseant

    pero, querida Cosechadel66 a mi, precisamente, lo que me gusta es la nata 🙂

    esta frase la guardo doctorvitamorte, por ella haría lo que no hice por mi. Ni más ni menos…

    ella, virgi seguirá con su vida, y sé que le irá bien, hay gente que nace para que las cosas les salgan bien…

    no lo tengo claro FILOABPUERTO, pero mira el Woody Allen lo bien que le va con el rollo desvalido… Es bueno saber que hay un hueco para todo el mundo.

    impecable es una palabra muy rotunda Ele de Lauk y me gusta verla en tu teclado… gracias !!

    creo ybrisque, al final, la mayoría de las personas, no avanzamos tanto como nos creemos.. parece como si nos limitásemos a dar vueltas a las mismas cosas, añorando volver al puro principio apenas hemos empezado a andar, es una mezcla de cobardía y conformismo que me llama la atención. me gusto escribirlo, por una vez y sin que sirva de precedente.

    nunca des las gracias mon von te haces más pequeña y das más valor del que debe tener a la otra persona. Aprender a valorarse sin estridencias ni exageraciones es un trabajo bien jodido…

  • lademarbella

    Fantastico!! Me gusta lo que dices entre lineas y el sabor que te ha quedado de tu relación la “rubia”. Creo que hay relaciones que marcan toda una vida. Es mas estoy de acuerdo contigo que hay veces que se acaba antes de empezar

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