leer,  mirar

¿recuerdas?

Todo parece roto: el cartel de bienvenida, las ventanas apedreadas con milimétrica precisión y la puerta de entrada que cuelga de los goznes como una boca abierta en un grito de sorpresa.

Mientras avanzamos por los vidrios convertidos en confeti bajo nuestros pies ella me asegura que antes no era así. No, cariño, te aseguro que antes no era así, me repite ante cada ventana desaparecida o cada hueco abierto en la pared.

Antes era un hotel “precioso“, casi veo las comillas revoloteando entre nosotros y, lo mejor de todo, aquí es donde nos conocimos. Conjura esas palabras y me mira esperanzada buscando que sean el hechizo mágico que me traiga de vuelta, pero sólo logra mi cara incómoda y confusa como resultado.

Ladeo la cabeza intentando descargar las cervicales y el pesado vendaje que rodea mi cabeza me devuelve líneas eléctricas de puro dolor. Estamos ante la recepción donde un mostrador caído y un puñado de casilleros esperando noticias que nunca llegarán son el único testigo de su pasado como un lujoso hotel escondido entre telúricas montañas.

Es inmarcesible. Me toma de la mano y me arrastra físicamente tras sus palabras hasta un comedor inmenso.

Ella sigue hablando, habla todo el rato, odia los silencios. En esta sala, te atreviste a pedirme un baile, no me lo podía creer. Mueve sus manos con entusiasmo y gira sobre sí misma como una bailarina atrapada en su caja de música.

Yo estaba allí con mis amigos, me informa, pero sólo tenías ojos para mi. Añade y me mira otra vez esperanzada.

Me parece ver un mohín de disgusto al no encontrar nada al otro lado de sus palabras. ¿De verdad no recuerdas nada?, parece a punto de llorar.

Ladeo la cabeza otra vez y miro mis manos, ¿son mis manos? Vuelvo a pensar en esa palabra, amigos, amistad, deslizo esa palabra por la boca, jugueteo con ella entre los dientes. La sostengo y analizo con la punta de la lengua como un entomólogo ante una especie desconocida. Amigos, amistad, del latín amicus, supongo. Oh, sí, al parecer fui una persona muy culta, no puedo evitar usar el pasado para hablar de ese otro yo que existía antes del accidente y del que no recuerdo nada.

Amigos, la traigo de vuelta hasta mi boca, la deletreo con cuidado intentando ubicarla en algún lado. Una palabra que es un anzuelo tras el que aparece un recuerdo, así funciona la memoria me dijeron en el hospital. Pero al otro lado no hay nada, es una palabra vacía a la espera de un significado.

Ella señala las ventanas, hacia los cercos arrancados, los escombros como restos de una explosión desperdigados por el suelo. Así imagino mi cerebro después del accidente. Al fondo de esas ventanas, encerradas en un extraño cuadro, unas montañas que esperan pacientes a que todo se derrumbe a su alrededor para seguir con sus geológicas existencias.

Las vistas eran maravillosas, oigo que dice a mis espaldas, pero no escucho, no soy capaz de apartar la vista de esas montañas, hay algo en ellas que me atrapa. Sólo necesitan estar, no necesitan entender ni fingir. Su simple existencia es lo que las define por completo.

Nos pasamos horas mirándolas abrazados al calor de la chimenea, porque había una chimenea en algún lado, todo era tan perfecto… Casi oigo caer los puntos suspensivos de su boca. Antes todo era perfecto contra el ahora ya nada es perfecto que no se atreve a decir en voz alta.

Me giro lentamente, de vuelta a mis manos, nudosas y firmes. No parecen mis manos, son unas manos que no tienen dudas, las manos de alguien que sabe quién es. ¿De dónde habrán salido?, ¿de quién serán esas manos?

Observo su cuello, tan frágil y vibrante y lleno de palabras. Y frágil, muy frágil.

Mis manos empiezan a doblarse sin que pueda evitarlo, adquieren casi sin darse cuenta la forma de ese cuello. Se convierten en unas garras.

Creo que empiezo a recordar. Empiezo a recordarlo todo.

26 Comments

  • gabiliante

    me parece un castigo desproporcionado por llenar los silencios. Incluso por que sea con mentiras sobre su pasado, aprovechando su amnesia, para beneficiarselo.
    porque la alternativa es que fuera una de esas parejas que no se conoce en absoluto a pesar de haber compartido años de convivencia.
    También, y esto se me acaba de ocurrir, que el disco duro se hs borrado y ha vuelto a aparecer la programación primigenia, que era poco amistosa; tanto hablar de smigos amicus … ya era para sospechar.
    abrazoo

  • Manuela Fernández

    Desde un principio se ve en el relato que algo no anda bien, un misterio se cierne en cada línea, hasta que llegamos al último fragmento donde nos sorprendes con este final abierto tan dramático. Me ha encantado.
    SAludos.

  • Beauséant

    Me gusta esa teoría de resetear el disco duro, GABILIANTE, es cierto lo que dices, el castigo puede ser un poco duro, aunque en el fondo es complicado saber lo que hay detrás de toda la historia, tienes razón, puedes pasar media vida con alguien y no terminar de conocerlo.

    Sí, MANUELA FERNÁNDEZ, debería haber sido una historia un poco más larga, quizás ha quedado todo muy abierto, entre lo que pasó, lo que recuerda y ese “accidente”, pero no soy de relatos largos 🙂

    Alguien tendrá su merecido, eso seguro, CABRÓNIDAS, a veces nos lo dan, a veces lo damos.

    Muchas gracias, TONYERIK 🙂

  • अनत्ता 光 心

    Es muy sencillo: el pasado ya nunca volverá. Jamás. Quedan… recuerdos. Es… humo.
    Es muy sencillo: he sentido diversas cosas, pero muy principalmente pena por ella. Por ese aferrarse a algo ya… pasado. A algo “perfecto”, teóricamente bonito (¿la felicidad?), a algo ideal (idealizado).
    Por él también… pena, aunque menos, dado su estado mental.
    Demasiados clichés en la cabeza de ella, eso es muy obvio. Es normal. Se aferra a sus emociones y a eso que de hecho ya se ha escapado.
    Yo también, ¿ves? Paso por aquí pero ya me estoy yendo. De hecho me encanta desaparecer.
    Solo me interesa la atención despierta, para serte franco. Y vive en el ahora.

  • अनत्ता 光 心

    Buen relato, por supuesto. Tiene mucha carga enigmática y todavía más, siniestra, conforme avanza. Lo de las comillas y los puntos suspensivos me ha hecho sonreír. Has sido tremendamente ingenioso con ese recurso.

  • El asceta

    Como viene siendo costumbre, te leo el domingo en la plañidera y lo dejo reposar. A veces, está todo muy claro y otras, como ahora mismo, tres aristas se me presentan. Una lectura a tres niveles, madafaca, desconcierto.

    La primera de ellas es la llana, un tipo que ha tenido un accidente y sufre de amnesia, punto pelota y pasamos a otra cosa. Pero contigo… ¡Ay…! Contigo nada es lo que parece, hay filos de doble hoja… digo, hojas de doble, triple filo. Eres filoso y mañoso querido amigo o yo soy paranoica, lo cual sea también el caso.
    Se esconden tras las líneas dos metáforas correspondientes a la segunda y tercera lecturas.

    La primera/segunda es: “No, cariño, te aseguro que antes no era así”… querida, esto siempre fue así solo que nos montamos una película y ahora que se han apagado las luces, o encendido, percibimos la realidad por lo que es y no lo que creimos atisbar en la ocuridad del enamoramiento. Cuando quieres abrir los ojos te das cuenta de que aquel lugar ha sido devastado por el tiempo, o bien siempre lo estuvo y se revistió de alucinaciones…

    La segunda/tercera es: “Mis manos empiezan a doblarse sin que pueda evitarlo, adquieren casi sin darse cuenta la forma de ese cuello. Se convierten en unas garras.” Sale el Hyde que lleva dentro, como suele pasar en las mejores relaciones donde el otro saca lo peor de nosotros mismos con el objetivo de obligarnos a mirar esas manos de asesino (o heridas de infancia si lo prefieres). Homicida de uno mismo que proyecta sobre los demás… no me hagas caso.

    Y hasta aquí mi paranoica interpretación de tus líneas. Sufro de alucinaciones. Una hermosa historia, muy bien contada. JA JA JA! Un abrazo, artistazo, artriste.

  • Ángeles

    Este texto está lleno de destellos literarios, por si no lo sabes 😉
    Por ejemplo, lo de las comillas y los puntos suspensivos, es muy original y resulta muy visual. También me encanta el símil de la bailarina, y la forma en que el personaje ve las palabras: como anzuelo, como enganche, como algo que paladea…
    También las manos “que no tienen dudas” me parece una figura muy interesante, y que además, después de leído el desenlace, adquiere un carácter premonitorio.

    Te felicito!

  • Beauséant

    El dolor, puede, ser una forma de dolor, JOSÉ A. GARCÍA, eso es cierto. A veces incluso, sin darnos cuenta nos gusta que nos hagan sufrir 😉

    Ella puede dar pena, अनत्ता 光 心, pero en el fondo es una decisión consciente que ha tomado. Ha decidido vivir en un pasado idílico que, quién sabe, lo mismo nunca existió. Los recuerdos son así de peligrosos porque nos llegan distorsionados por nuestro propio cerebro. Él, por el contrario, no vive en ningún lado, ni en los recuerdos, ni en el presente, es un folio en blanco que se irá llenando con lo que vaya encontrando por el camino.. Es complicado tener esa actitud zen en la vida, cuando es la propia vida la que te empuja siempre en una dirección o la contraria 🙂
    No lo había pensando, lo de hitchcockiano, pero es verdad que cumple con sus premisa de generar tensión, de dejar esos puntos suspensivos revoloteando sobre la cabeza del espectador para dar un giro al final del todo… Muchas gracias por tus palabras y por el hilo de tus pensamientos.

    Me gusta mucho eso de que dejes reposar mis palabras, EL ASCETA, muchas gracias, es algo muy bonito 🙂 La idea de la historia era un poco esa, por un lado la realidad, por otro cómo la afrontamos. Como anteponemos lo que es verdad ante el espejo de lo que queremos que sea.. a veces podemos fingir, podemos ignorar las cosas como si hubiésemos tenido un accidente que nos haya dado un dulce amnesia que nos permite seguir con nuestras vidas. Pero, claro, ¿qué pasa cuando recuperamos la memoria, cuando ya no podemos seguir fingiendo? “Homicida de uno mismo que proyecta sobre los demás”, sí, eso me ha gustado.. un abrazo

    Te agradezco mucho la visión más “literaria”, ÁNGELES, porque es algo que me interesa, el estilo, el ritmo. Creo que es lo que hace avanzar a la historia. Me interea mucho tu opinión porque sé que te fijas mucho 🙂

  • María

    Lo estaba pensando mientras te leía jaja me dije… esta Srs. se está ganando que le retuerzan el cuello jajaja pero pensé que no serías capaz ¡ me ha gustado muchísimo ese giro!.. porque es verdad que revolver en el pasado para reprocharlo o regodearte en él, además de inservible, hace sentir muy mal a los que siguen a tu lado y sobre todo, es la mejor forma de ser incapaces de disfrutar del presente. .. además de que es verdad que quizá el pasado que ella recuerda, no tenga nada que ver con el que recuerda ( en cuanto se pone a ello) su pareja… cada uno recuerda distinto, habiendo vivido lo mismo… Además ( bis) nos sucede demasiado a menudo, que teniendo delante magníficas montañas, que como bien dices sieeempre están ahí para nosotros, para que nuestros ojos se recreen en ellas, somos incapaces si quiera de verlas, obsesionados con las ruinas en las que no dejamos de enfocar, que creo es una forma de ombliguismo, ese que también se padece taaaan a menudo… Cuando el dolor se apodera de nosotros, solo nos duele lo nuestro y dejamos de ver, solo le sentimos a él, desaparece el resto del mundo y un ratito es natural…¡imposible de evitar además! el impacto de lo que sea que nos suceda nos noquea, te deja ahí doblado… pero incluso pasado el tiempo hay personas que se quedan a vivir ahí… sin ser capaces de levantar la cabeza y ver que en frente hay un horizonte inmenso donde recrearnos y donde ese dolor no llega.. si no se lo permitimos, e incluso donde tomar perspectiva y ver que siempre hay ruinas bastante mayores que las nuestras y a pesar de ello, la gente sigue rehabilitando y volviendo a colocar las piedras caídas, una tras otra otra vez en su lugar… ( tu abuelo tapaba los huecos de los muros caídos, recuerdo haberte leído esto.. y que tú le ayudabas : ) A mi me gustan estas personas, los ave fénix, que los hay.. hasta puede que tu personaje sea uno, siempre que no le pille la poli o aun mejor, siempre que en el último instante deje de apretar ese cuello, se de media vuelta y deje a ese lorito de mujer llorica manteles entre las ruinas y huya… a las montañas : ) Las fotografía alucinantes con ese tremendo contraste que nos muestras, mil gracias, como siempre! Beso grande!

  • Nino

    Hola, Beauséant:
    Sólo puedo agradecerte por haber compartido este relato y felicitarte por su escritura.
    Lo he leído dos veces. La segunda en voz alta. Le has conferido un ritmo narrativo que va acompasado con la intensidad con la que el narrador reacciona ante los recuerdos que le narran. El final me ha sorprendido. Me parece un gran punto final o un estupendo punto y seguido.
    Por alguna razón me ha traído a la mente la canción “Hazme un nueve” de Golpes Bajos.
    Un abrazo, Beauséant.

  • Joselu

    Tengo unos gatitos a los que estimo. Me acompañan y me gusta acercarme a ellos con afecto. Les encanta que les acaricien la cabeza y el cuello. Cuando les rasco el cuello, siento lo frágiles que son. Ellos se dejan acariciar porque confían en mí, pero qué sensibles y quebradizos que son. Si yo apretara con fuerza, ellos se resistirían y se agitarían hasta que mis garras acabaran con ellos. Esa es la dualidad humana. Un relato con doble fondo, que necesita tres lecturas. Al final, las garras acaban con todo… Saludos.

  • laacantha

    He leido los comentarios y el texto, por supuesto. El texto es muy enigmático y se puede interpretarlo cada uno a su manera . Los comentarios son muy finos y igual con cierta enigma, me gustaron. Pues, mi versión es así …quería cargarla desde hace tiempo (antes del accidente). Y ,cuando ella por fin revivió sus recuerdos ,( no tenía que insistir tanto, claro está) se despertó el recuerdo más profundo y más fuerte que tuvo – matarla- y entonces sus manos se agarraron a su cuello. El resumen : no insistir mucho. Un abrazo. El texto es magnífico.

  • Beauséant

    Hay personas incapaces de soltar lastre, MARÍA, siempre tienen que estar buscando la “i” para ponerle el punto que, creen, le falta y son, como dice el texto, inmarcesibles, perros de presa persiguiendo una idea… Por eso aparecen las montañas en el relato, porque ante ellas, todo lo que pensemos es nada. Ellas han estado, están y estarán cuando ya no quede nada. Ellas no tienen que inventar, no tienen que fingir, su simple existencia es todo lo que necesitan.
    Me ha gustado tu final, darse la vuelta, escapar de lo que te orpime o no entiendes e intentar volver a ser. Ser algo diferente, aunque sea para acabar siendo lo mismo, porque lo importante es eso que dices, ser un ave fenix, huir de ese dolor que siempre parece querer llevarnos a la casilla de salida. Al que tantas veces dejamos tomar el control de nuestras vidas.
    Muchas gracias, como siempre 🙂 Un abrazo enorme.

    Ahora mismo busco la canción, NINO, me encanta tener referencias musicales para lo que escribo 🙂 Muchas, muchas gracias por tus palabras, significan mucho.

    Seguro que te la imaginas con voz aflautada, TORO SALVAJE, y reptiendo diez veces las mismas cosas hasta que se te meten en la cabeza, ¿verdad? Es complicado tener paciencia, pero lo mejor es salir corriendo no hacer más profundo el hoyo.

    Las garras son todo, JOSELU, salen cuando menos te lo espera y dañan a quién menos lo merece. He aprendido eso a base de clave, y que me clavasen, muchas 🙂

    Los comentarios son siempre lo mejor, LAACANTHA, cuando hago el libro del año siempre pienso en ponerlos. Pero, claro, saldría una enciclopedia. El tuyo es otra visión interesante porque, en ningún momento se habla mucho del accidente, ¿qué ocurrió? fue su primer intento o, quizás, fue justo lo contrario….

  • Etienne

    Me cuesta (a mi) encontrar punto de encuentro entre las dos realidades disímiles que los protagonistas recuerdan; una, feliz y emocionante, con escenas románticas y pudorosas, íntimas hasta el sonrojo y otra, lo suficientemente atroz como para provocar un acto reflejo espeluznante. Clara muestra de que la vida misma puede ser dos caras de una moneda para sus actores…
    Concuerdo con el comentario que resalta las virtudes literarias de este texto, exquisitas expresiones de figuras que facilitan la recreación del escenario, las emociones que sobrevuelan a las personas y todo ingrediente que aporta sin abrumar. Sublime pintura has hecho!
    Te dejo abrazo!!

  • Beauséant

    Gracias, MUCHA, mi alma a veces tiene nubes.. pero nada grave 🙂

    Es bueno recordarlo, JUVENAL NUNES, pero nunca quedarse a vivir en él, eso es lo peligroso.

    Muchas gracias, ETIENNE, me cuesta mucho componer los textos, así que gracias. Esas dos realidades enfrentadas pasa a menudo, quizás no de una forma tan visceral. A veces hablas con otra persona sobre un acontecimiento y parece que ha estado en otro lugar, viviendo otra situación. Nuestros recuerdos nos engañan, nuestro cerebro, a veces se inventa cosas. Por eso siempre debemos intentar conocer todas las versiones de cada historia 😉

  • Diego

    Traer recuerdos o empeñarse otros en traérnoslos puede causar dolor. Rehacer edificios o amistades a partir de sus ruinas es muy difícil, casi imposible. Quizás ese cuello no fue el único culpable. Lo que siempre permanecerá, como testigo callado, es esa preciosa montaña.
    Interpretaciones…

  • Jo

    traer el pasado o recordar lo malo y cargarlo uffff… no sé si es una carga
    a veces uno no elige recordar lo bueno si no lo feo.. y es un desgaste

  • Beauséant

    Creo, Diego, que casi todos mis recuerdos fueron implantados por mis padres o allegados. Ya sabes, a base de repetirte que estuviste de vacaciones en tal sitio y que ocurrió tal cosa, acabas por incorporarlo a tu biografía, y terminas repitiendo como un loro, sí, en mi infancia estuve en tal sito e hicimos tal cosa. Y no es que lo digas, es que lo crees a pies juntillas, de verdad estuviste allí.

    El olvido, Jo, esa es la receta mágica para tener una vida minimamente feliz 😉

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