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no camiño

Curiosidad numero ocho: Dicen que si logras terminar el camino de Santiago todos tus pecados veniales quedan expiados. Estaba escrito al margen de uno de los folletos que repartían al inicio y no pudo evitar una sonrisa cínica al leerlo. Era un mentira agradable, algo en lo que poder creer sin demasiado esfuerzo, pero ella sabía que el perdón de cualquiera de los suyos no estaba en más manos que las suyas y lo cierto es que ella nunca se perdonaría.

Otros peregrinos encontraban a Dios, a algún tipo de Dios, entre las piedras de ese camino. Había hablado con muchos de ellos a lo largo de los días y todos tenían esa mirada entre adocenada y feliz cuando narraban sus experiencias, una mirada limpia, sin miedo ni rencores. Habría dado la mitad de lo que poseía por tener esa mirada.

Ocurrió tras sus primeros pasos en Lugo. Los mapas dejaron de funcionar, los caminos se torcieron hasta volverse inútiles y acabó vagando entre un bosque de castaños que parecían vencerse sobre el sendero para envolverlo todo con su presencia.

No había dejado de llover en tres días y entre los árboles el viento susurraba el nombre de todos aquellos que ella creía ya olvidados. No tuvo miedo, sabía que sólo los vivos pueden hacerte daño y decidió tumbarse a los pies centenarios de uno de aquellos árboles. Necesitaba recordarlos, traerlos de vuelta a su memoria.

Se despertó llorando sin motivo pero con una extraña felicidad alojada en el centro matemático del pecho, en ese lugar donde los ingenuos guardan su corazón. Quizás Dios fuese eso, decidió, un susurro entre los árboles, algo que no debería estar ahí pero se empeña en existir. En el fondo no hay forma de saberlo, existen tantos dioses como personas y no todos son de fiar.

Hacia una semana de su paso por aquel bosque y hoy se encontraba en la iglesia que marcaba el final del recorrido. Cada pocos minutos la mano derecha buscaba involuntaria en su chaqueta el billete de tren que la llevaría de vuelta a su otra vida, la real. Una vida que había dejado amarrada a un puñado de promesas que impedían su regreso.

Apenas le quedaban unos minutos si quería llegar a tiempo a la estación pero no podía evitar demorarse mirando al cristo crucificado de las alturas con algo a medio camino entre la curiosidad y la esperanza.

Esperaba que hiciese su movimiento. Era lo justo, ella ya había hecho el suyo.

Venga, Dios, no me jodas. Si tienes algo que decirme, ahora es tu momento. Una iglesia sin un alma, un montón de kilómetros en tu búsqueda y la luz de tu divina presencia bañando mi rostro pecador a través de las vidrieras. Imposible buscar un momento mejor para una epifanía, una visión, una caída del caballo…. ¿no te parece?

Sin respuesta, la figura de las alturas era el campeón mundial de aguantar la mirada y ni un sólo músculo se mueve en aquel rostro barnizado. No hay rastro de dolor ni pena en aquellos ojos, es la mirada de alguien que se encuentra demasiado lejos de todo.

De acuerdo pues, murmura mientras inicia el gesto de empezar a levantarse del banco que es como ondear una bandera de rendición en medio del campo de batalla.

Al fondo de la nave una puerta anuncia con un chirrido su presencia y a sus espaldas escucha una leve tosecilla que reclama de manera educada su atención.

19 Comments

  • Tristancio

    De tanto en tanto me paso por aquí y agradezco tu fidelidad a las letras. Es bueno encontrarte siempre en el camino… como si tosieras.

  • Toro Salvaje

    La primera vez que estuve en la Catedral de Santiago de Compostela, he estado otra vez, aún no lo entiendo, vi una larga cola de gente esperando para golpear su frente contra la cabeza esculpida de no recuerdo ya quien dado que la tradición decía que mejoraba tu intelecto…
    En fin…
    No tengo palabras, ni para los que hacen el camino ni para los de la cola…

    Oye, esa tosecita no sería la de algún atracador con sotana?, lo digo porque cobraban por todo…

    Saludos.

  • Mento

    Me pregunto si la curiosidad número ocho tiene algo que ver con el infinito… Después de todo ahí una infinita necesidad en el alma humana de identidad, de reconocimiento, de saberse a salvo en algún punto permanente e ilimitado.

    Y si nos cuentas algo más de ese final. A mi me gustaría saberlo sin tener que suponer o imaginar posibilidades. Soy una voyeur de mentes humanas.

    Saludos 😉😗

  • Beauséant

    Cuánto tiempo sin verte, TRISTANCIO, muchas gracias por pasarte. Soy fiel aunque es bien poco lo que puedo ofrecer, mes esfuerzo y peleo, eso seguro.. no dejemos de toser 😉

    Pues si he logrado eso, AMAPOLA AZZUL, entonces ya es mucho porque no sabía ni por dónde empezar la historia para que lograse eso, trasmitir.

    Ni idea, TORO SALVAJE, algún dios, el mismo diablo, o alguien pasando el cepillo en busca de unas monedas.. lo mismo son todos la misma persona… He hablado con bastante gente que ha hecho el camino y casi todas coinciden en que lo mejor que puede hacerse es no entrar en Santiago, hacer cualquiera de los otros miles de kilómetros que recorren España. Quizás sea cierto, al menos para ellos, muchos han repetido.

    Gracias por fijarte, MENTO, el ocho no era casual 😉 Creo que todos necesitamos algo a lo que aferrarnos, cierto, es complicado asomarse a algo tan enorme como la vida y no sentir ese vértigo que nos hace buscar puntos de apoyo.. Comentar con el móvil tiene mérito 🙂 mis dedos se empeñan e pulsar dos teclas cada vez

  • jesus Alvarez Carrero

    LLegué casi de casualidad a tu blog y decir que me ha gustado mucho, esta imagen es excelente, destacaria entre otras cosas el contraste tan atractivo entre luces y sombras, el texto es muy acertado tambien, saludos y feliz semana.

  • Paloma

    Si hay que buscar a Dios o algo parecido a Dios, tiene que ser entre los árboles.

    Ahí sí puede que nos hable como le ocurrió a la protagonista de este relato.
    “Un susurro entre los árboles”, qué bonito y qué poético. Entiendo esa felicidad 🙂

  • Ángeles

    Me encanta la peculiar oración de la protagonista, y también ese final abierto y misterioso, esa presencia que se anuncia con una terrenal tosecilla…

  • Beauséant

    Muchas gracias, JESUS ALVAREZ CARRERO, algunas fotos parecen pedir un texto a gritos, no siempre me salen claro 😉

    Estoy de acuerdo contigo, PALOMA, creo que ahí donde debe refugiarse, el único lugar dónde aún no ha sido desterrado.

    Mis disculpas, MUCHA, no siempre logro conectar y explicar las cosas como me gustaría… y eso que en mi cabeza siempre salen perfectas…

    El final era más cerrado al principio, ÁNGELES, pero me pareció buena idea dejarlo así. Me hubiese gustado haber escrito lo de terrenal tosecilla… pena no haberlo pensado, me gusta como suena 😉

  • mucha

    Hay muchos que se las dan de intelectuales y escriben difícil
    Con textos largos que no dicen mucho dicen nada
    Trata de sintetizar en algo corto una llamarada
    y las luces volverán a tu alma enamorada

  • Lachicadeluniverso

    El 8 se encuentra en muchas construcciones esotéricas, según Pitágoras era el número de la armonía, dicen que es un claro signo de renovación y regeneración, el renacimiento de la esencia personal en una frecuencia o en otra. El 8 señala la rueda eterna del Karma, de la que hay que salir para llegar a Dios.

    Quizás la vocecilla de Dios era los pasos que dabas hasta llegar a esa iglesia, mientras la gente se centra en el final, y no en el viaje de lo aprendido.

    Pd: Me encanta la numerología..

    Un gusto leerte.

  • Beauséant

    Nunca he sido un intelectual, MUCHA ni me gustaría pensar que el texto no dice nada, podría decirlo mejor, podría estar mejor construido, sí… pero el pobre decir, creo que sí dice algo..

    Me gustan los juegos con números, LACHICADELUNIVERSO y creo que siempre son un buen recurso como metáfora par las historias. Es curioso como a lo largo de la historia ciertos números han prevalecido como símbolos de determinadas cosas. Y sí, muchas veces perdemos el tiempo y las ganas empeñados en llegar del punto A al punto B y lo importante estaba justo entre medias de esos dos lugares.

  • Carmen

    Qué bien acompaña el texto a la imagen (muy chula).
    Nunca he hecho el camino,muchas personas (la mayoría no creyentes) me han contado maravillas de la experiencia,pero…
    Yo no soy creyente,cuando entro en un templo no lo hago por fe,así que en ese sentido cuando estuve en la catedral de Santiago no cumplí con ninguno de los ritos.Seguramente me quedé mirando como esa chica de la foto.

    Besos.

  • Beauséant

    Así es, ADEL, todos necesitamos algo en lo que poder creer, una pequeña luz en medio de la tormenta, una palabra de ánimo en el momento preciso… un susurro entre los árboles…

    Gracias, CARMEN y sí, creo que no hace falta entrar en una iglesia por fe.. a mi me gustan.. entrar en ellas, sentarte un rato, hacerte una idea de sus dimensiones.. nada de eso tiene que ver con la fe… la chica de la foto creo que estaba pensando algo parecido. Parecía cansada, a punto de tomar una decisión.. nada más hacer la foto empecé a escribir la historia…

  • Manuela Fernández

    Me gusta tu historia por el argumento en sí y porque la escribes dejando que el lector la complete. Para mí que ella buscaba a Dios y le encontró en el bosque pero ella no era consciente de ello, en la Iglesia oyó aquella voz de alguien que ella necesitaba ver, era el colofón de lo que buscaba en su camino.
    SAludos.

  • Beauséant

    Aunque muchas veces diga lo contrario, MANUELA FERNÁNDEZ, sospecho que todo el mundo necesita creer en algo. Lo podemos llamar de muchas formas a ese algo, por simplificar digamos que Dios, o Dioses. Y no siempre se encuentran donde uno espera encontrarlos, en sus templos, a veces viven fuera y, muchas veces, en nuestras cabezas… Preferí dejar el final así, abierto como dices, porque era lo más lógico… Muchas gracias.

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