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Una larga espera

En el primer fotograma aparezco arrastrando una maleta-ataúd por terminales desiertos. Soy una niña maleta, transmutada en mujer desorientada que pregunta con un montón de indicaciones y planos indescifrables pero ninguna explicación real. Si pasamos los fotogramas a toda velocidad veremos trenes entrando y saliendo sin descanso de andenes abarrotados, y taxis idénticos que me depositan en edificios acristalados con nombres de poetas y pintores muertos a punto de convertirse en olvido. En alguna de esas torres de cristal y acero me aguardan, con la paciencia de un millar de pirañas zen, cientos de papeles crispados entre las manos de gente que grita buscando en el volumen la razón que la propia razón les niega.

Me deslizo a una sala acristalada y me dejo caer en la silla más cercana a la puerta. Aún no estamos todos, me informan señalando hacia una pantalla negra donde la videoconferencia se niega a mostrarnos la otra esquina del mundo. A mi alrededor todos se mueven en una danza de marionetas intentado parecer ocupados en esta representación para la que no tengo papel, y oco a poco voy deslizando la silla hasta un rincón donde doy caladas a un cigarrillo con sabor a lluvia. Desde mi nueva posición puedo ver al informático sujetando un puñado de cables como si fuese la espada de Excalibur mientras a su alrededor ponderados hombres de negocios se mesan los cabellos.

La vida, mientras tanto, nos sepulta tras una larga espera de ese algo que no vemos y que se encuentra al alcance del salto que no damos (1) .

Al final del día la mujer maleta es arrojada por la marea a la puerta de un hotel lleno de japoneses parapetados tras sus canones y sus nikons al límite de la extenuación. La niña maleta elige un ascensor al azar y recorre pasillos sin rumbo memorizando las salidas de emergencia hasta llegar a una puerta con su número en lo alto. Lanza un suspiro de alivio, y se deja engullir con los zapatos en la mano por una moqueta que es un mar en calma de un color azul infinito.

La televisión me enseña porno suave para ejecutivos cansados, y la clave WIFI resiste todos mis esfuerzos. Por suerte la cerradura del minibar cede al segundo intento y paso las siguientes horas creando cócteles imposibles con una aceituna en lo alto. En algún momento de la medianoche salgo de mi habitación dejando un reguero de botellas vacías y recorro el pasillo a medio vestir, descalza y un poco borracha. Lo sigo a tientas guiada por la luz de una ventana que vislumbro al final y que se abre en un paisaje urbano de luces y coches cruzando a toda velocidad calles rectas y abandonadas. No veo rastro alguno de personas, la cuidad nos ha engullido a todos con sus falsas promesas de supervivencia.

Y allí, asomada a esa ventana, la niña que cuenta estrellas se acuerda de ti, quizás apoyado en esta misma ventana pero en otro tiempo y otro lugar perdido ya para siempre. La niña se asoma peligrosamente a la barandilla en busca de estrellas fugaces brillando entre la polución, y la mujer en que se convertirá le reprocha con cariño su estupidez porque, dice, madurar es aceptar las perdidas para incorporarlas al difuso balance de la experiencia.

La vida sepultada en una larga espera, y para cuando nos damos cuenta ya es tarde para todo y todo es para nada.

(1)(Parafraseando a Cortázar, claro).

11 Comments

  • Ybris

    Larga espera, ciertamente, la de la vida que nos lleva por sitios y experiencias con sabor a pesadilla.
    A veces nos parece tan ajena…
    Y sin embargo vamos poco a poco aceptando los recuerdos que nos hacen más maduros.
    Y escuchando las advertencias del futuro que nos hacen más sabios al tiempo que acortan el tiempo de la espera.
    Es probable que esa visión tuya sea un alegoría de la vida-búsqueda o de la vida-espera.
    Lo que para mí no cabe duda es que es un relato hermosamente escrito para deleitarse leyéndolo.

    Un abrazo,

  • Beauseant

    La vida siempre nos parece ajena y amenazadora, o al menos eso me parece Ybris, hacen falta muchas dosis de valentía e inconsciencia para afrontarla sin miedo.. Y si, el texto, habla de buscar, de esperar, y aveces incluso de rezar 😉

    Quizás es que no sea nuestra, Athe, o no nuestra del todo.. Lo importante Cosechadel66 es no esperar a que salgan las alas porque, quizás, estas sólo crezcan cuando ya te has tirado por el precipicio, y lo hagan por la pura necesidad de no caer…

    No se lo digas a nadie, stand by pero es un pequeño robo de frases de otro, al juntarlas con Cortázar todo parecía encajar tan bien que tenía que escribirlo…

  • virgi

    Enlazamos pérdida tras pérdida, aderezadas con algún hermoso encuentro. Juntos formarán los accidentes geográficos de este mapa que somos, rebosante de heridas y cicatrices, sonrisas y llantos, rumor de huellas, pasos perdidos.

  • Fran

    creo que ese es la principal tarea de nuestras vidas, no dejar que se nos pase así de fácil, sin darnos cuenta de lo que hacemos, porque si nos equivocamos, al menos tendremos tiempo para arreglarlo
    Saludos!
    Fran

  • Lena

    Jo…esto me dice que suspendí Mates y se comió mi comentario.

    La vida sepultada en una larga espera, y para cuando nos damos cuenta ya es tarde para todo y todo es para nada.

    Es un guiño…
    Y de pronto, nada, todo pasó y no entendimos.

    Siempre le pregunto lo mismo al analista: ¿Para cuándo la vida?

    Sigo sin encontrar una respuesta que me calme.

    Un beso…

  • FILOABPUERTO

    Aún hay tiempo de mandar a “hacer-gárgaras” todos esos convencionalismos que nos interrumpen el aventurero viaje que debía ser nuestras vidas..

    Saluditos
    Merce

  • Denavegantes

    Aunque suelo tener la sensación de que la vida pasa, y solo soy un invitado-espectador, solo en ocasiones -muy contadas- me he sentido actor de este drama. Que frase más elegante Beaus.. “madurar es aceptar las perdidas para incorporarlas al difuso balance de la experiencia”, aunque también madurar sea algo contable-moralmente entendido. Debes llegar a la terminal limpio, sin deudas, sin lastre. Que menos que tirar por la borda toda esa basura que sin saberlo tú, formó parte del viaje, muy a tu pesar. Si vivimos por decir, vivir y no “asistimos” y si morimos sin levantar la barbilla del suelo, para eso más te hubiera valido, no haber despertado jamás. En realidad solo sobrevivimos.

  • Beauséant

    Comienzo a sospechar virgi que ese es el truco. Deformar un poco las cosas tristes para que lo sean un poco menos, y agrandar las buenas para que lo parezcan aún más. Con el fin de eso, Fran , de no dejar que todo sea un folio en blanco sin ninguna historia.

    La respuesta, Lena, es que no hay respuestas, sólo preguntas.. Y si, sospecho muchas veces que quien no sabe sumar es esta estúpida máquina..

    La vida como viaje aventurero es una gran meta FILOABPUERTOpero al final nos enredemos en facturas y obligaciones, y bueno, pues eso, que al final en vez de una aventura es un paseo en una máquinita del parque de atracciones..

    Me gusta esa idea Denavegantes, llegar limpio, con el balance cuadrado y letra de escolar aplicado en todas las sumas y las restas. Podemos, entonces, entender la vida como una especie de pulir lo innecesario para quedarnos sólo con lo vital, ¿no?

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