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territorio, segunda semana

La nieve sigue ahí, negándose a ceder un milímetro de ese territorio ganado con tanto esfuerzo. Durante el día se desangra en infinitos riachuelos que bajan plateados calle abajo pero, al ocultarse el sol, cierra sus heridas con fiereza y las convierte en un hielo que es una trampa para incautos.

En el jardín de atrás nadie se ha atrevido a pisar aún, es una nube de nieve intacta. Esta mañana he visto las huellas de un pájaro dibujadas sobre ella, seis puntitos formando una línea sobre la nieve que desaparecen de la misma forma que aparecieron: sin ninguna explicación.

Esas serán todas nuestras huellas, el rastro que dejaremos tras nosotros: unos puntitos en medio de una inmensidad que un día desaparecerán.

Las ruinas que aparecen en el fondo de la foto son de la Ermita de San Pedro. Desconozco si ese es su nombre oficial, pero es el que le otorgó un anciano que desayunaba conmigo durante mis primeros meses en esta ciudad. Nunca quise averiguar su verdadero nombre, las cosas se vuelven reales la primera vez que son nombradas.

Escribí sobre esas ruinas hace mucho años, al inicio de todo, en alguna de mis primeras pisadas sin ayuda por encima de esa nieve impoluta que era entonces mi vida. Han sido muchos años ya, imposible saber si en la dirección correcta porque en la nieve apenas tienes puntos de referencia. Cualquier lugar es idéntico a cualquier otro y sólo te queda la intuición, la brújula moral que te dice que sigues en el camino correcto, que sigas buscando, que no dejes de hacerlo nunca porque aún no has llegado a ningún lugar.

El viejo me dijo que esas ruinas eran de la ermita de San Pedro y yo decidí creerle. Cuando le comenté que me parecía un lugar bonito se limitó a encogerse de hombros y contestarme que, “no son más que un montón de piedras“.

Supongo que los dos teníamos razón.

17 Comments

  • Paloma

    No sé si me importa mucho que el rastro que dejemos sea tan leve y efímero. Por un lado, sí, si perdura algo tuyo, algo bueno, parece que la vida tiene más sentido, por otro me da lo mismo, acepto esa pequeñez. Has tenido una manera de decirlo muy poética.
    La nieve es mucho más bonita en el campo, en la ciudad se degrada en seguida, se pone negra y sucia, además de ser incómoda y peligrosa. Estoy descubriendo que no me gusta. Solo la primera media hora.
    En fotos sí, me encantan las tuyas!!

  • María

    Son preciosas las fotografías con nieve, si es que está dejando unos paisajes divinos con su manto blanco. Yo no hago más que hacer fotos y vídeos en estos días, porque hacía tiempo que no veía tanta nieve.

    Y respecto a lo que dices, reflexionando, es dificil saber cual es el camino correcto, lo importante es caminar y disfrutar del camino, y si tropezamos nos levantamos para seguir.

    Un beso enorme.

  • Alma

    Tus letras y fotografías tienen la capacidad de hacerme ver la belleza en sitios y circunstancias que de otra manera serían sólo “fríos”.

    Un beso.

  • alessandrinimariamaria

    A pesar de la nieve y el viento que arraza, esos bellos lugares, siguen siendo hermosos, todo pasa y esas huellas quedaran en tu retina como esas bellas fotos. Me encanto como lo relatas.
    Abrazo

  • Beauséant

    En el fondo, **PALOMA**, lo de aceptar la pequeñez me parece la actitud más sana ante la vida, es un poco lo que comentaba en la otra entrada del azar, ¿no? Somos pequeños y una gran cantidad de cosas no dependen nosotros, pues ya está, no le demos más vueltas… pero me cuesta asumirlo, ya ves 🙂
    La nieve en la ciudad es carbón líquido, es basura bituminosa… da mucha pena verla, la verdad.

    Hacía mucho tiempo, **MARÍA**, y tiene pinta de que no volveremos a verla así en mucho tiempo, así que haces bien en hacer fotos y disfrutar de ese camino que dices.

    Muchas gracias, **ALMA**, lo bueno de las fotografías es que, si tienes suerte, pueden llegar a transmitir los pensamientos de quien hace la foto antes que la foto en sí.

    Cada palabra es hija del momento, **alessandrinimariamaria**, he tenido suerte de ver la parte “bonita” de todo esto, tengo calefacción, sin problemas para trabajar etc, etc. Comprendo que para quien haya tenido que sufrir todo lo negativo, mis palabras serán un poco ñoñas 🙂

  • Paola Vaggio

    Pues sí, tienes razón, hablamos de lo mismo en nuestras entradas pero distinto :), las pisadas en la nieve, que se borran, y lo de no tener un punto de referencia en la nieve… más que la vieja ermita de San Pedro. Qué bonitas las fotos, me ha encantado las de la portería. Abrazo

  • Mento

    La primera fotografia es como saltar a la edad de hielo y tener delante las patorras de un gran habitante de la tierra, ya momificadas. Que alivio que solo parecen patas y no está el bicho entero para devorarnos… porque no hay nada más en el horizonte al frente… solo correr.
    Con lo de desaparecer no estoy muy de acuerdo… tú mismo sacas puntitos de color en las siguientes fotografias y le das ese justo matiz de color que parece devolver la vida entre la pausa de la estampa helada.
    El conque de la cuestión es que falta el balón en la última, me gusta, eso me da la oportunidad de ser quien lo tiene bajo el brazo esprando a que alguien cubra la porteria, o ser yo la desprovista de él y tener que defenderla… después de todo la vida es quien más y mejor golea.
    Abrazo!

  • Beauséant

    Me gusto la coincidencia, **PAOLA VAGGIO**, las palabras, como las fotografías, pueden ser del mismo lugar, pero cada uno hace una foto diferente, ¿verdad? A mi también me gusto la portería, aunque no me parecía la mejor tenía ese algo de objeto inacabado que me gusto mucho.

    Muchas gracias, **TORO SALVAJE**, muy buena la expresión de una pared amable, no lo había pensado, pero es verdad que no todas las paredes lo son, algunas parecen querer golpearte. Hacemos bien en rebelarnos, al menos que nos quede eso.

    No ocurrirá nunca, **MENTO**, pero si algún día mis fotos apareciesen en alguna parte, te buscaría para hacer de comisaria de la exposición, tienes una capacidad para meterte dentro de mis fotos que me asusta. Al principio pensaba hacerlas en blanco y negro, luego me dí cuenta de esos puntitos de color que eran como señales de esperanza. Y la portería, pues eso, no puedo añadir nada a lo que has dicho.. Excepto darte las gracias.

  • Ángeles

    Me gusta mucho la metáfora de la nieve impoluta, sin huellas, como el inicio de una vida aún sin estrenar. Y sin puntos de referencia, desde luego.

    Y también la imagen de nuestra vida como esas huellas que aparecen de pronto y de la misma manera se detienen, sin dejar más que ese leve rastro que en seguida desaparecerá.

    En fin, me ha gustado mucho el texto y las reflexiones que te ha inspirado esta nieve insólita. Y también me encanta el final. Y las fotos!
    Y no, hoy no voy a hacer ninguna referencia a Solenoide 😀

    Saludos.

  • Beauséant

    Gracias, **JAVIER**, fuí masticando el texto cuando volvía de hacer las fotos, salió así…

    Creo que así son las vidas, **ÁNGELES**, al principio impolutas, llenas de posibilidades y, según vamos avanzando, la vamos llenado de huellas, de borrones y equivocaciones. No hace falta que hagas las referencias porque ya las hago yo, creo que llevo un tiempo en modo solenoide 🙂

    Un placer, **ANNA**

  • Myriam

    ¡Qué blancura! Me recuerda mis inviernos de cuando vivía en Estocolmo a los que llegamos a los 20 grados centígrados bajo cero. También yo me he preguntado por esas huellas que vamos dejando y se borran por lo efímeras que son.

    Besos, Beauséant, me alegra estar por fin de regreso.

  • Mucha

    Estas hecho un artista de vos mismo
    Te hablas te escribes
    te siento feliz y libre
    si casi creo que de puntas de pie
    tocas las estrellas
    Te doy un abrazo siempre
    Me han fascinado las fotos

  • Beauséant

    Yo no recordaba algo así, **MYRIAM**, al menos no al lado de casa, claro. La nieve, para mi, era algo que te tocaba ir a buscar lejos. Es algo extraordinario, por eso me incita pensar, supongo 😉

    Las estrellas siempre parecen estar muy lejos, **MUCHA**, pero es verdad que a veces parece que podemos llegar a tocarlas.. quizás la libertad y la felicidad sean una manera de acercarse a ellas.

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