leer

Sobrevivientes

Cuando oigo el sonido de la bala introduciéndose en la recamara, y veo a mi colega amartillar y apuntar el arma comprendo tres cosas: la primera y menos importante es que estoy despedido. La segunda es que mi amigo está bastante más loco de lo que pensaban los hombres de las batas blancas. Y la tercera, y verdaderamente preocupante, es que el efecto de las drogas, el alcohol y la adrenalina comienza a difuminarse amenazando con dejar mi cuerpo vacío; el alma de un espantapájaros camino de Oz.

Miro el arma, y le miro a él, y veo al oso al final de esa cadena imaginaria que nos une, e intento buscar algo coherente, la palabra mágica que nos devuelva a la realidad de las cosas conocidas y predecibles.

Es un puto oso panda, el orgullo de nuestro zoo y el hijo pródigo de la ciudad. Un jodido oso sin otro haber en su cuenta que ser el último de su especie. Estas loco, tío, digo finalmente mientras desvío unos centímetros el arma. No es una gran frase, lo reconozco, pero tampoco importa. Me mira sorprendido, parece haberse olvidado por completo de mi, como si el entrar en un zoo a media noche es algo posible de hacer sin la complicidad (el pensar en esa palabra me produce escalofríos) del guarda de seguridad del turno de noche. El peor turno de todos, el destino de los excedentes en las enormes y generosas letrinas del sistema.

Déjame, dice finalmente arrastrando las palabras desde el fondo de su alma condenada. Estoy harto, menea la cabezota a un lado y otro. Quiero destruir algo hermoso, quiero escupir sobre su historia y sus vidas. Quiero que vean a esa mierda de oso agonizar para que sepan que somos los siguientes en la cadena de la evolución. No lo entiendes, continua con la voz atascada por el alcohol sin esperar mi inexistente respuesta. Esta, señala con el arma al recinto, es la idea que tienen de la vida, encerrar todo aquello que han destruido en un puto zoo. Que se jodan, estoy harto, destruyamos todo, acabemos de una puta vez y empecemos de cero. A la mierda ellos, nosotros, a la mierda las ballenas estúpidas que se dejan encallar en la arena y los putos osos comedores de bambú…

Supongo que todo ese discurso tiene que ver con su hermana. Desde aquel día el cubo rubik de su existencia nunca juntó más de dos filas del mismo color. A su hermana le prometieron operarla en el mejor hospital para después usar sus entrañas como comida de gatos. Tranquilo, saldrá de esta le dijeron mientras corrían presurosos a buscar las correas para sujetarla a la camilla cuando la morfina ya no lograba parar el dolor.

Al final me encojo de hombros, entiendo que es algo entre el oso y mi amigo porque, de alguna manera extraña, el oso representa toda la mierda que hemos tragado desde que, siendo niños,  los junkies nos lanzaban piedras en el descampado de nuestro barrio.

Me dejo caer con la espalda pegada a la pared mientras rebusco un cigarrillo en la trasera del pantalón, y ni tan siquiera pestañeo al oír el disparo surcando el aire rumbo a su destino.

12 Comments

  • Ybris

    Magnífico relato.
    Supongo que hay amarguras que nos hacen destructivos.
    Lo que no entiendo es querer empezar de cero.
    A mí me entrarían ganas de no volver a empezar.

    Un abrazo

  • koffee

    Una rabia propia de postguerra, anarquista y rompedora. Muchos no necesitaron salir a jugar por el barrio para tragársela, y encima a la vejez viruelas.

    Hubiera preferido que en lugar del oso se tratara de un enano de jardín. De cerámica, of course.

  • lademarbella

    A veces la desesperanza lo ocupa todo produciendo necesidad de golpear, de hacer daño. Quizas sea una forma de gritar pidiendo auxilio, ayuda. Muy buen relato

  • prazsky

    Conservamos a las especies en peligro no por conservar la diversidad, sino como una forma de mantenernos tranquilos, como una salvaguarda. Si ellos no desaparecen, nos engañamos, nosotros tampoco lo haremos.
    Me gusta ese punto de vista.

  • Beauséant

    Supongo chica triste que te refieres al oso, y es cierto, aunque no tengo muy claro si de verdad era inocente.. A veces uno ve como anda el mundo, y le cuesta creer que alguien pueda ser inocente…

    A veces Ybris uno quiere empezar de cero para no volver a empezar.. Es el problema del eterno retorno que nos explicaba a Kundera. A veces es la simple necesidad de romperlo todo para tenerlo todo lo suficientemente destrozado como para tener que obligarse a empezarlo de nuevo, buscamos así, Eloísa no repetir los errores del pasado, pero me temo que si, que al final acabamos ardiendo en los mismos fuegos de los que pretendíamos huir..

    Por mi perfecto csrce mi pluma siempre ha estado al servicio de quien me quiera pagar, aunque dejase de creer en ellos hace años luz 😉

    Es cierto Koffe, los enanos de jardín se lo merecen mal, y son quizás más representativos, pero sospecho que habríamos perdido fuerza dramática por el camino…La rabia, es la palabra clave, rabia como energía, rabia como única forma de seguir adelante.. Un grito de auxilio lademarbella ..

    El problema prazsky es que los zoos son cada vez más pequeños y nuestras ciudades más grandes.. Quizás nos merezcamos la extinción…

    Mejor, para que voy a vomitar no preguntaré que significa Desconcertantemente bien escrito 🙂 pero casi me caigo de la silla cuando me comparan con el autor de Nana o el club de la lucha.. ¿Sabes? hace mucho alguien me dijo que no le gustaba como escribía Pala porque lo podía hacer cualquiera, le dejé un boli y un papel y le rete a intentarlo.. No pudo, claro 😉

    Muchas gracias Antagonista lo más complicado siempre es mantener el ritmo, y eso no sólo es válido para la escritura 😉

  • Dr. Espinosa

    En la destrucción está el comienzo, dijo un día el super héroe. Entiendo perfectamente lo que sintió su amigo, lo que sintió usted, y como a veces la esperanza es también una amenaza que más vale aniquilar.

    Magnífico relato, espero encontrar el camino de vuelta a su blog.

Leave a Reply to Beauséant

Your email address will not be published. Required fields are marked *