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siempre nos quedará California

siempre nos quedará California

Percibo esa energía extraña nada más llegar a la oficina. Una fuerza telúrica cuyo epicentro, una solida mezcla de sudor, cansancio y comida rancia, parece emerger del cuadrado ocupado por la mesa de mi compañero.

Tras ella se apoya exultante el orgulloso dueño de una calva que brilla intermitente bajo la luz del flexo y un cuerpo regordete del que sobresalen unas extremidades que parecen haber brotado por accidente. Se encuentra feliz allí, ese es su refugio, su zona de seguridad que ha minado con un montón de cartulinas desperdigadas y filas y filas de hojas de cálculo evisceradas sobre la superficie.

Como buen gestor, mi compañero busca con ahínco problemas que no existen para aplicarles soluciones que nunca funcionan y ha encontrado, Dios nos asista, un sistema desarrollado en la soleada California -al menos yo siempre me la imagino bajo un sol canicular- para la “gestión de desarrollos y equipos de trabajo en entornos competitivos”. Casi pueden verse las comillas danzando bucólicas a su alrededor mientras se lanza entusiasmado a explicarnos su última y desesperada idea.

Entorno competitivo, son las palabras exactas que utiliza para referirse a la diminuta oficina situada en la zona menos atractiva de una ciudad de provincias y que sobrevive gracias a precarios contratos con el Ayuntamiento otorgados por algo a medio camino entre la pura lástima y la simple prevaricación. Todos ellos, no lo olvidemos, logrados merced a las sabias gestiones de nuestra amado jefe, compañero de universidad y actor principal en vergonzosas correrías adolescentes junto a la mitad de los concejales y consejeros.

No quiero saberlo y no hago preguntas, pero sospecho que mi compañero apenas ha dormido esta noche para poder tener todo listo a primera hora de la mañana y explicarnos el sistema que, entre otras cosas, ha logrado convertir en millonarios a un puñado de niñatos americanos cuya existencia me era un vacío absoluto hace apenas unas horas. La vida es esa cosa que nunca eliges, ellos allí, tostados al sol en una playa inmensa y nosotros aquí, atrapados en esta ciudad de termómetros suicidas y piedras llenas de siglos, sangre y moho.

La idea ™ es definir tareas, procesos y roles. Aquí pone la mano izquierda sobre un volumen enorme que aún lleva la etiqueta del precio puesto, y a partir de ahí, añade con voz solemne, seguir las instrucciones del libro.

Toma, me dice entregándome una cartulina circular con un dibujo. Tu serás la base de datos, añade con gran entusiasmo, como si esa cartulina fuese la chica más bonita del baile y me hubiese permitido tocarle las tetillas por debajo vestido a la salida de la fiesta.

Antes de poder devolverle una réplica a la altura de semejante honor, termina de reunir todas las cartulinas y se lanza a repartirlas como confeti por el resto de la oficina. En esos cartoncillos lleva resumido nuestro último y más importante proyecto. Aunque a estas alturas ese proyecto se asemeja más a una fosa común donde yacen todos los plazos de entrega entrelazados en un abrazo mortal a nuestra productividad.

Es fácil comprenderle, una vez perdida toda esperanza lo que queda es la fe, y el pobre se aferra a esos cartones como quién arroja una botella de cristal a la inmensidad del océano.

Mi compañera de cubículo levanta una ceja divertida y se pega su cartulina en la frente con saliva. Ella será uno de los procesos encargados de escribir información en la base de datos.

Parece que nos tocará trabajar juntos, me dice y se muerde un labio con picardia.

Digamos una cosa de mi compañero, de gestionar proyectos ni idea, pero como alcahuete no tiene precio.

siempre nos quedará California

12 Comments

  • La chica triste de la parada de autobús

    Ja ja ja ja, grandiosa frase final. Aunque mi parte favorita es ese “La idea ™” 😉 Un abrazo.

  • Ángeles

    Me ha gustado mucho la descripción del gestor, y también la descripción de las circunstancias.
    Me gusta también el tono, entre resignado y desdeñoso, del narrador.
    Y me alegro de que ese narrador obtenga un beneficio de tanta tontería. No hay mal que por bien no venga 😀

  • Toro Salvaje

    Qué bueno!!!
    De lo mejor que he leído en mucho tiempo.
    He padecido cursos de formación donde ineptos parecidos vendían aire a precio de oro pagado por prevaricadores.
    Muchos cursos de esos…
    Lo has clavado.
    Te juro que hoy te mereces UN APLAUSO!!!

  • stand by

    Todos hemos sufrido alguna vez a alguno de estos “ingenieros”, verdad?? Lo más doloroso es cuando, para más inri, vienen sufragados con fondos públicos.
    Qué bien lo has contado, coñe, qué bien!

  • Alma

    Los que creen haber descubierto el agua caliente, y lo peor es que tratan de vendértela… Me ha gustado la velada eronía de tu texto, mucho.

    Un beso y buena semana.

  • Beauséant

    Muchas gracias, Chica triste, todos esos libros se empeñan en eso, en venderte la idea ™, una idea peregrina que poder patentar y, con algo de suerte, vender a un puñado de incautos.

    Siempre me han gustado esas personas, Ángeles, que arrastran un optimismo desencantado. Ya sabes, personas que parecen estar siempre esperando lo peor, pero no dejan de intentar, de buscar y de esperar cosas buenas. No sé, me siento cómodo con ellas porque siempre te enseñan cosas.

    Muchas gracias, Toro Salvaje, al final, si escuchas con atención a esas personas, todo lo que predican es alguna variante de cómo reducir la ración de arroz de tu esclavo y que siga produciendo igual. No hay soluciones mágicas, pero internet y las librerías se llenan de charlatanes con ideas innovadoras que son sólo eso, humo. Es verdad que las personas nos resistimos a los cambios, pero a estas personas se las ve venir de lejos 😉

    Lo peor es exactamente eso, stand by, cuando ese tipo de cosas se convierten en obligatorias y encima se han pagado con el dinero de todos. Y si tienes la mala suerte de se te caiga una factura encima de la mesa con lo que han cobrado entonces dan ganas de ir a buscar el ak47 🙂

    Me gusta esa frase, Alma, le ponemos nuevos nombres a las viejas ideas, les damos una capa de pesudociencia pesudopsicología o lo que sea e intentamos dar el pelotazo. A muchos les funciona, claro, ahora los dioses, el querer creer, son ese tipo de cosas que nos suenan más modernas que el ir a misa los domingos.

  • Jo

    La resignación o la misericordia… jaja igualmente en estos dias noto que me sonrió un poco socarronanente de las cosas porque aunque no vaya a irme a california en escasos tres… me voy hacia la libertad dejando detrás urracas mal humoradas, maloliente ambiente laboral y desdeñoso y una señora del aseo regordeta que nunca le ha gustado su trabajo pero se tiene que aguantar porque no la admiten en otro lugar.

    Yo elijo, al menos

    Me ha encantado

  • Carmen

    Entorno competitivo…a mí me costaría mucho soportar un ‘curso’ así ahora mismo.
    De mí siempre han dicho que era poco ambiciosa,ahora aún menos…

    Qué pérdida de tiempo!
    Pero mira…sirvió para simpatizar con la chica!
    ; )

    Besos y buen fin de semana.

  • Beauséant

    No importa si lo que decide es bueno o malo, Jo, lo importante es poder hacerlo, tomar decisiones y afrontar las consecuencias, no que decidan por nosotros..

    En los pocos tests que he hecho sobre esas cosas, Carmen, siempre he salido como una persona poco competitiva y eso, al parecer, es algo negativo, ya ves… estoy un poco cansado de tanta agresividad, de tanto pelear por las migajas como si nos fuese la vida en ello. Por suerte siempre se pueden sacar cosas buenas de esas situaciones 😉

    Nada, nada, Sakkarah, lo de competir no va con mi persona, espero que sea ella la que se esfuerce un poco 😉

  • Paloma

    Buenísimo el texto. En forma y en contenido.
    Me ha encantado.
    Yo, como tú y como Carmen, de las poco o nada ambiciosas y todavía menos competitiva. Qué pereza!

  • Beauséant

    Muchas gracias, Paloma, me parece que te unes al club. En cuanto la cosa se pone competitiva-agresiva, siempre encuentro un agujero en el que esconderme para no tener que pegarme por cosas que, la mayoría de las veces simplemente me dan lo mismo.

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