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los gatos Fibonacci

Una de las primeras cosas que aprendes en las clases de física multidimensional es como la energía de nuestro universo se distribuye siguiendo la forma de una espiral de Fibonacci. Una energía, nos recordarán, que es incapaz de morir y sólo puede aspirar a transformarse una y otra vez hasta alcanzar el desorden definitivo.

Todo comienza cuando las partículas se asoman a nuestro universo y quedan atrapadas en alguna de las infinitas espirales de las que no pueden escapar. Al final, tras una breve lucha, claudican en un descenso vertiginoso donde alcanzan velocidades cercanas a las de la luz.

Energía, calor, movimiento… trabajo, nos escriben en la pizarra y todos copiamos obedientes.

Los mininos, como criaturas multidimensionales que son, viven con una pata en cada universo de manera simultanea y pueden ver las espirales forjándose ante sus ojos. Sienten esa energía electrizando cada uno de sus bigotes y pueden utilizarla para recargarse, para vivir.

Por eso, cada vez que vemos un gato durmiendo formando un perfecto Fibonnaci contemplamos a un gato acumulando energía para el resto del día. Una energía pura, devastadora si no se administra con cuidado: el más mínimo error de cálculo puede provocar combustiones espontáneas de las que ya hablamos con detenimiento en este otro artículo.

Ese combustible es lo único que necesitan para seguir con sus vidas, nada más. Si dejan perdido el arenero, si maúllan lastimeros ante cualquier lata que abramos o si nos persiguen por toda la casa juzgando y midiendo nuestros actos, no lo hacen para asegurar su supervivencia. No, todos esos rituales los hacen para dotar de un sentido a nuestras tristes vidas.

Los gatos, en su inmensa sabiduría, saben que no existe empresa más noble y elevada en la vida de un ser humano que ser esclavizado por un puñetero micho.

11 Comments

  • Alma

    Ainsssssssssssssssss…dímelo a mí que, hace unas semanas y luego de haber dicho y reafirmado que no tendría otro gato más (el mío ya tiene sus añitos, 15 y obviamente, es la paz hecha gato) me traje una chiquitita de tres meses… puro amor.

    Me encantó leer esta entrada; un beso y buen inicio de semana.

  • Myriam

    No puede negarse que los gatos te seducen y te atrapan con fibonacci o sin, pero te atrapan.
    No en vano son los gatos los preferidos de las brujas.

    Un abrazo

  • Toro Salvaje

    No tengo gatos, ni perros…
    Leyéndote me dan ganas de tener uno… pero no podría soportar su desaparición… deberían vivir más que los humanos.

    Saludos.

  • Jo

    Que genial relación has hecho y ahora bo podré evitar pensar en esto
    Toro debería tener un gato, y tu cederle el nombre de fibonacci
    Las pwrsonas que aman necesitan un gato en la vida y hacer perfección en la spiral de la vida

    Amo tus posts

  • Beauséant

    Así funciona, ALMA, diría que es casi imposible no verle los ojos o escuchar roncar a un minino y no tenerle cariño.. claro, yo he tenido suerte porque son cariñosos, pero incluso los que son un poco cabrones te acaban ganando. Seguro que se llevarán bien 😉

    Las brujas siempre han sabido qué compañías merecen la pena, MYRIAM, y los gatos también, era inevitable que se llevasen bien, cierto.

    Forma parte del pacto, TORO SALVAJE, cuando abrazas un cachorro, por un breve instante, tienes acceso a una visión en la que te contemplas dentro de algunos años llorando su muerte. En el fondo nos enseñan que no debemos sentir ira por los pequeños desastres del día a día ni guardarnos nada del cariño que sintamos. Supongo que en ese sentido nos hacen un poco mejores.

    Es una idea preciosa, JO, me encanta… Un micho que se llame Fibonacci cuando se porte mal y Fibo cuando quieras darle cariño… Toro, ya no tienes excusa … Muchas gracias por tus palabras….

  • Ángeles

    Me encanta cómo has empezado con la física y has ido llegando a los gatos como “criaturas multidimensionales” y todo lo demás. Ya sabía yo que algo misterioso tenían 🙂

  • Carmen

    Fibonacci y gatos…qué buena asociación.
    Tengo alergia a varios animales…no puedo tener.Mi abuela tenía dos gatos y uno de los dos siempre se venía conmigo…yo no paraba de estornudar pero era tan salao…

    Besos.

  • José Luis

    Muy curiosa tu asociación de ideas e imágenes. Nuestras mascotas siempre han sido aves, y pequeñas, pero los gatos saben mucho de la vida, y seguramente son los animales de los que no sabes si van o vienen, si entran o salen.

    Un abrazo

  • Beauséant

    Es cierto, MENTO, algo tienen, quizás es por esa forma de hacer lo que les da la gana y, aún así, seguir siendo adorables 🙂

    El problema, PALOMA, es que lo sabe perfectamente y se aprovecha de ello …

    Puedo estar equivocado en el planteamiento, ÁNGELES, pero es la única explicación lógica que tengo ante ciertos comportamientos 😉

    A eso me refería ahí arriba, CARMEN, que aunque te fastidien de alguna forma, aunque te quiten el sitio donde estabas sentado o no te dejen dormir, es casi imposible sacarlos de la habitación.

    Hay un refrán que resume muy bien a los gatos, JOSÉ LUIS, que dice: un gato nunca se encuentra en el lado correcto de la puerta… Son unos perfectos inconformistas y unos grandes exploradores

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