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lluvia enferma

La lluvia impregnada de química y amarilla como la orina de un enfermo, resbala en gotas suicidas, gordas y pesadas por el gris oscuro de los edificios. Al otro lado, cruzado el nudo imposible de las autopistas, en pleno centro de negocios, las cúpulas cubren todo el cielo y son limpiadas a diario por un pequeño ejército de oficinistas obedientes. Aquí nadie se ocupa de ellas ni de nosotros: las cúpulas desaparecieron apedreadas con maniática precisión por Los Herederos de la Vida Auténtica hasta borrarlas del cielo, y ahora el frío y la lluvia nos golpean con saña para recordarnos que no podemos controlarlo todo.

Pero no importa, al final sólo es lluvia, una lluvia enferma. Abro los brazos y la recibo sobre mi rostro  demasiado perdido en mi mismo para fijarme en la estela plateada de un BMW cruzando la cortina de agua con su quilla de barco de lujo. Dentro habrá tres tipos, sé como funcionan. Dos de ellos hechos a medida de sus trajes oscuros con la arrogancia de una pieza prefabricada, y el otro, el que debe preocuparme, vestido con ropa deportiva y apurado hasta arriba de potenciadores, listo para la caza. No quiero decepcionarte, así que me lanzo a los estrechos callejones como si me azuzase el mismísimo Satanás.

Los minutos siguientes son un montaje de planos cortos que acaban con mi cara aplastada sobre el asfalto mojado y una pistola que zumba a carga máxima sobre mi nuca. No te muevas, me grita desde las alturas poniendo una rodilla sobre mi espalda, aunque eso, el moverme, se encuentre a años de luz de mis pensamientos ¿Te creías más rápido que yo? Habla con el acento de los barrios del norte, haciendo inflexión en las aes y con el tono preciso de voz. Se nota que ha leído el manual; buen chico, no quieres decepcionar a tus amos ¿verdad? ¿Dónde coño lo has metido? Ahora tu voz ha subido una octava, y no puedo evitar sonreír, porque eso sólo puede significar una cosa: no lo habéis encontrado. Los otros chicos, los de las camisas horteras y la tecnología, el software, han husmeado en la Red sin éxito y te han tenido que mandar a ti, pobre imbécil, el hardware, para solucionarlo todo.

[continuará] Lamento dejar las cosas a medias. Espero que sepan perdonnarlo.

8 Comments

  • la chica triste de la parada de autobús

    A eso se le llama crear intriga para enganchar a los lectores… 😉
    A veces me pregunto de dónde salen tantas ideas, tantas descripciones, tantos retratos, tantas sensaciones… y por qué te limitas al público minoritario de este blog. Pero eso ya te lo he dicho muchas veces, y empiezo a pensar que te gusta ser un perdedor, supongo que porque son hombres con suerte.

  • Angus Scrimm

    Me he perdido un poco en el relato, lo siento… a lo mejor me he desacostumbrado a leerte…
    Me gustó tu descripción de los chicos del coche y volver a tu casa.

    Un beso

  • Ybris

    En suspenso quedo.
    Y sin embargo con el placer inmenso de leer una prodigiosa literatura perfecta para un guión de cine.

    Un abrazo.

  • Beauseant

    Lo siento Angus Scrimm , me temo que me he salido un poco del guión y no sé hacerlo muy bien 🙂 Por eso lo he dejado a medias, la chica triste de la parada de autobús , para ver si logro darle algo de sentido. Las ideas tampoco son originales, muchos han escrito cosas parecidas antes. Claro que me gustan los perdedores, son tipos encantandores, además me aterra saber si de verdad soy bueno o malo en algo, por eso nunca hacía los tests de inteligencia y nunca compito por nada..

    Pues nada, Ybris, cuento contigo cuando llamen los de la Warner 🙂

    Al final son todos iguales ,doctor vitamorte, uniformes y uniformados, siempre al lado del poder…

  • gwynette

    A mi también me gustan los perdedores, aunque espero que a “nuestro” protagonista no le pase nada malo, ays!

    Que curioso, a los tipos de las camisas horteras los veía vestidos de Armani 🙂

    Bessos

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