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el cantante

El cantante toca cada noche en ciudades que no conoce para un público que se aferra a los acordes como enfermos colgados a sus botes de pastillas.

el cantante

Nos movemos al ritmo de una música que nos traslada a otros lugares, otras vidas que creímos vivir. Aunque quizás no sean más que simples reflejos de nuestros sueños distorsionados, cerramos los ojos y nos hundimos en un breve momento de escapismo, un instante efímero donde todo parece encajar en su sitio.

El cantante nos mira desde las alturas, mueve la cabeza y empieza a descifrar con su voz el rastro dejado por nuestras viejas cicatrices. Lo hace con el cansancio inabarcable de un anciano que dictase su biografía en el lecho de muerte.

Cuando empuña su guitarra y nos empuja el último bis parece infinitamente triste. Una tristeza dócil y pegagosa como un dulce rendición.

En la otra esquina de la ciudad una mujer agoniza mientras abraza la portada de su último disco. Hay algo de verdad rotunda e incontestable en los gestos de un suicida, y ella ha elegido que su último instante en la tierra transcurra envuelta en una canción que habla de una chica triste que piensa seriamente en su reencarnación.

Todos nos sentimos un poco fuera de lugar cuando se encienden las luces de la sala y unos tipos aburridos nos arrastran con firmeza hasta el exterior. Parpadeamos, ciegos e indecisos y nos miramos un poco avergonzados ahora que se ha roto el extraño vínculo que nos unía.

Alguien me pasa un cigarrillo que enciendo sin ganas y agradezco con un gesto. La mayoría nos conocemos de vernos en otros conciertos, nombres, caras y gestos fáciles de olvidar. Entre todos ellos compruebo que no aparece el de mi vecina de un piso más arriba. Una mujer pequeña y agradable que parecía estar siempre camino de otro lugar y a quien había dejado el último disco unos días atrás.

Había prometido acercarse al concierto, pero quizás encontró cosas mejores que hacer.

6 Comments

  • Beauseant

    Loriga, sobre todo el primer Loriga, me cambió la forma de entender la literatura, Borja, supongo que hay autores que si los lees en el momento adecuado, pueden cambiarte la visión del mundo, ¿verdad? Me ha gustado que me lo hayas recordado 🙂

    Esa, querida duquesa de Katmandu es una palabra muy grande para un sitio tan pequeño…

  • María

    La música rompe o repara, une o desintegra, reanima o te liquida como la literatura…me gusta cómo escribes aunque lo que viven tus letras duela un poco.
    Cuídate y no esperes a tu vecina, se te hará tarde y te quedarás helado 😉

  • Brisa

    Cuando has respirado música alguna vez, entiendes que la música no se compone solo de notas sino se construye a latidos, en una especie de danza invisible, entre el músico y el “musicado”

    Imagino que eso acaba creando adicción, como tus historias.
    Un abrazo fuerte ¡

  • Beauseant

    Aprender a no esperar es uno de los secretos de la vida, María.. No sé, es extraño, supongo que sólo queremos leer, escuchar o incluso escribir cosas que no son alegres, ¿no? Debe tener algo con que ver con la propia existencia de la literatura..

    Me hubiese gustado haber usado esa metáfora, Brisa la de la música construida a latidos.. A veces parece que los tipos de ahí arriba sólo tocan para ti, ¿verdad?
    Un abrazo …

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