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el Apocalipsis según mi gato

El mundo de mis gatos es un mundo pequeño. Abarca las diferentes habitaciones de la casa -que recorren en orden siguiendo extáticos la posición del sol- y la valla del jardín trasero por la que desfilan como centinelas desde el comienzo hasta el final de la propiedad. Esa valla representa el finis terrae de todo su territorio, desde allí, antes de que al aire intentase asesinarnos y nos recluyesen en nuestras casas, se veía el camino comunitario lleno de niños en bicicleta y parejas furtivas de jóvenes buscando el anonimato del atardecer.

Mis gatos pasan las horas subidos en esas vallas observando entretenidos el ir y venir de las personas y el vuelo errático de los pájaros. Unos pájaros a los que en sus años de cachorro miraban con unos ojos llenos de hambre y que ahora, con el paso de los años, han convertido en una expresión de indiferencia, una especie de sabiduría zen que se me escapa.

En el mundo de mis gatos no queda espacio para las noticias que vociferan cada día desde la vieja radio de la cocina y que sigo de manera puntual, encogido y asustado como a la espera del golpe definitivo. Ellos no llevan el feroz recuento de los muertos ni han quedado atrapados en una sensación de irrealidad. Su mundo tiene unas reglas mucho más sencillas, ni tan siquiera tienen que entenderlas para cumplirlas.

Aún así creo que algo sospechan. En las últimas semanas que hemos pasado tantas horas juntos veo asomar a sus ojos una pregunta que no se atreven a formular.

Creo que han comprendido que al final lo hemos hecho. Hemos destruido todo en nombre del progreso y la naturaleza, ese ente sin rostro, se ha limitado a recordarnos con indiferencia lo poca cosa que somos para ella.

Cuando nos permiten ver el fuselaje del mundo, el montaje tras el escenario, nos asustamos, corremos despavoridos a poner delante cualquier cosa que pueda taparlo. Algunos pondrán sus trabajos, sus hijos o su fe con la misma convicción con que otros presentaremos un puñado de letras y unas cuantas fotografías que en su momento nos parecieron importantes. Cualquier cosa vale para no reconocer el vacío inmenso que nos rodea.

Y ahora que nos hemos quedado sin excusas hemos perdido también las palabras. Nos enfrentamos a la ingravidez de nuestro paso por el mundo sin nada con lo que poder enfrentarlo. Así de frágiles somos.

Mis gatos, con toda su indiferencia zen, lo intuían. Presentían a la altura de sus bigotes el fin del mundo y de alguna manera llevan toda la vida preparándose para ello.

Porque los gatos, si hay una cosa en la que de verdad creen, es en el Apocalipsis.

14 Comments

  • Alma

    Extraordinario texto y las fotografías mucho más.
    Me sucede algo muy paradójico con tus palabras… las leo mientras tengo delante uno de mis gatos, el mayor. Gatton con sus más de 15 años es exactamente así… es más, si el que bostezara en la primer foto fuera blanco, podría ser él seguramente… él y sus paseos por el jardín; él y esa filosofía zen con la que nos mira… pero luego miro hacia el otro lado, y la veo a ella, la que llegó a principios de año, con esa carita manchada y expresión de osito más que de felino. Ella no deja de correr, de saltar por todos lados, cada día es una conquista nueva (un mueble más alto, bajar y subir sola por las escaleras, un árbol diferente donde probar sus uñas…) …y esos ojitos, que de tan oscuros dentro no se notaban y fuera se convierten de un celeste transparente, y están llenos de curiosidad y, por qué no, de esperanza…
    Tal vez sea sólo lo que deseo ver, mi último intento antes de claudicar por completo ante una raza humana que deja mucho que desear… quién sabe.

    Un beso.

  • María Dorada

    Qué buena entrada sobre tus gatos. Te diré que la mía siempre a mi lado, no se separa de mí, a cada habitación que vaya, detrás mío, mejor dicho delante jajaaj. Está pendiente de mí en todo momento. Cuando estoy sentada viendo la tv, como hasta ahora mismo, la tenía a mi lado, mirándome, como si intuyera que algo me ocurriese, tan solo la falta hablar. Y yo de mi gata percibo que está contenta más que nunca porque está más acompañada que nunca, pero siempre al acecho, como si en lugar de cuidarla yo a ella, me cuidara ella a mí. Duerme conmigo, amanece conmigo, me despierta, me muerde, juguetea, yo la acaricio, la abrazo, jugamos a la pelota, y no veas cuánta compañía me hace. Yo que pensaba que los gatos eran ariscos. Y son todo lo contrario. Eso sí, muy independientes cuando a ellos les da la gana jajaja.

    Un placer leerte, en este otro día de confinamiento que nos une en estas ventanas más que nunca.

    Un beso enorme.

  • Nuria Ruesta Zapata

    Hermoso y reflexivo post. También tengo gatos en casa y una perrita. Cuando veo sus ojos tristes, comprendo también que sienten lo que está ocurriendo. Nos sentimos cada día más vulnerables y nuestra única herramienta para relajar la mente, es hacer lo que más nos gusta… Escribir.
    Te dejo un abrazo y mucho ánimo.
    Saludos desde Perú.

  • ge minúscula

    Lo tenemos todo (?) y queremos (de) todo, nunca tenemos bastante, a eso nos ha llevado el progreso (?). Vivimos una falacia acomodaticia. No sé cómo se nos ocurrió construir(nos) tanta desgracia junta.
    Los felinos del barrio tienen otro pelaje en estos días…

  • Beauséant

    Muchas gracias, **ALMA**, creo que cuando hablamos de gatos siempre parecemos un poco locos. Al principio me resistía a contar cosas sobre ellos por ese motivo, ahora ya me da un poco lo mismo. Lo cierto es que tienen una forma de estar sin estar muy extraña. De un perro esperamos una devoción absoluta, sin juzgar y en todo momento, con los gatos, no sé, es como que no te necesitan, pero te necesitan… es una especie de chantaje emocional que nunca les acaba de salir muy bien.
    Con los años cambian mucho, es verdad, se vuelven más reflexivos, más sabios, de nuevo parece una locura, lo sé.. pero es exactamente como los describes…
    Cuida mucho de ellos, aunque no lo parezca, te necesitan a ti tanto como tú a ellos 😉

    Me alegra ver que nos hemos reunido un club de fans de gatos, **MARÍA DORADA**. Deben estar muy extrañados en estas fechas, ¿verdad? Tan acostumbrados a tener la casa para ellos, a seguir sus rutinas sin ser interrumpidos… pero es verdad, yo creo que lo agradecen, en seguida se adaptan y te reclaman… Quizás, cuando todo esto pase, sea una de las cosas que echaré de menos, el no pasar más tiempo con ellos. Supongo que es cuestión de suerte, he conocido gatos que no querían ser domésticos, en todas las camadas siempre sale algún minino que busca al humano, que le pide cosas y siempre hay algunos que no, que nunca los podrás tener en casa.

    Tiene buen ojo tu benjamín, **MENTO**, además, al estar tan cerca del suelo seguro que es capaz de sacar fotos desde un punto de vista diferente.. lo mismo te retira y todo gracias a su arte 🙂

    Mi mecanismo de defensa contra las cosas que no entiendo, **NURIA RUESTA ZAPATA**, es una especie de aceptación / negación. Por un lado es eso, una sensación de irrealidad, de que todo esto es una tremenda broma, y por otro aceptar que, dentro de lo malo, tengo suerte de estar bien y de que tengo tiempo para lo que dices, leer, escribir y pensar un poco… Muchas veces se nos olvida algo tan sencillo como eso, ¿verdad?
    Un abrazo.

    Mis gatos, **TORO SALVAJE**, serían una especie de dictadores benevolentes, con algunos caprichos extraños, pero bastante soportables… quizás no sea un mal cambio, visto lo visto.

    Hemos ido asumiendo las cosas, **GE MINÚSCULA**, así de sencillo. Casi nada nos ha sido preguntado, simplemente ha ido viniendo y hemos convertido en nuestras ideas que salieron de otros lugares. Supongo que era lo más sencillo, una forma de no pensar, pero claro, tenía sus inconvenientes.

  • Paloma

    Tu texto es muy bueno, así que no te has quedado sin palabras. Pero es verdad que cuesta escribir. Estamos todavía asimilando lo que sucede y cualquier otro tema parece estar de más.

    ¡Qué sabios son los gatos!

  • Ángeles

    Excelente texto y preciosas fotos.

    Yo no tengo mascotas, pero vienen pájaros a mi terraza todos los días. Y los observo y me pregunto qué pensarán, o sentirán, o intuirán, cuando vean lo raro que se ha vuelto el mundo, tan solitario, tan silencioso, tan limpio. Debe ser desconcertante para ellos, aunque en el fondo creo que estarán encantados.

    Saludos.

  • MUCHA

    Me ha encantado el texto Aunque los gatos me gustan de lejos
    Donde vivo hay muchos afuera y la gente los cuida y les da de comer. Y yo de lojos los miro cuando camino en la noche mirando la luna

  • Beauséant

    Es cierto, **PALOMA**, todas nuestras antiguas preocupaciones ahora parecen tan poca cosa que nos da hasta un poco de vergüenza confesarlas 🙂 Palabras siempre tengo, montañas de ellas, mi problema es más intentar colocarlas en su sitio y que digan algo…

    Muchas gracias, **ÁNGELES**, los animales suelen acostumbrarse muy rápido a las nuevas situaciones. Supongo que nunca asumen nada, cada día es para ellos un nuevo comienzo. Y sí, en el fondo deben estar felices de recuperar su territorio aunque algunos se han vuelto cómodos y seguro que ahora lo pasan peor para encontrar comida.

    Es que depende del gato, **MUCHA**, esos dos de las fotos seguro que te encantarían, no tienen maldad ninguna y son muy zen 😉 Por la noche es otra cosa, es verdad, por la noche los gatos son otro animal diferente, mejor no fiarse de ellos….

  • Myriam

    Preciosas las fotos de tus gatos.

    Bueno, hasta lo malo lleva cosas buenas.
    Este es un buen tiempo para introspección, mimos y mucha lectura.

    Un abrazo y paciencia.
    La Naturaleza respira gozosa con este “apocalipsis”.

  • Jo

    Cuando fue la primera emergencia sanitaria, habia escrito algo sobre lo que dura la eternidad.. Esto lo ha superado con tantas cosas terribles y parece que no podenos entender los gatos deben ser expertos en ello y no había reparado…
    Seguramente les ha de extrañar que esté con mis gatitas ahora ppr tanto tiempo, a diferencia de que pudieran incomodarse porque ahora esté invadiendoles sus espacios se han vuelto demandantes de mimos… mas de una ocasión se quedan mirandome.seguramente con un montón de preguntas

  • Beauséant

    Tenemos esas dos opciones, **MYRIAM**, volvernos locos en nuestras ruedas de hamster y empezar a girar en ellas hasta caer rendidos o quedarnos quietos un momento, reflexionar sobre algunas cosas y tomar fuerzas para afrontar las que vendrán… estoy intentando la segunda, aunque de vez en cuando hago la primera (eso también lo he aprendido de los gatos) 😉

    Creo, **JO**, que los gatos son los campeones de la adaptabilidad, intentan imponer con todas sus fuerzas lo que quieren, pero en caso de no conseguirlo se quedan con lo que hay y lo incorporan a sus vidas con total naturalidad. Ahora es el momento de los juegos y de los mimos, aprovecha

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