leer,  mirar

1/125

En el exterior la gente pone todo su empeño en divertirse y lo han convertido en una tarea que requiere toneladas de alcohol para volverse real. Es la única forma de lograrlo.

Siempre es así, tras cada rostro abotargado, en cada uno de esos gestos fuera de compás, reposa una energía soterrada, una especie de furia alcohólica que espera la más mínima chispa para saltar por los aires. Así son todas las fiestas en los pueblos que logro recordar.

Ella es la única fuera del papel asignado. Ha sonreído un par de veces a los conocidos, ha mirado contrariada un par de veces el móvil a la espera de una señal que no llegaba y ahí se ha quedado, con la mirada perdida contemplando a los relojes dar vueltas.

Me deslizo como un francotirador, ligeramente agachado en busca de la mejor posición y conteniendo la respiración en cada movimiento. Un mar de piernas se cruzan ante el objetivo impidiendo el disparo pero no tengo prisa, las fotos se hacen, me digo medio en broma, no se toman. Tomo aire, me pongo rígido y disparo en el momento exacto. Un único disparo, nada de ráfagas. Las ráfagas van en contra de un código de cuya existencia nunca soy consciente pero que cumplo como si de verdad fuese importante.

Entre mis manos tengo una cámara digital, rápida y silenciosa. No dispara, susurra y, aún así, ella levanta la cabeza y me localiza entre la multitud con el ojo aún pegado al visor.

Escondo la cabeza como una tortuga avergonzada y finjo buscar algo entre los botones de mi máquina esperando ser mejor fotógrafo que actor. Aunque no es algo que me importe ahora mismo porque tengo lo que buscaba, ha sido una buena cacería.

Los metadatos de la foto me confirman que es una foto hecha a una velocidad de 1/125 segundos… 0.008 segundos, apenas un parpadeo. Pienso en los grandes fotógrafos que apilan negativos, letras e historia entre las estanterías de mi piso. ¿Qué es lo que conocemos de ellos?, ¿cuánto abarca su obra reconocida?, ¿125 fotos como máximo?, toda su obra cabría en apenas uno de esos segundos. Entonces, ¿es eso lo que dura la inmortalidad?, lo máximo a lo que podemos aspirar. 250 fotos serían una gran obra, algo al alance de los elegidos y, aún así, nada, dos segundos y después el vacío, el más completo olvido cayendo como ese telón sin letras de crédito que es la muerte (*).


(*) Reflexión copiada de una entrevista a William Klein (documental Contacts)

16 Comments

  • Alma

    Al inicio me he sentido como esa protagonista, es lo que siempre me ha pasado y sentido… pero a medida que iba leyendo, hubo otras cosas que llamaron mi atención; y esa pregunta, casi al final, sobre cuánto dura la inmortalidad, aún resuena en mi cabeza. A veces hace falta tan poco… y otras, no hay nada que sea suficiente.

    Aunque hace rato que no te comente, siempre te leo y siempre es un placer hacerlo. Un beso y buen inicio de semana.

  • Paloma

    Esa inmortalidad a la que aspiramos es solo una ilusión, el vacío siempre está debajo.

    De todas formas, una vez muertos, ¿qué más nos da si no nos vamos a enterar?

    Me hace gracia que los fotógrafos hablen de “capturas”, como si fueran cazadores de instantes.

  • Jo

    ¿Cuanto durará la eternidad?
    ¿ caduca la.imaginación? Un disparo y captar todas las emociones posibles un segundo. No cualquiera

  • Mento

    La llave en la cerradura es muy del Sur… (😅☺☺)
    La eternidad puede estar encerrada en un clic y también en el instante de contemplar nuestras descendencias disfrutando. Poder captar esos momentos bien merecen la inmortalidad. Volver a ellos con una sola ojeada… no tiene precio.
    Saludos.

  • Beauséant

    Lo bueno de esconderse tras una cámara, Alma, es que puedes estar en esos sitios y no te sientes fuera de lugar 😉
    Supongo que esas preguntas nos las hacemos todo el mundo en algún momento, sospecho que la forma más rápido de contestarlas es tener hijos.. otras veces, bueno, otras veces quedan sin respuesta.
    Gracias por pasarte 😉

    Así es Noelplebeyo, la lente nos observa, pero el truco es que no nos demos cuenta. De esa forma no dejamos de comportarnos como somos realmente.

    Eso es cierto, Paloma, da lo mismo, es indiscutible.. y aún así, no sé, parece que todos queremos dejar algo detrás, ¿no? Un pequeño hito en el camino, un “yo estuve aquí” por más que no sea necesario.
    Creo que hablan de capturas para quitarle importancia a la máquina, para que realmente parezca un trabajo, una idea concebida y puesta en marcha y no un disparo lanzado por casualidad.

    Siempre he sido más de acumular preguntas que de contestar cosas, Jo.. Voy apilando dudas, temores, errores y preguntas… algún día sabre que hacer con todo eso… algún día.

    Eso es verdad, Mento, el problema es que creo que ahora tenemos saturación de “instantes”. Antes la foto era algo excepcional, era caro, requería un proceso y eran complicadas de compartir. Ahora nuestras vidas se llenan de imágenes que no volveremos a ver, que desaparecen en un scroll… Siempre que hago fotos intento hacer pocas, quedarme con las que realmente me dicen algo… Así si tiene algún sentido volver a ellas, ¿no?

  • Mento

    Sí, es un buen método. Y me has recordado mi niñez y mi adolescencia. Recuerdo a mi madre siempre intentando inmortalizar mis momentos. Pocas fotos, buenas, ella me enseñó a responder antes de disparar, preguntas tales como: ¿para quién o por qué? Hoy, aun me siguen ayudando esos pequeños detalles a no ser víctima de ciertos consumismos o modelos de conducta social.

  • Beauséant

    Un placer verte por aquí, VIrgina… y muchas gracias 😉

    Yo no tuve esa suerte, Mento, aprendi un poco a base de probar y fallar… Supongo que antes, cuando los negativos eran limitados y caros, era más fácil hacer menos fotos 🙂 Lo del digital, el poder ver la foto nada más hacerla, es un vicio 🙂

  • Anonymous

    Yo soy cero fotogénica y siempre me escondía cuando veía una cámara…
    Ahora muchas veces me pregunto por dónde andarán mis caras de loca, porque no hay manera de saber quién en cualquier momento te hizo una foto. O de entre esa multitud de personas, uno está ahí, allí en medio.
    Sin quererlo, sin saberlo. Y te pillan. Mirando al tendido, haciendo muecas, haciendo algo que no debería ser inmortalizado, porque no tiene nada de importancia…
    Pero ahí están esas fotos.
    La realidad es que no sé si perdurarán en el tiempo, ahora todo lo dejamos en la nube de internet y pocas cosas se imprimen. Si un día esto se termina, no habrá nada inmortal…se perderá todo.

    Te mando un millón de abrazos.
    Estoy desaparecida en combate, pero siempre me gusta leerte.
    Besos

  • Beauséant

    Me has hecho sentir un poco culpable, MAMAN BOHEME, no soy de hacer fotos a escondidas, en realidad no soy de hacer fotos a personas en un primer plano, pero esta foto, no sé, no me habría gustado irme sin hacerla… ¿te imaginas que un día se encuentra ahí, en un sitio desconocido una foto suya? Y, como bien dices, ahora es imposible desaparecer, todo es nube, todo se publica…

    Te había perdido el rastro, así que me alegra tu comentario

  • Carmen

    Me gustan los fotógrafos que captan “ese” instante,lo de las ráfagas es tan impersonal…
    El instante cuenta cosas,le da el alma a la fotografía.

    Buena semana!

  • Beauséant

    Las ráfagas tienen su utilidad, Carmen, pero es cierto que no me hago con ellas, prefiero perder una foto que disparar así, la verdad. Supongo que en deportes o eventos puede ser obligatorio, pero no hago de esas cosas. Como bien dices, parece que se pierde un poco del “instante”

    Gracias

Leave a Reply to Virginia

Your email address will not be published. Required fields are marked *