leer,  mirar

hijo de dios

hijo de dios

Es una iglesia gótica llena de piedra, siglos y luz, indistinguible a mis ojos de otras muchas catedrales que se desperdigan por la guía turística que llevo guardada en el bolsillo. Pero esta es especial, esta tiene su propio guardián: un gato macho de color negro que se pasea indolente entre los bancos.

Lo he visto desde lejos y nos hemos citado en la nave central ante un enorme retablo plagado de oro y arabescos. El gato posa su mirada en las esculturas dolientes, luego me mira y luego otra vez vuelve sus ojos al retablo. Es una mirada de curiosidad e incomprensión hacia los humanos y sus artefactos. Todo ese derroche, toda esa necesidad de añadir una línea en algún gastado libro de historia es algo totalmente ajeno a la lógica de un felino.

En esa pelea de miradas que hemos establecido desde nuestras posiciones el micho sale perdedor y decide seguir su recorrido por la iglesia. Camina haciendo equilibrios entre las sombras y las zonas de luz que escupen los rosetones. Desde mi sitio observo como balancea su cuerpo cerca, muy cerca de las zonas iluminadas, siempre parece a punto de tocarlas y en el último instante endereza el rumbo y sigue por las zonas umbrías. Es un juego extraño y un poco estúpido pero parece empeñado en no perderlo.

El curita, porque había un párroco agazapado tras el confesionario que no había visto hasta ahora, sigue sus evoluciones y aferra con un mano un rosario de marfil y brillantes y, con la contraria, lanza airados conjuros cargados de fuss y rass para intentar espantar al felino de sus dominios. El minino, sobra decirlo, le ignora como sólo puede ignorarte un minino.

El vicario no ceja en su empeño, eleva el sonido de sus plegarias y se apoya sobre las vetustas maderas del confesionario que se quejan y crujen por el peso de su enorme anatomía. El gato sigue su paseo sin desviarse un milímetro de la línea trazada. Al llegar al final, con un salto a traición que apenas hemos podido vislumbrar, se planta encima de los bancos mirando con ojos enormes y ambarinos al cura que, cogido por sorpresa, dibuja una expresión de puro terror en su rostro y casi se cae de culo de vuelta al interior del confesionario.

El felino, cumplida su misión, se posa sobre el suelo y se encamina hacia la salida.

Os juro que el muy cabrón iba sonriendo.

13 Comments

  • Jo

    Que reseña tan peculiar me gusta mucho cuando describes cada milímetro de los instantes y de un hilo vas tejiendo hasta dar el giro de tuerca

    Eres como un alma de gato escribiendo 😉 no?

  • Beauséant

    Sospecho, Toro Salvaje, que el curita le estaba rezando al dios equivocado. Por eso yo les rezo a todos 😉

    Muchas gracias, Jo, has descubierto nuestro pequeño truco: todos los textos son revisados por un comité de gatos, y sólo se publican aquellos que ellos deciden. Por eso nunca hablamos mal de los gatos a pesar de que sabemos que los gatos tienen planeado xxxxxx y que son todos unos xxx xxx y xxxxxx. Eso sin contar, claro que ellos xxxxx xxxx, xxxxxxxxxxx, xxxxxxx

    Un abrazo a ambos, gracias por la visita

  • Beauséant

    Muchas gracias, Carmen, cada gato tiene su personalidad, a mi me gustan como los del texto, nobles pero un poquito cabrones. Sólo ellos, myriam, pueden demostrar con tanta elegancia su desprecio por la autoridad.

  • Kadannek

    Me siento rara con esta muestra de euforia, pero…: ¡Bravo! Excelente narración, totalmente atrapante. Me sorprendió que, pese a los acontecimientos simples se sintiera intensa y misteriosa. Como si hubiese algo predestinado o todo lo contrario, casi un absurdo insolente. Me causó mucha gracia el trayecto e indiferencia de ese gato.
    Por cierto, la foto es fascinante y quiero confirmar ¿tú la tomaste? porque hay que felicitar al autor. Encajó perfecta junto al texto.

    Me voy con una satisfacción tremenda cuando casi acaba este Domingo.
    Saludos.

  • Beauséant

    Cada gato es de una manera, eso es verdad, Maria Perlada, los perros siempre me han parecido más uniformes, ¿no? Lo curioso es que por cabrones que sean lo hacen con tanta elegancia que es muy complicado que te caigan mal…

    Muchas gracias, Kadannek, me gusta esas historias que empiezan con una tontería y acaban desembocando en algo que no tiene nada que ver con la historia. No he sido consciente, pero seguro que muchos de esos autores que con tanto ahínco leo escribieron algo parecido y mucho mejor. A veces creo que ya esta todo escrito, que no queda nada por decir por mucho que nos empeñemos 🙂 ¿la foto?, sí, esta foto y todas las que aparecen en el sitio son del artistadelalambre ™, pero no quiero engañarte y, ahora que no nos lee nadie, te diré que el gato no estaba, faltaba y no estaba, ¿te lo puedes creer?, así que lo puse… es una pequeña trampa, espero que sepas perdonarme, a ti no podía engañarte, a ti no.. Un abrazo..

    La inteligencia gatuna, MARÍA es casi, casi una filosofía, podrían enseñarnos muchas cosas, pero son tan listos que no lo hacen, prefieren dejarnos en la oscuridad. Así de listos son 😉 Muchas gracias por tus palabras, supongo que escribimos para intentar escuchar esas cosas, gracias…

  • MUCHA

    te leo en silencio mientras la tormenta va pasando y el agua se va filtrando tras los vidrios al pasar
    Te leo y sin comentar disfruto
    los alambres de tus hilos que vas creando al crear

  • MUCHA

    Tus historias salidas de tu mente
    masculina llenas de magia que nos hacen pensar
    Tus historias con sabores diferentes de cuentos que no existen solo en tu imaginación
    y te leo aunque no me gustan los gatos a luz de una vela cerca de un farol
    Besito y good night querido

  • Kadannek

    No hay que perdonarte nada, no fue un engaño, fue magia. Lo agradezco porque me permitió entrar por un portal enigmático y vivir de cerca la historia, el encuentro entre todos los personajes.. y ese gato mago.

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