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cincuenta y siete vacas

cincuenta y siete vacas

 

En el pueblo quedan cincuenta y siete vacas, ocho perros y quince vecinos. En cuanto a bondad e higiene corporal las vacas van ganando por goleada.

Lo afirma con una sonrisa que no logra ocultar toda la amargura de quien creyó nacer en el lugar equivocado y ha pasado toda una vida intentando demostrar que tenía razón.

Consiguió escapar de aquel lugar siendo muy joven, apenas era una niña cuando empezó a trabajar en casa de unos de los propietarios de las fábricas que empezaban a florecer a las afueras de la ciudad. Fabricas enormes de ladrillo que lanzaban penachos de humo negro al aire y engullían campesinos de hombros caídos y del mismo color de la tierra.

Puedes escapar del pueblo, es su frase favorita, pero el pueblo sigue dentro de ti. Te limita y te define como una maldición. Es como llevar la marca de Caín.

El dueño de la fábrica tenía dos hijas, torpes y estúpidas como trozos de madera. Vestían las mejores ropas y recibían la mejor educación. Yo, que apenas había podido encontrar dos libros completos en la escuela del pueblo, acabe ayudándolas con los deberes. Adivina quién triunfaría en la vida.

Pero si dices eso delante de los de arriba parece que les estás mentando a la madre. Nadie quiere reconocer que le ha tocado la lotería por haber nacido en el lado bueno de la linde, ¿verdad?.

Perdona, añade enseguida, debo parecerte una vieja amargada. Baja la cabeza avergonzada y nos quedamos en silencio.

Hoy es el día de su cumpleaños. Nos hemos sentado en el pilón que presidía la plaza y que en tiempos servía para abrevar el ganado y hoy se encuentra seco como una metáfora sobre el paso del tiempo. Si hubiésemos caminado un poco más habríamos llegado hasta la vieja casa de sus padres, situada justo en el limite del pueblo. No ha querido avanzar más, dice que no le gustaría ver aquella ruina comida por la vegetación.

Quiero hacer las paces, me dijo cuando estábamos metiendo las maletas en el coche. No me queda mucho tiempo y no quiero pasarlo sintiendo odio. Incluso he intercambiado alguna carta con una de las hijas del dueño. Siempre habla de él como el dueño o el señor, casi nunca usa su verdadero nombre. Ahora trabaja en Londres, se ha casado y tiene dos gatos. No parece una mala vida, concluye mientras mira los cristales de los coches llenos de lluvia.

¿Sabes?, jure no volver nunca a este lugar. No lo hice ni el día que murió mi madre, tú lo sabes. Asiento sin decir nada porque, ¿qué podría decir? No soy más que un espectador de su recorrido vital. Me mira con ojos glaucos y juntamos nuestras manos en silencio.

La tarde empieza a decaer y se oyen los sonidos del campo. Parece que todas las piezas han encajado en su sitio y no podemos hacer otra cosa que contemplarlas en silencio.

La última parada la hicimos a la salida del pueblo, en una de las fincas al lado de la carretera junto a un puñado de vacas que pastaban indiferentes.

Quizás deberíamos aprender de ellas, dijo mientras les daba el último trozo de manzana que había ido partiendo con la navaja y que las vacas, obedientes, atrapaban con sus lenguas enormes y prensiles.

Nunca supe a que se refería. Toda una vida a su lado no hice más que acumular silencios y cuando aparecieron las preguntas ya era demasiado tarde. No quedaba nadie para contestarlas.

 

cincuenta y siete vacas

12 Comments

  • Mucha

    Me has encantado!!!! Cada momento un sentir de tu alma…
    Cada letra una rebelión
    “inside you”
    Cada deseo es lo que ves y vas creando
    del hilo de tus pensamientos
    en un amanecer sin dolor

  • María

    Te ha quedado una extraña historia redonda. No sabría decirte si la sensación que transmite es de resignada aceptación o de melancólica despedida … como si esta mujer volviera para reconciliarse con los fantasmas de su pasado pero una vez allí, no tuviera gran cosas que decirle. A mi no me gusta regresar nunca a los lugares donde fui feliz, pero aun menos a los que no lo fui… tb es verdad que no guardo malos recuerdos de ninguno así que lo tengo fácil en caso de volver .. y esas vacas ¿qué imagines tan sugerentes … et miraba fijamente, no hay duda ; ) ¿ te cuento una cosa? cuando estudiaba derecho antes de llegar al campus había unos prados llenitos de vacas pastando que en época de exámenes yo miraba embobada deseando ser una de ellas y no sufrir la angustia de los exámenes .. ahora las miro y me parecen seres anodinos, lentos, parsimoniosos pero ya no me dan envidia … si a caso solo por esa paz de rumiante que no sabe de estrés ; )

    Genial relato, como todos los tuyos.

    Un beso graande BEAU !

  • Beauséant

    Gracias, Mucha, vamos dando pasitos, y poco a poco nos conocemos a nosotros mismos, queda por ver si eso es bueno o malo 🙂

    Yo también lo creo, Toro, pero no estoy seguro que de que sepa hacer algo con esa sabiduría. A veces el saber cosas no ayuda, sólo hace daño…

    Creo que es lo que dices, María, intentas hacer las cosas bien, estar en paz con un pasado que te atormenta, pero nunca acabas de conseguirlo. Por eso siempre intento huir de lo que fui, fuese bueno o malo. Volver sobre nuestros pasos en busca de cosas que ya no existen es una forma cruel de perder un tiempo que tenemos muy limitado. Lo de las vacas es otra cosa, a mi me gustan, me parecen que a su manera tienen su propia filosofía 🙂 Son, además, unos bichos muy maltratados y poco queridos.. Eso sí, no se si querría ser vaca, eso ya no lo tengo tan claro.. Habría que preguntar a Toro cómo le va 😉

  • Jo

    si fuera este lugar la India seguro que habría muchas, muchas, en general creo que comprendemos muy poco nuestra propia condici+on que maltratamos a otras especies que sin deberla, tiene que cargar con la responsabilidad de muchas cosas que ni escogieron.

    ser animal, creo yo de cualquier especie en este mundito…. si es cruel verdaderamente
    ojalá mejor quedaran 57 humanos pero de esos de calidad.

    ….

  • Beauséant

    La palabra humano, Jo, la hemos ido desvirtuando hasta que significa muy poquito.. nos hemos acostumbrado a imponer nuestras leyes sobre una naturaleza que, no nos engañemos, hace lo posible por quitarnos de en medio.. Buscar ese mágico punto de equilibro es ya imposible, me temo. Sólo nos queda sentarnos a ver las consecuencias de nuestros actos…

  • Alfred

    Siempre he considerado a las vacas como unos seres que saben captar la filosofía de la vida de una forma auténtica. La mujer que nos muestras al final se da cuenta.
    Saludos.

  • Anonymous

    Tu relato esta lleno de preguntas pero las respuestas están a la vista, ella con su ojos glaucos dijo todo.
    Excelente.
    Abrazo

  • Beauseant

    Las vacas saben muchas cosas, Alfred, pero como nunca les preguntamos, dejamos escapar la oportunidad de aprender de ellas… La mujer de la historia intuye las cosas, nunca llega a saberlas, por eso siempre duda. Y eso, Anonymous, que como dices, las respuestas están a la vista.. quizás hagan falta unos ojos glaucos y muchas historias en la espalda para poder entenderlas y entonces, entonces suele ser demasiado tarde para entender nada.

  • Vanessa

    Como dice una canción…”Al lugar donde has sido feliz, no debieras tratar de volver”,, aunque a veces no podemos evitarlo.
    Besoss

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