leer,  mirar

10.000 fotografías

Hace años era más complicado verlas, pero desde que han convertido su hábitat en un espacio protegido las cabritas se han ido adueñando del territorio y es muy sencillo localizarlas. Suelen ir en grupos y parecen vigilar el paso de las montañas entre divertidas y curiosas ante el constante trasiego de humanos.

Me había sentado en un lugar apartado del recorrido señalizado y estaba intentando escribir algunas líneas en este cuaderno cuando me sentí observado. Ya sabéis, esa luz de alarma que nos avisa cuando alguien nos mira fuera de plano. No me equivocaba, al levantar la vista ahí estaba, una de esas cabritas con sus ojos siniestros fijos en mi. Los ojos de los chivos siempre me han parecido malvados, en cierta manera insondables. Quizás se deba a ese abismo horizontal que atraviesa unas pupilas demasiado amarillas.

Moví la cabeza a modo de saludo y enseguida lo interpretó como una invitación para empezar una conversación, mi buena educación me lleva siempre a este tipo de situaciones que desearía saber evitar. Se acercó y lo primero que me hizo saber a modo de presentación es que ella era especial. Al parecer su tatarabuela conoció a Henri Cartier Bresson y, aunque ella ni tan siquiera había nacido entonces, es algo que cuenta con orgullo en cuanto se presenta la ocasión. Cuando no tenemos nada que entregar siempre hacemos nuestras las historias y los éxitos de los muertos.

Cartier, me cuenta mi nueva amiga, andaba en una de sus etapas grises, como él mismo las llamaba. Una insondable depresión de la que levantaba acta en un pequeño diario que siempre llevaba pegado al pecho. Estaba de paso por un país cubierto de sangre hasta las rodillas y todo aquello en lo que creía parecía disolverse entre aquel horror que su pequeña Leica parecía incapaz de capturar. Mis fotos son patéticas, acababa de apuntar con letra picuda cuando apareció la ilustre tatarabuela leyendo por encima del hombro. Debería quemarlas todas, añadió Henri enfurecido.

No puedes poner eso, le explicó la asenderada tatarabuela, piensa en la posteridad. Si dices que tus fotos son patéticas nadie te llevará la contraria, ¿de verdad quieres llevarte eso contigo a la tumba? El primer paso para ser alguien importante es decirlo en voz alta hasta que todo el mundo se lo crea. Así funciona la fama.

Henri, que debía ser una persona muy estoica por lo que me dice la cabrita, medito durante un largo instante y tras encogerse de hombros, como hacia siempre que ya tenía una decisión tomada, respondió que sí, que eso era cierto, pero si eso es lo que siento, ¿de qué otra forma puedo decirlo sin traicionarme?

La tatarabuela no se lo pensó dos veces. Fácil, apunta: tus primeras 10.000 fotografías serán tus peores fotografías, ¿qué te parece?

Bresson medito largo rato. Miro hacia el horizonte intentando leer el relato de su vida entre las feas nubes de tormenta que se formaban sobre sus cabezas y al final asintió, añadió esa línea a la libreta y la subrayo dos veces con metódica precisión.

Quizás, me dice la cabrita mirando la libreta que aún tengo abierta en el regazo y que mira sin disimulo, pueda ayudarte con eso que llamas blog. Como has visto lo de ayudar a artistas en problemas es algo que llevamos en los genes… y viendo las tonterías que escribes veo complicado hacerlo peor.

14 Comments

  • Paloma

    Dudar de la valía de lo que uno hace no es malo, me parece peor creerse perfecto. Aunque a veces sí es malo porque nos censuramos y eso termina por bloquearnos.

    Ser importante no es importante, le diría yo a la ilustre tatarabuela. Lo importante de verdad es disfrutar con lo que hacemos y si dejamos algo bonito para que otros también lo puedan disfrutar pues mira qué bien. Y si no, pues tampoco pasa nada

    La cabrita es maja, a mí me gusta 🙂 y tú no escribes tonterías, al contrario.

  • Mento

    Te puedes creer que he leído el post con una sonrisa de cabra cencerro. Y qué quieres que te diga… prefiero mil veces las tonterías de cualquier artista sincero que los twitt de Trump, 😂😂😂 Hay que diferenciar tonterías de gilipolleces.
    Sigue con la libreta abarrotada de tonterías. Porque después de todo son las tonterías que conseguimos exteriorizar las que dan soluciones al día, al nuestro y al de otros.
    Saludos.

  • Toro Salvaje

    Qué suerte!!!
    Yo preferiría hablar con cabritas y más si tienen enseñanzas tan sabias que transmitir.

    Desgraciadamente los últimos años los he vivido entre cabrones.
    De ellos solo podía aprender el mal y por lo tanto me he aislado.
    Del mal el menos.

    Saludos.

  • Beauséant

    A veces quiero pensar eso, PALOMA, que tampoco importa tanto la perfección sino la pureza de nuestras ideas. Pero ves el mundo real, las cosas que se valoran, las que se aplauden y, no sé, a veces abruma un poco, ¿no? Eso sí, sería bonito dejar algo detrás de nosotros… Muchas gracias !!!

    Las dudas siempre están ahí, ALESSANDRINIMARIAMARIA, saben bien cuando aparecer, cuando morderte los talones en medio de un mar de dudas… no tienen prisa, puedes creer que lo tienes todo controlado y, zas, ahí aparecen… Ten cuidado 😉

    Me apetecía escribirlo, MENTO, y preferí no darle muchas más vueltas… me pareció un poco chorra, pero esa cabrita es que era muy especial.. y, a su manera, sabia.

    Totalmente de acuerdo, TORO SALVAJE, los cabrones, en especial cuando vienen en el formato de dos patas, son los peores. No hablan gritan, no dan consejos escupen… Las cabritas tienen el corazón menos podrido.

  • Jo

    imagina!! que increible… tener un rebaño maravilloso de puras fotografías muy malas, pero tuyas para ti nada más
    🙂

  • Beauséant

    Quizás por eso, AMAPOLA AZZUL, hablo mucho en soledad, con plantas, con animales… el problema es que muchas veces acabo discutiendo lo que, sospecho, puede ser síntoma de algún tipo de enfermedad mental 🙂

    Me encanta la imagen de un rebaño de fotografías, JO, ahí colocaditas pastando apaciblemente para ser acariciadas… pero, no sé, supongo que nadie hace nada para dejarlo en un cajón. Al final todos queremos enseñar nuestras fotos, los textos. Con mayor o menor intensidad, con más o menos empeño, pero es normal buscar algún tipo de comunicación, un pequeño aplauso, los dichosos “likes” ¿no?

  • Ángeles

    Me ha gustado el recurso de la cabrita tatarabuela para hablar del ilustre fotógrafo: la historia dentro de la historia.
    También me ha gustado esto de “Cuando no tenemos nada que entregar siempre hacemos nuestras las historias y los éxitos de los muertos”.
    Y me ha encantado la cabrita que habló contigo, a pesar de sus ojos (es verdad) un poco siniestros.

    Saludos.

  • Beauséant

    Es un truco un poco viejo, el de usar un personaje que sirve de “hilo conductor”, pero era la única forma de hacer la historia un poco más interesante… Sobre la frase, creo que es cierta, a veces sentimos orgullo por cosas que no dependen de nosotros… una historia, una bandera… la victoria de un equipo o de un deportista… Supongo que nos gusta sentir un poco de épica en nuestras vidas de vez en cuando 😉

  • Ángeles

    Sí, el truco es clásico (que no viejo), pero que el personaje sea una cabra sabia es lo que me llamó la atención. Le da al texto un aire de fábula muy curioso 🙂

  • Carmen

    Iba a decir algo muy parecido a Paloma (primer comentario)
    Añadiría que uno se quita un gran peso de encima cuando no vive pendiente del juicio o aprobación de los demás,de los likes y todas esas chorradas.

    Me gusta la foto,qué cerquita estaba!

  • Beauséant

    Se vive mejor, claro, pero es complicado lograr esa independencia…. supongo que son como pequeños chutes de autoestima, minipalmaditas en la espalda que ayudan a levantar un día con el ala rota. Lo grave, lo más grave, es cuando eso se convierte en una necesidad para poder levantarte de la cama… ahí, sospecho, vienen todos los problemas 😉

    La cabrita era muy confiada, aunque estuve un rato negociando con ella con un puñado de cacahuetes y almendras (le gustaron más los primeros)

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